El ser joven no te salvará de este mundo.
Mi sentido de vida es nulo.
Uno, dos, tres, lo que siento no es mutuo.
Grita, llora, sangra, es mejor escapar de casa.
No toques mi cuerpo, no quiero jugar
Por favor saquenme de este lugar.
Vida en las calle...
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La misma situación de siempre. Todo había empezado desde que ella había cumplido 11 años. Dándose cuenta, poco a poco, que lo que su padre le hacía, no era un juego, si uno una tortura.
—Tan solo apresúrate, tengo que irme a trabajar–.
La escena se repetía, día a día el la violaba. Ella era una niña, no podía hacer nada. ¿Quien le creería?.
La situación estaría solo en sus manos. Si no lo mataba esa noche y huía, todo empeoraría.
Sin marcha atrás, mientras el dormía, lo apuñaló tantas veces que la sangre escurría.
Quitando toda la evidencia, dejo una carta, que escribió con la misma sangre de su padre y una pluma que se llevaría. "Nos llevamos a la niña, gracias por el nuevo juguete".
Y entonces, borrando todas sus huellas de la escena del crimen, escapó de casa, y su refugio , se convirtió en la ciudad subterránea.
La vida era igual de miserable que arriba, no comía ni bebía, su única diferencia, era que no era abusada todas las noches.
Todo cambio en el momento que los conoció, dos varones y una mujer, tenían edades similares, y pasados igual de miserables. Eso facilitaría su cercanía. Y así, aquellos que también habían empezado con nada, la ayudaron a ella a reiniciar su vida. Siendo parte de ellos, y teniendo una nueva familia.
Divertidos recuerdos reunieron juntos, pero más con el más mayor de entre los 4
Un hombre de baja estatura y rostro amargado, quien aun que su físico y personalidad podrían verse del asco, era alguien quien daría todo por ella, y ella por el.
Su diferencia de edad no era mucha, pero tampoco eran de la misma edad, al principio solo era una relación profunda, pero poco a poco ambos notaron que sus sentimientos eran algo más.
Las circunstancias de su vida no eran las más favorables para amarse uno al otro y formar una descendencia, así que ninguno sus sentimientos aún confesaría, sin embargo, ese no era un gran problema, pues con los pocos momentos que ambos podrían compartir juntos era más que suficiente.
Pero la vida siempre tiene otros planes, y él quedarse en la ciudad subterránea, no era uno de ellos.
De un día a otro, unos hombres que decían salvar a la humanidad los capturarían, Y reclutarían, aquellos chicos de quienes migajas comían, por su gente de abajo, allá arriba irían.
Y a pesar de haber Sido amenazados, golpeados, humillados, y obligados a unirse, Lindos recuerdos formaron al prepararse para salir de las murallas.
Tal vez no era tan malo como creían, más sin embargo, al comenzar un nuevo inicio, aquellos dos amantes que ocultaban sus sentimientos uno del otro, entendieron que su nuevo hogar no era tampoco el más correcto para tener la vida que ellos deseaban, pero si el adecuado para confesar su amor mutuo.
