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Mis párpados pesaban debido al cansancio, mis tripas habían dejado de pedir comida.

Dos semanas habían pasado en las que estuve encerrada, con derecho a comer una vez que cada dos días y usar el baño diez minutos cada mañana.

Seguramente querrían acabar con mi vida así.

No había vuelto a ver al chico que me trajo hasta aquí, ahora sólo venía la malhumorada.

Creo que nunca habia echado de menos mi casa, echaba de menos el agua caliente, mi blandita cama, mis miles de comidas basuras...

Suspire, deseando morir de una vez, no sabía por qué no me mataban ya. 
¿Estarían estorsionando a mi padre de alguna forma?  Seguramente.

El  crujir de la puerta de metal hizo eco por toda la estancia consiguiendo que abriera un poco mis ojos para ver que pasaba. 

--Hola--dijo la voz que llevaba sin escuchar dos largas semanas-- veo que no te han tratado demasiado bien. Hablo a la vez que se acerca para sentarse en el suelo, a unos metros de distancia.

--¿Qué queréis?--pregunté.

--No puedo responderte a eso--contestó-- Pero puedes ayudarnos, si no Eris acabará matandote-- vaya no estaba equivocada del todo al pensar que querían matarme.

--¿Cómo?-- Pregunté interesada, quería saber como podía ayudar.

--¿Estarías dispuesta?-- Respondió con otra pregunta, odiaba cuando hacían eso.

--Depende de lo que sea, si se trata de ponerme un cinturón explosivo y hacer que todo a mi al rededor salga por los aires, la respuesta es no-- un atisbo de sonrisa surco sus labios, pero duró poco, que su cara se volvió completamente sería.

--De momento te enseñaremos a usar armas--¿Qué?

¿Armas?

¿Qué se fumaba esta gente?

Su intensa mirada verde me dio a entender que hablaba muy en serio, pero si estaba medio muerta ¿cómo levantaria mi trasero del suelo para aprender?

--Tengo hambre-- dije cambiando drásticamente el tema. 

--Te traeré algo de comer-- contestó a la vez que su gran cuerpo se levantaba del suelo en dirección a la puerta-- por cierto, a partir de ahora Eris no se encargará de ti, seré yo-- Dijo antes de salir por la puerta.

La chica que solía tratarme mal, se llamaba Eris, pero, ¿Cómo se llamaba él? Cuando me trajera la comida le preguntaría.

Mis párpados volvieron a pesar de nuevo, consiguiendo esta vez que me fuera al mundo de los sueños.






Punto de vista desconocido.

El vaso de amargo y ardiente café se encontraba en mi mano derecha, quemando esta, consiguiendo de alguna retorcida forma un leve malestar, el dolor físico conseguía evadir mis problemas durante algunos minutos.
Llevé la taza de cerámica para beber un sorbo de este.
Me levanté del asiento de cuero negro en el que me encontraba para ver mi figura, mi perfectamente planchado traje se amoldaba a mi cuerpo musculado, las pequeñas entradas que comenzaban a salir en mi cabello me indicaba que acabaría quedándome calvo, como mi padre.

Unos golpes en la oscura puerta de roble capto mi atención.

--Adelante--dije al individuo que se encontraba  detrás de esta. 

Me giré para ver de quien se trataba, y no me sorprendió para nada ver a Josep. Seguramente vendría para ver si había noticias de su hija desaparecida.

--Siéntate-- dije sin saludar siquiera, el hizo caso omiso a mi pedido mirándome con rabia en sus ojos, sabía que sí hacia algo que no me gustase podría acabar muy mal.

--¿Se sabe algo?--preguntó ansioso.

--No-- Contesté indiferente, sinceramente me daba igual lo que le pudiese pasar a esa mocosa, pero con la cantidad de dinero que me había pagado no podia dejarlo así. Debía encontrarla y matar a los secuestradores.

--Han pasado dos semanas-- la furia en su voz se hizo presente.
Cualquiera diría que estaba preocupado, pero yo sabía que no, sabía que lo único que quería eran los millones que estaban en juego detrás de la boda con O'Neal.

--La encontraré, ya lo sabes-- hablé fijándo mi vista en la oscura estantería llena de libros antiguos-- De momento, necesito otro adelanto.

Su cara era furia pura, sabía que sí no fuese el único capaz de encontrar a la pequeña bastarda ya me habría matado.

Sacó una chequera  del pantalón de su oscuro traje, para escribir una cifra en este y proseguir para entregármelo.

Cincuenta mil, no estaba mal de momento. Pero quería más, ya no su dinero, si no su poder.

Quería todo lo que el tenía, dinero, respeto, mujeres incluso el odio de las millones de personas. Quería ser él y pronto conseguiría este propósito que llevaba buscando años.n

--La quiero viva-- exclamó para segundos después salir por la puerta sin despedirse y dando un gran portazo en esta.

Una sonora carcajada salió desde mis adentros, realmente me hacía gracia como finjia estar preocupado por esa niña, cuando ni siquiera era su hija.

Pase mis manos por el traje para estirarlo y salir elegante a la calle a contratar a los de siempre para la búsqueda.



Leila:

Un olor a sopa entró por mis fosas nasales consiguiendo despertarme, desde pequeña me despertaba por olores, era algo bastante extraño. 

Abrí los ojos lentamente acostumbrandome  a la poca luz del lugar, mi vista viajó hasta donde se encontraba la comida.

Con toda el ansia me senté lo mejor que pude y cogí el cuenco entre mis manos para llevarlo  a mi boca.  Nunca me traían cubiertos por lo cual debía comer de esta forma.

La calidez de esta acarició mi garganta, no era lo mejor que había comido en mi vida, pero me sabía mejor después de dos días sin comer.

--Cuando termines, te llevaré al baño-- casi escupo en su cara el líquido de mi boca.

¿Desde cuándo llevaba ahí?  Sus verdosos ojos me miraban con una pizca de diversión.

¿Dónde estaba la parte graciosa?

Sin prestarle atención seguí con mi tarea de dejar el cuenco limpio.

--¿Has terminado?-- Preguntó cuando me vio dejar el cuenco sobre el suelo de nuevo.

--¿Puedo saber tu nombre?-- Respondí con otra pregunta igual que había hecho el antes.

--Te lo diré cuando tenga un mínimo de confianza en ti-- No me esperaba esa respuesta.

O sea, ¿que podía decirme el nombre de su amiga, pero no el suyo?

Sin decir nada al respecto, me levanté y me pare frente a el esperando que me pusiera la venda en los ojos.
Pero esto nunca paso.

Cogió mi brazo con delicadeza y me arrastró fuera de la habitación.

En cuanto la puerta se abrió tuve que cerrar los ojos fuertemente y ponerme las manos en estas a causa de la intensidad  de la luz.

Quizá la venda venía bien después de todo.

Pero el individuo no se paró a que yo me recuperase, siguió andando sujetando mi brazo para así guiarme.

Gracias a todas esas personitas que leéis mi historia, os lo agradezco mucho besossss.

Y gracias a @rotten_lostsoul por su la fantástica portada que le hizo a esta historia






Marea negra. (#Wattys2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora