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Un nauseabundo olor ha humedad fue lo primero que mis sentidos captaron al despertar.
Mis ojos permanecían cerrados y un fuerte dolor de cabeza comenzaba a hacerse presente. 
Palpe con una de mis manos uno de los lados donde me encontraba. Un duro suelo yacía debajo de mí.

Comencé a abrir los ojos lentamente para divisar en que sitio me encontraba. Pero una inmensa oscuridad me impedía ver algo. Lo único que podía sentir era el mal olor y el sucio suelo.

Intenté moverme para quedar en una posición distinta, pero no pude, puesto que mis piernas estaban atadas.

-¿Qué haces?- Su voz me sobresaltó,  pensaba que estaría sola.
Reconocí su voz por el chico enmascarado que me había entrado en mí casa.

-¿Por qué no hay luz?- Respondí con otra pregunta a mi secuestrador.

-Hay luz, pero tienes los ojos vendados.-En ese momento me sentí la persona más tonta del mundo. Llevé mi mano hacia mí cara para ver si lo que decía era cierto, y así era. Tenia una espesa venda que me cubría los ojos. Un calor inundó mis mejillas, dándome a entender que seguramente ahora luciese como un tomate.
No contesté, prefería mantenerme callada a volver a hacer el ridículo.

-Hagamos un trato.- Dijo el chico de apariencia desconocida, consiguiendo toda mi atención para él.-Si te quito la venda, me tienes que decir cual ha sido el último trato que ha cerrado tu padre.-Juré, que su voz era una preciosa armonía, tenía un toque ronco mezclado con una dulzura inexplicable.

-Se que si te digo que no se nada, no me creerás, pero es la verdad.-contesté con los nervios a flor de piel. Cualquier otra persona estaría llorando o rezando por su vida, yo  en cambio estaba nerviosa por hablar con un chico.
A mis diecisiete años, sólo había hablado con tres personas del sexo masculino.

-Necesitamos información.- Dijo a la vez que comenzaba a andar por la sala. Juraría que estaba nervioso por algún desconocido tema para mí.- Algo tienes que saber, por mínimo que sea.- Su voz sonó como una petición.

-Solo puedo decirte, que mi padre.- paré de hablar inmediatamente, no podia hacer aquello. Por muchas veces que hubiese pensando en traicionarle, no podia hacerlo, después de todo, era mi padre.

-¿Qué?.- Su voz sonó lo suficientemente cerca mía para conseguir que mis mejillas volvieran a adquirir un tono rojizo. Sabía que no era momento para avergonzarse.
Sólo esperaba que la venda tapara un poco estas.
Decidí callar, quizá así se casaría y me dejaría de insistir respecto a ese tema, pero no fue así.
Sus manos me agarraron de los hombros para levantarme del suelo, pareció no costarle nada, puesto que en menos de cuatro segundos volvía a mantener mi peso sobre mis pies.

-Hay miles de vidas en juego.- Anunció mientras su aliento daban de lleno en las partes libres de mi cara, este no olía ni bien ni mal, no olía a nada.-Por favor, lo que sea.

Sabía que no debía decepcionar a mi padre, pero también sabía que él no era bueno y que no dudaría ni cinco segundos en acabar con cualquier persona que no hiciese su voluntad.

-Puedo decirte que mi padre, planeaba casarme con el hijo de uno de sus socios para así, conseguir más poder.-Dije en un susurro.

Sus manos dejaron de tocarme los hombros para así poder quitar el nudo que conseguía que la venda estuviese sujeta.

Lo primero que mis ojos dibisaron cuando esta ya estaba en el suelo, fue una mirada verde electrizante. Una de esas que no puedes dejar de mirar.
No se por qué, pero al ver esos ojos, sentí un extraño cosquilleo dentro de mí.
Seguramente sería la vergüenza al tener un chico tan cerca.

-Gracias.-Susurro consiguiendo que mis ojos bajarán hasta sus labios, estos eran carnosos, de una forma poco exagerada, la parte de arriba tenía un poco menos de relleno que la inferior.

Aparte la mirada al darme cuenta de que llevaba demasiado tiempo observando sus perfectos labios. Para así concentrarme en otros puntos de su cara. Su pelo caía rebeldemente sobre su frente, en su cara se encontraban diversas pecas dándole un toque infantil, pero casi imperceptibles por la barba que residía en ella.

-Puedes sentarte en la silla.- Habló mientras se agachaba para desatar mis piernas.
Fue la primera vez que vi mi cuerpo, todavía llevaba el vestido de la noche anterior, estaba completamente sucio y roto en algunos puntos. Mis brazos estaban llenos de marcas rojizas, como si hubiese recibido una paliza.

Mis ojos divagaron por la sala en la que nos encontrábamos, las paredes estaban sucias, los rincones llenos de moho. El suelo era lo único limpio de la sala.

-Mas tarde vendrá una compañera para llevarte al baño.

Sin decir nada más, el chico de ojos verdes salió por una mugruienta puerta.
Dejándome sola en la mugruienta habitación.

Mis tripas exigían comida, lo sabía por qué llevaban horas rugiendo como un león. Pero sólo lo escuchaba yo y seguramente, ellos me dejaran morir aquí de hambre.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando una pequeña figura femenina entró al cuarto. Su oscuro cabello caía rebeldemente  sobre sus hombros, sus ojos oscuros me miraron con cierto asco y medio al mismo tiempo.

-¿Necesitas usar el baño?-Preguntó con autoritaria voz.

Asenti con la cabeza repetidas mentes en dirección a la joven, como respuesta ella simplemente movio una de sus manos indicándo que la siguiese.

Una de sus manos se aferró con fuerza  a mi antebrazo consiguiendo de mi parte una mueca de dolor.

-Intenta escapar y estás muerta.-Dijo en tono amenzante. Cogió algo de el interior de sus bolsillos y me lo puso en la cara, tapándome los ojos de nuevo.
Sin darme tiempo a contestar comenzó a arrastrarme fuera de la habitación.

Una fuerte oleada de calor me golpeó al salir de la habitación. Su mano seguía tirando de mi antebrazo para que la siguiese.

-Más rápido joder.-exclamó. No se parecía en nada a su compañero.

El crujir de una puerta resonó fuertemente. Un olor asqueroso salió de dentro de este.
Mi antebrazo quedó libre. Un fuerte empujón me hizo caer de bruces contra el suelo.

-¡Date prisa!-Gritó.- No se te ocurra quitarte la venda.- Habló de nuevo, sólo que está vez más calmada.
Haciendo caso a lo que había dicho me puse en pie como pude y comencé a acercarme más y más a la zona del mal olor. Con una de mis manos iba tocando la pared para así no caerme.

Con mi otra mano palpe un pequeño objeto, lo que supuse que sería el váter.  Volví a tocar para darme cuenta de que estaba en lo cierto,  levanté la tapa antes de acercarme.


Una vez conseguí hacer todas mis necesidades, volví hacer el mismo procedimiento con las manos para consiguir llegar a la puerta.

-Te dije que te dieras prisa.-Anuncio de nuevo esa voz femenina a la vez que volvía a agarrar fuertemente mi antebrazo.

-Me gustaría ver cuanto tardas tú con los ojos tapados y en una zona desconocida.-Contesté con furia, odiaba que me tratarán mal.
En respuesta apretó más mi antebrazo  dejando las uñas marcadas en mi piel.
Suaves cosquilleos empezaron a correr por mi brazo, indicando qué su brusquedad había conseguido hacermerme sangre.

Pero eso no la detuvo, puesto que apretó más el agarre para seguir arrastrandome de nuevo hacía la habitación en la que había estado minutos antes.









Marea negra. (#Wattys2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora