Preludio

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Sentí cómo el sudor caía de mi frente, estaba ansioso, el miedo se apoderaba de mi, mis piernas ya no me respondían y sentía cómo a cada segundo ese mismo miedo, y esa mirada desquiciada me devoraban y me hundían en una oscuridad eterna.

Ya nada más importaba, aún desde muy lejos, pude oír como el pitido de esa máquina se transformaba en un agudo y continuo sonido, indicando que el corazón de esa persona había dejado de latir.

- ¡ Je,je,je!

Él comenzó a reír, y me mostró otra vez esa sonrisa que veía tanto en mis pesadillas, pero mil veces más fría y espeluznante. Levantó el arma que hasta ahora había estado apuntando al piso, y, entre tambaleos y risas, se acercó a mi oído y susurró:

- Perdiste...

Entonces, con un fuerte sonido, el arma frente a mi se disparó.

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