Las buenas amistades de un oso.

1.1K 87 6
                                    

Jamás en su vida habría pensado que algo así le pasaría.

Kirishima estaba dando vueltas en las escaleras mientras pensaba que hacer ante la brillante escena que acababa de presenciar.

Llegó tranquilo a la oficina al lado del oso de ventas, quien bajo en el tercer piso del elevador mientras, como cada mañana le hacía voltear para lanzarle un beso al aire, dejando un lindo rubor en el oso, mientras el elevador cerraba las puertas.

No había nada nuevo hasta pasado el mediodía, donde debía de ver el número de ediciones que tendrían que producir para este mes en la publicación de Za Kan, cosa que le gustaba, pues con tal de ver gruñir al oso, elevaba los números al cielo.

Bajó pues a la sala de juntas, según lo que Yokozawa le dijo en la mañana, tendría juntas desde las 10, cosa que sabía que lo tendría con un humor insoportable para este horario, pero contrario a lo que esperaba, vio que en el cuarto de descanso se encontraba un platicador Yokozawa sentado a la mesa con una mujer de descomunal belleza.

Como editor en jefe, solía tratar con escasas personas, casi nunca salía de su piso, cosa que le deja en total desconocimiento del personal de base de la empresa, aunque no es necesario que fuese de la empresa, Yokozawa siendo de un área donde se requería unir todo el material, tenía contacto con muchas más personas, cosa que le empezaba a generar un cosquilleo desagradable en el estómago.

Observó con cuidado a través de la pequeña ventana de la puerta el cómo ambos compartían lo que se veía como una muy agradable platica, compartían el gusto por fumar, Yokozawa lucia relajado como pocas veces, ella estaba muy metida en platicar algo, esto no le daba buena espina a Kirishima.

Cuando se dispuso a entrar vio que ambos se levantaron de las sillas, así que giro rumbo a la sala de juntas, para su suerte encontró a Shizuko en su camino a la junta, así que sin dudar hizo parecer que él había pasado de largo de la sala de descanso.

La junta paso de lo más tranquila, el mal sabor de boca no se le quitaba, no molesto ni un poco al oso, no discutió como normalmente lo haría, dejando extrañado a Yokozawa, quien aunque no dijo nada, se dio cuenta del mal humor del mayor.

A la salida, Kirishima no había podido mejorar sus pensamientos por supuesto que confiaba en su pareja, el problema era verlo al lado de otras personas, en especial tan exuberante mujer y la armonía que los había rodeado en su plática es lo que más le molestaba.

Sabía que no ganaba nada con el hacer una tormenta en su mente ahora, pero no podía calmarse. Aun así tenía trabajo que hacer, no podría quedarse pensando en las escaleras por siempre, ya hablaría con ese oso más tarde. Lo único que quería era que acabará el día para poder ir a casa y cenar en paz con su familia.

*

— Hiyo, estoy en casa.

Finalmente y con una gran sonrisa entro a su casa, esperando la respuesta de su hija, quien venía desde la cocina, pero sola.

La costumbre era que Hiyo salía mientras tras de ella pasaba Yokozawa con los platos servidos con la cena, pero esta vez solo estaba la menor.

— ¿Dónde está Yokozawa? —apenas saludo a su hija, no resistió preguntar si ella sabía algo.

— ¿Eh, no te aviso? Dijo que no vendría hoy, tenía una reunión hasta tarde.

— ¿Te aviso a ti?

— ¡Sí! Mandó un mensaje, me aviso que no lo esperaríamos, que de ahí pasaría a su casa.

Saco su celular para revisar si él había sido avisado de esto, pero no tenía un solo mensaje del oso. Esto le daba muy mala espina.

La vida contigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora