La vida contigo

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Algunas veces Kirishima se preguntaba si le hacía falta algo a su vida, a su día a día, a esa vida suya que ya había visto tanto...pero al verse ahora, a sus sesenta y seis años en compañía de su hija, la cual estaba de visita pues sus estudios de cocina la habían llevado hasta Dubái donde se había establecido y cada seis meses venia de visita a ver a sus padres.

Si, a ambos. A pesar de todo lo que les paso, lograron enfrentarlo y finalmente mostraron al mundo que ambos podían mantenerse juntos.

A su edad Zen ya no trabajaba, dado su buen salario y sus años de trabajo recibía una buena pensión y ahora era el quien se quedaba en casa con los deberes hogareños, excepto cocinar pues bien dicen que árbol torcido nunca endereza su tronco y él nunca pudo ganar la batalla contra la cocina, cosa de la que se encargaba Yokozawa al llegar de trabajar.

En cuanto al oso de ventas, ahora era el jefe de departamento. Jamás se habían tenido tan buenos resultados que con el estricto orden que él había implementado. Isaka-san estaba más que feliz de los números altos, con el tiempo todos se enteraron de lo que Kirishima supo por boca de Usami-sensei pues Asahina e Isaka habían hecho formal su relación con el tiempo y ante nadie fingían lo que pasaba entre ellos, por supuesto que aunque los chismes, las miradas y los señalamientos no hicieron falta ellos no se detuvieron por eso, al contario fue toda una cadena la que se dio en esos tiempos, entre esas parejas al poco tiempo Kirishima no perdió la oportunidad de hacer pública su propia relación con el jefe de ventas quien no tuvo miedo en confirmarlo.

Desde entonces y sin miramientos vivieron su vida normal como una pareja que eran, cuando llovía caminaban juntos, abrazados y sin prisa aunque se mojaban, era como es su vida y nada más. Se tomaban de la mano y disfrutaban de la compañía del otro, a los meses de la noticia en Marukawa, finalmente logró convencer a Takafumi de mudarse con ellos, al instante Hiyori estuvo de acuerdo y al comentarlo con la familia de Zen no se opusieron del todo, en realidad su madre se había encargado de convencer a su familia pues para ella el haber visto la buena relación que había entre Yokozawa y Hiyori era suficiente para aceptarlo en la familia y darle al menos una oportunidad, dejando así sin mucho voto a su esposo quien no muy convencido dijo que estaba bien si eran felices y su nieta no tenía problemas.

El caso de los padres de Yokozawa fue historia aparte y en definitiva jamás habrían imaginado que ellos se opusieran al grado de querer separarlo a como diera lugar. Por varios años se hicieron de artimañas y malas jugadas para hacerlos separarse, pues no veían bien la relación de su único hijo varón con otro hombre, sin embargo así como empezaron las molestias desaparecieron y aunque él nunca supo porque, si estaba al tanto de que Takafumi había cortado por completo cualquier relación con su familia para siempre y no mantenía ni correspondencia con ellos y por eso se sentía muy mal, pues sentía que lo había obligado a ello y aun hoy le pesaba ese cargo en su conciencia, pero siempre había valido la pena por cada momento de felicidad que habían vivido juntos.

Vivir juntos era toda un aventura y como lo dijo en algún, momento eran como una pareja de recién casados, las noches a su lado eran más duraderas. No había perdido la costumbre de verlo dormir noche a noche descubriendo cada gesto que tenía y disfrutando de las noches de entrega que tenían ambos. No hacía nada falta para decir que tenía la vida que siempre había soñado.

The Kan había terminado hacía ya varios años y siempre logro mantenerse en el ranking de los más vendidos y favoritos de Marukawa, Ijuinn finalmente encontró el amor de su vida y con sus fans como motor logro hacer cosas inigualables con su manga para dejarlo como una de las mejores obras; ellos dos habían mantenido su amistad intacta, incluso mantenía a Yokozawa cerca siempre que tenía problemas amorosos, seguía llamándole lazuli a sus lápices y cuando quería hablar con su oso le decía igual —Necesito hablar con mi lapizlasuli por favor Kirishima— Y aunque llego a sentir que era más amigo de su pareja que de él entendió que solo era porque ellos se entendían un poco más en ciertas situaciones que probablemente para el no eran comunes. Algo parecido había pasado con Amane-san, llevo al equipo de Zaphire al máximo en ventas y nuevo material cada que una pareja nueva salía de entre los departamentos de la editorial, se hicieron de una buena amistad donde ella llego a contarle algunas cosas que conocía de Yokozawa. Y aunque le doliera admitirlo con quien mejor había terminado era con Takano Masamune, claro que habían tenido sus choques y malos entendidos, pero cuando se dio el problema de los padres de Yokozawa fue uno de los que más estuvo con ambos y los apoyo demasiado. El tiempo los hizo llevarse mejor y cuando conoció a Onodera Ritsu, pareja del editor en jefe y ahora dueño de Onodera Shuppan donde ambos trabajaban codo a codo, supo que no debía de preocuparse de más por el jefe de las doncellas. No debía de olvidarse de mencionar que Midori había comenzado ya parte de su reinado en Marukawa, pues aunque aún estaba a mitad de la escuela media no había dejado de ir al negocio familiar a ponerse al tanto de cómo se manejaban las cosas y con grandes planes e ideas, tampoco dejo la amistad que tenía con Hiyori e incluso algunas veces había ido a casa de los Kirishima a cenar o bien solo de visita.

Con el nuevo cargo que tenía Yokozawa, no fue de extrañarse los viajes aunque algunas veces lo acompañaba en el tren solo por las ganas de viajar junto a él sol eso era un sueño difícil de creer, en realidad fueron pocos viajes y la mayoría cercanos, pero exigían que se quedara una o dos noches fuera, un solo viaje internacional se interpuso entre ellos, pero con algunas llamadas de poco más de dos horas se solucionaron las cosas, aunque pagar la larga distancia internacional no salió fácil.

Y ahí estaban uuno al lado del otro, ante el canto alegre de los pajaros que anunciaba la mañana trayendo el frio invierno que azotaba a la cuidad. Salir a la calle tomados de la mano, haciéndose compañía y evitar las malas miradas fue uno de los retos más difíciles de superar, la sociedad no era del todo comprensiva con este tipo de relaciones y ni hablar de la idea de casarse, aunque bien podían viajar a algún país donde fuese legal, prefirieron hacer un intercambio simple de votos entre ellos dos y prometer acompañarse siempre más allá de la vida.

Pero poco a poco aprendió que así era la vida juntos, dos locos de repente sonriéndole orgullosos a la gente que los veía pasar tan enamorados.

Verse tranquilamente sentado a su lado en el balcón de su habitación, donde solían desayunar cuando estaban solos, compartiendo poco a poco el abrazo y boca a boca despacio un beso que calentaba sus entrañas, viendo juntos el amanecer quedando juntos Kirishima con la vista perdida en algún punto fijo del sol y sintiendo la cabeza de Takafumi recargada entre su pecho y su hombro.

— ¿Qué tanto piensas? —al paso del tiempo la vista de ambos se vio desmejorada, pero la de Yokozawa era la peor obligándole a usar lentes la mayor parte del tiempo, una vista magnifica para Kirishima que para animarlo decía que él quería poner en una vitrina sus ojos para cuidarlos por siempre— ¿Zen, maldición me estas oyendo?

— Tranquilo, estoy viejo no sordo. Solo pienso en lo feliz que soy... y en lo enamorado que estoy de ti.

— Siempre con tus cosas —aunque pasaran mil años juntos, Kirishima comenzaba a creer que en realidad jamas veria a Yokozawa dejar de ser tan Tsundere como siempre, no se quejaba después de todo eso era lo que lo mantenía más enamorado de él y por supuesto que le era mas fácil decir cosas melosas y hacer cosas dulces y cursis con él y para él— pero tienes razón—continuo hablando desde su silla en el balcón— adoro mi vida contigo.

Aliento y suspiros tibios que compartían haciendo durar mas sus días, compartiendo las penas y juntando sus problemas, viajar en esta vida juntos, para así... Vivir una vida contigo.

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