"De todas las armas del mundo, el amor es la más letal." -Kessley Klein.
Esta historia es escrita unicamente de "Angelica Macías"
Esta novela ya se encuentra registrada en Safe and Creative cualquier que plagio hacia mi historia se veran en serio...
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Kessley Klein
Sentía que mi cabeza iba a explotar, últimamente me sentía bastante presionada con todos los problemas turbios de Jason Parrish, que ya comenzaban a fastidiarme. Le di una última calada a mi cigarro, era la única forma en que lograba relajar mi cuerpo. Al terminar tiro la colilla al suelo, lo piso con la suela de mi zapato para lograr apagarlo por completo.
Estaba bastante insatisfecha con la forma en la que estaba resultando mi noche.
Volví a involucrarme a la fiesta, una que se encontraba hasta el tope de personas que nunca había visto en mi vida. Me abrí paso entre el tumulto de individuos y me dispuse a ir hacia el despacho Jason, pasé entre los sudorosos cuerpos moviéndose al ritmo de la música.
En el lugar se podía sentir un calor infernal, a causa de que, en este momento el club arre basaba la capacidad de personas que estaba permitido recibir, olvidando de paso que era bastante incómodo para las personas disfrutar de un baile sin tener que chocar a cada instante con el cuerpo sudoroso de otra persona. Sin embargo, parecía que a ellos no parecía importarles tal detalle, sino que era todo lo opuesto, disfrutaban de la cercanía y el choque de cuerpos que tenían a su alrededor.
Me seguí moviendo por la pista hasta lograr ubicar el pasillo que me llevaría hacia la oficina de Jason, al dejar la pista atrás abanique mi rostro con mis manos intentando disminuir mi temperatura corporal.
Camine decidida y con la mirada muy en alto, no estaba segura de lo que Jason me pediría, pero si sabía que sería algo que no toleraría. Con él siempre era lo mismo, me llamaba hacia su oficina cuando las misiones sobrepasaban los límites de mi tolerancia. Por lo general, eran situaciones que nunca en mi vida me imagine que haría por nadie.
Aun me molestaba recordar, que llegó al punto de pedirme que fuera la pu*ta para uno de sus socios y si, al principio me reusaba a realizar tal acto, me indignaba el hecho que siquiera tolerara pensar que yo podría hacer algo así, pero al final tuve que ceder. Sí, me humille porque él así lo quiso y no tuve otra opción más que obedecer, aún tenía prisionera a mi hermana y no me podía permitir que se desquitara con ella por mi desobediencia.
Jason era un ser despreciable.
Al principio me reusaba acostarme con otro que no fuera el, pero claro, tuve que aceptar que para él yo no valía más que cualquiera de sus otras putas.
Cerré mis puños aun furiosa con ese imbécil.
«— ¿Qué es lo que quieres? —Pregunté frustrada, sabía que fuera lo que fuera no iba a estar de acuerdo con su propuesta.
Se levantó de su asiento y se movió sigilosamente por el cuarto, acercándose cada vez a mí. Lo sentí colocarse detrás de mí y rodear mi cintura con sus brazos, la piel se me erizo en el momento en que me susurro al oído.