Un nuevo día había comenzado para Jungwoo. Después de llorar toda la noche su ánimo no estaba al completo. Con pereza giro varias veces en la cama de invitados, que pronto sería suya propia, y decidió mirar su móvil aprovechando la tranquilidad de la mañana. Un mensaje lo tomó totalmente por sorpresa, una muy grata.
«Soobin»
– ¿Que te parece si quedamos hoy?
– Está bien, ¿lo décimos por el grupo?
– Emm... – Bueno, es que yo me refería a nosotros dos solos.
–¡Ah, claro! –¿Voy a tu casa? –¡Que tonto~! No sé dónde vives jaja
– No pasa nada, voy yo a la de Doyoung y listo :) –Si quieres hoy te enseño mi casa jaja
–¡Esta bien! :) –Entonces... ¿A las cinco y media en casa de Doyoung?
– A las cinco y media :)
Esa conversación le saco una sonrisa al pelinegro y con mucha energía se levantó de la cama. Tomo le desayuno como de costumbre con su tia y con su primo. La mañana pasó con rapidez y ya era hora de comer.
– Tía, hoy saldré por la tarde –informó el chico a su tutora legal.
– ¿Y tú Doyoung?¿No me avisas?
– Es que en principio no iba a salir –le admitió a su madre –. No hablamos nada por el grupo, ¿con quién quedas? –esta vez se dirigía a Jungwoo.
– Con Soobin.
– ¿A solas?
– A solas –dijo Jungwoo simple mientras acababa de comer y miraba a su primo a los ojos intentando descifrar esa mirada.
– Vamos a tener que hablar seriamente cuando vuelvas...
– Ni que fueras su mayor –dijo la madre de Doyoung mientras le pegaba una colleja– Pásatelo bien Jungwoo –le dijo su tía cariñosamente.
– ¡Gracias tía, adiós!
– ¡Adiós! –se despidieron madre e hijo.
(...)
Ya eran casi las cinco y media, Jungwoo estaba en la puerta de la casa de su primo esperando a su amiga mirando al cielo.
– ¡Oh, hola Jungwoo! –Soobin se acercó a él con una gran sonrisa.
– ¡Hola Soobin! –saludó a la chica con mucho ánimo– ¿Quieres ir a algún lugar en especial?
– Mmmm... La verdad es que no simplemente me apetecía salir un rato, ¿tú tienes algún lugar?
– Tengo una idea de un lugar que te va a encantar, ¡vamos! –con delicadeza agarró a Soobin de la mano mientras hacía que siguiera su camino.
La chica con un ligero carmesí en sus mejillas dirigía la mirada desde su mano entrelaza con la de Jungwoo hasta la cara del chico.
(...)
Ambos jóvenes, llegaron al río Han con sus manos entre lazadas. El camino fue muy tranquilo y divertido, los dos no podían quitar las sonrisas de sus caras.
– ¿El río Han? –Soobin miró a su amigo con la cabeza inclinada, demostrando duda.
– ¿No te gusta? –preguntó Jungwoo preocupado, lo más importante para él ahora era que ambos estuvieran felices y cómodos– ¡Podemos ir a otro lugar, no hay ningún problema!
– No, no, no, no. Me encanta el río Han, pero... –los nervios de Soobin se hicieron presentes, con fuerza aclaró su garganta– Ya sabes, el río Han es como el sitio mítico de citas...
Tanto las mejillas de Soobin como las de Jungwoo comenzaron a tener un color rojo.
– Bue-bueno –titubeó Jungwoo– ,los amigos también tienen citas, ¿no? –su cara cambió, al darse cuenta de lo que había dicho– Quiero decir, no somos la primera pareja de amigos que viene aquí a dar una vuelta y pasárselo bien y...– Jungwoo ya no estaba pensando en lo que decía y soltaba cualquier cosa que se le pasaba por la mente, pero fue interrumpido.
– ¿Estás cómodo conmigo Jungwoo? –Soobin dijo con seguridad, agarrando con más fuerza la mano del chico.
– Si.
– Yo contigo también, así que no te preocupes, hoy solo disfrutemos de nosotros... –Soobin le dedicó una sonrisa, una distinta, una que comenzaría algo nuevo entre ellos– ¿Tienes un chupachups?
– Eso no se pregunta Soobin –dijo entre risas el chico sacando dos chupachups del bolsillo de su chaqueta.
– ¡Dios Jungwoo, siempre tienes los mejores sabores!
¡Mmmm...! ·maracuyá·
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