4.-Malas noticias.

249 27 11
                                    


Ese día se levantó cansado y sin casi nada de espíritu.

En su mente aún seguía el rostro dolido de su "amigo" al ver a la persona que le gustaba.
Ese dolor que le estrujaba el pecho al saber de que sus sentimientos no fueran correspondidos, tanto para el peliverde como para el.

-De verdad eres el único capaz de ponerme así, Midoriya- susurró levantándose de la cama.

Pero al mismo tiempo, tenía ganas de golpear al rubio que era el que lastimaba de esa manera a su persona especial.

Quería darle un buen puñetazo en el rostro y gritarle:

"¡Midoriya está enamorado de ti, ya dile algo!"

Pero sabía que si lo hacía, los esfuerzos del peliverde por querer ser algo, tan siquiera un simple amigo para el explosivo, caerían en picada.

Tal vez, sólo tal vez, mostraría interés, pero conociéndolo mejor sabía que le gritaría y heriría con unas fuertes palabras de desprecio y asco.

Podía ser su oportunidad y consolarlo para que el menor se enamorara de él. Si, esa era la mejor opción.

Pero en cambio, no lo hizo.

Sabía que el peliverde entraría en un estado de depresión en donde nadie podría sacarlo, donde en el peor de los casos, causaría su suicidio.

-¿Qué podría hacer?- se preguntó al meterse a la ducha.

Ya nada le daba una simple respuesta.

Salió y se vistió con un traje deportivo, pensaba en salir a correr para aclarar su mente y pensar detenidamente en que hacer con Midoriya, en cambio, el motivo de su salida cambió, ahora había salido de su casa a causa de una pelea que tuvo con su padre, acerca de el por qué aún seguía sin utilizar su mitad de fuego para todas las ocasiones en que lo necesitaran.

La respuesta siempre fue la misma.

"Simplemente no quería".

El mayor le regañó y a causa de eso, el bicolor salió con un golpe que el mismo se trató y algo de enojo de su casa para despejar su mente y no enojarse para agarrar rencor contra el, cuando apenas eran las 5:30 de la mañana.

Aún no amanecía siquiera.

Tomó un tren que lo llevaría a la ciudad Fukumen, su ciudad favorita, la cuál estaba llena de buenas personas, buenos héroes y sobre todo, ofrecía una muy buena vista a los alrededores.

Para llegar a esa ciudad debió tardar cerca de 15 min, pues no estaba muy lejos de la ciudad en que vive.

Sin duda un lugar para poder pensar con claridad.

Mientras caminaba, miraba los alrededores pacíficos y despejaba su mente, llegó a la conclusión de que como no quería que sus compañeros, en especial cierto peliverde, le vieran en estado de enfado, faltaría a la escuela ese día y pediría los apuntes luego.

El sol ya estaba comenzando a salir mientras este caminaba a lo largo de la avenida sumergido en sus pensamientos.

"¿Por qué no lo entiende?"

Se preguntaba con enojo mientras trataba de tranquilizarse.

El sol le comenzó a incomodar la vista, haciendo que se detuviera en la orilla de un parque, mirando hacia el agua que reflejaba un círculo color rojo medio deforme por el mismo movimiento del agua.

Soltando un pequeño suspiro al verlo.

Cuando un fuerte viento, acompañado de gente que murmuraba cosas le hicieron mirar a su costado.

Por Su FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora