Policías y Justicieros Parte: 2.

145 4 0
                                    


Tu vives, Caminas, Trabajas, Miras, Hablas y Cantas. Luego viene alguién.
Y te ata de manos y pies.
Y te cierra la boca.
Y te cierra los ojos.
Cuando eso suceda... Recuerda a Nicola y Bart. ~

El club estaba en silencio, la mesa miraba a un punto específico del taller, no porque hubiera habido un desastre o un atentado en contra del club. Sino que veían a un joven de cabello blanco tratando de encender un viejo pedazo de chatarra.

Le había conseguido un motor nuevo, (Por no decir qué lo había robado) una batería nueva, llantas y un nuevo depósito de combustible. Pero ahora su gran problema era hacer que la máquina respondiera a sus nuevas piezas y arrancará de una vez por todas.

Y ellos... Solo lo veían apostando que en cualquier momento o la motocicleta no reaccionaría, o se caería a pedazos, o le explotaría. Todas las apuestas valían, pero solo una era la que menos probable era. Si la moto arrancase.

― Bueno... Ya lleva 3 horas en eso, nadie puede negarle al mocoso qué es determinado. ― Joseph comentó fumándose un cigarro.

― Yo digo que ese pedazo de mierda no va a arrancar ni con la patada. ― Replicó Víctor tomándose una cerveza.

― ¿Por qué seguimos viendo esto? ― Preguntó Rick mirando a sus compañeros de la mesa.

― Por qué quiero ganarme 40 billetes por eso. ― Mike respondió mirando como el joven Loud trataba de conectar las bujías en el encendido rápido.

― Joder, es que esto ya es cruel. ― Dijo Rick. ― Ese Prospect es imbécil sin retorno si piensa que eso va a funcionar.

― Lo más probable es que ni lo haya montado bien. ― Dijo Víctor. ― ¿Que sabe ese albino de motos? ¿Sabía siquiera cómo instalar el motor?

― No sé cómo lo hizo. ― Dijo Joseph. ― Mira como sigue intentando hacerla funcionar. Está perdiendo su tiempo, tiene suerte si eso no estalla.

― Oye, ¿crees que salten hasta acá las piezas? ― Preguntó Mike. ― No quiero recibir una llanta en la cara.

― Que dicen, ¿voy a detenerlo? ― Preguntó Joseph, siendo contestado con una negación unánime.

Mientras tanto, Lincoln no se daba por vencido. Esa moto lo escogió a él, tarde o temprano funcionaria. Debía confiar en Lucille, porque si no confiaba en ella, jamás sería digno de poder subir a una moto.

― Por favor nena, enciende, haz un milagro por favor. ― Pidió casi de manera desesperada. No se iba a dar por vencido tan fácilmente, había trabajado por ella como un maldito negro durante semanas. Y no le iba a dar la espalda habiendo llegado tan lejos.

― Rayos es incluso penoso de ver. ― Rick comentó mirando con algo de lástima a Lincoln. ― ¿Qué hacemos Roberto? Esto no nos lleva a nada, mejor ya denme mis 40 dólares y vayamos a beber algo.

― Ustedes vayan si quieren, yo seguiré viendo su progreso. ― Comentó el presidente mirando con atención a Lincoln.

― Me quedaré. ― Dijo Joseph. ― Sabes, yo al principio admire la tenacidad de ese chico, pero ya me está comenzando a parecer un idiota. La moto no da ninguna señal, ni siquiera chirría. Me da vergüenza ajena.

― Comprendo que duden. ― Dijo Roberto. ― Pero no me iré hasta que él lo haga. Ustedes hagan lo que quieran.

― Tengo un día tan penoso que esto es lo mejor que puedo hacer. ― Dijo en broma Mark, y algunos hermanos se rieron.

The Loud House: S.A.M.C.R.O. Libro 1: El Capítulo Gris. (ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora