Heavy Is The Head

32.La reina perdida

La humedad flotaba pesadamente en el aire, la niebla flotaba sobre los tejados de Spider's Web. La luz del sol no podía atravesar las densas nubes, la luz gris escasa iluminaba el castillo de piedra.

Hanamiya exhaló el humo de la pipa de agua en un círculo y dejó el tubo a un lado. Su cuerpo dolía agradablemente, las marcas de mordiscos y hematomas le cubrían todo el cuello, las clavículas y las caderas latiendo débilmente.

"Te vas a matar con esas cosas".

Hanamiya resopló y demostró que se llevó el tubo a los labios una vez más. "¿Y qué?"

El hombre detrás de él se movió y una mano grande se acercó para descansar sobre su cadera, acariciando la piel lastimada con el pulgar como en una disculpa. "Me gustas con vida, Hanamiya".

Makoto se encogió de hombros de la mano. "¿Me importa tu opinión y lo que te gusta? ¡Ja! No seas ridículo, Kiyoshi".

El Guardián de Kirisaki Daiichi se giró con una mueca de desprecio. "¿Qué estás haciendo todavía aquí, exactamente?"

"Uhm". Kiyoshi parpadeó con sus estúpidos y cálidos ojos marrones. "Disfrutando del atardecer?"

Hanamiya exhaló la siguiente exhalación de humo directo a su cara. "¿Atardecer? Suenas como un jodido sentimental. Oh, espera, lo olvidé. Tú eres uno. Ahora, vete de aquí".

Kiyoshi se encogió de hombros. "En realidad, estoy aquí para asegurarme de que no provoques una guerra. Las órdenes del Rey".

"Y mi cama es el lugar ideal para eso". El Rey Takeshi no vivirá más de un día a partir de ahora. Ha estado luchando contra la muerte roja por demasiado tiempo ", dijo Hanamiya, ya aburrida. "Ningún sanador milagroso puede curarlo. Rokurou Midorima simplemente alargó su proceso de muerte. Es solo cuestión de tiempo hasta que Ken Nijimura suba al trono".

Kiyoshi frunció el ceño y se sentó con una mueca de dolor. Las marcas de arañazos en su espalda estaban ardiendo. "Ken? Shuuzou es el primero en la fila, no Ken".

Hanamiya sonrió. "A partir de ahora."

La sangre del Alfa se volvió fría y se lanzó hacia adelante para agarrar la muñeca del otro hombre. "Makoto. ¿Qué hiciste?"

El Omega se encogió de hombros y su sonrisa se ensanchó. "Nada, por supuesto".

"Makoto-!"

"Hablo en serio, idioooota", Hanamiya arrastró las palabras y se recostó, estirando perezosamente y sonriendo maliciosamente cuando vio cómo los ojos de Kiyoshi recorrían todo su cuerpo antes de encontrar su camino hacia su rostro otra vez. "Decidiré espontáneamente si lo haré o no ... y ja, no puedes cambiar eso, alma de mártir bienaventurada ~"

Kiyoshi se estremeció, su ceño se hizo más profundo. "Dime."

"¿Huh? ¿Por qué debería?" Hanamiya lo miró cansado y se llevó nuevamente el tubo de la pipa de agua a los labios. "No soy tan estúpido para presentarte mis preciados secretos en bandeja de plata".

"Makoto". El agarre de Kiyoshi alrededor de la muñeca de Hanamiya se tensó. "No puedo dejarte ..."

"Qué pena que no haya pedido permiso, ¿verdad?" Hanamiya le arrancó la muñeca y se sentó, agarró su bata y agitó los dedos en un gesto desdeñoso. "Vístete y sal de ahí o llamaré a mis guardias. No quieres que el nombre Kiyoshi esté contaminado con acusaciones de violación, ¿o sí?" Él sonrió y desnudó sus clavículas mutiladas. "La forma en que me veo nadie lo dudaría".

Kiyoshi frunció aún más el ceño y lentamente se levantó, recogió sus ropas, se las puso y abandonó las habitaciones del joven señor sin decir una palabra más.