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Notó que él se tensaba y miró hacia la biblioteca para darle tiempo a
pensar la respuesta.

–Claro que lo ha sido –admitió él, tomándola por la barbilla para que lo mirara–. La otra noche tuve el mejor sexo de mi vida –añadió.

–No digas tonterías –ella no quería que le dedicara falsos halagos.

–¿Quieres que te firme un certificado para que me creas?

–También ha sido el mejor sexo de mi vida –respondió ella riendo–. Pero esto no significa nada –añadió precipitadamente.

–¿No te parece que es mejor no ponerle etiquetas?

–Mientras quede claro que solo va a ser algo pasajero...

Solo hasta que se le pasara aquella especie de fiebre que él le causaba y mientras su corazón no se viera implicado.

Goku sacudió la cabeza. –¿No entiendes que si ponemos límites querremos saltarlos?

–¿Qué sugieres entonces, que no haya reglas?

–Exactamente –él le acarició los muslos–. Y si tú quieres, tampoco límites.

Ella sabía que se refería a los físicos, y se estremeció. –¿Todo o nada?

–Haré lo que me pidas.

–¿Estás ofreciéndote a ser mi esclavo sexual? –Ella sonrió.

–Te ofrezco todo el placer que quieras.

–¿Y si tú me pides algo que yo no quiero?

–Lo dudo mucho –habló él, acariciándole el brazo.

Milk se estremeció con la expectativa –Para mí no es un buen momento para una relación, y tú no quieres tener una. Así que por ahora...

–Solo existe el ahora –Goku la tomó en brazos y fue con ella al dormitorio, Milk encendió la luz cuando pasaron al lado del interruptor.

–Me encanta el papel de la pared –comentó, mirando las viñas que trepaban por la blanca pared–. Me extraña que te gusten las flores.

–No son flores, representan la jungla –confesó él, echándola sobre la cama y
quitándole el pantalón.

Ella giró sobre el estómago y señaló un florero.

–Eso son flores.

–Porque a las mujeres les gustan –admitió él, besándole la rabadilla.

–Tenías flores el primer día que vine y no me esperabas –habló ella. Goku podía hacerse el duro, pero empezaba a ver que tenía muchas facetas que ocultaba al mundo.

–Siempre estoy preparado para la visita de una mujer –bromeó él,
mordisqueándola.

–No es verdad –Milk se volteó y lo agarró por la camisa para atraerlo hacia sí–. Vas a dormir a sus casas para poder salir huyendo. Solo me dejas quedarme porque sabes que me iré temprano –lo miró fijamente, intentando no reaccionar a la mano que él iba a aproximando a sus pezones–. Tienes flores porque te gustan.

–Está bien. Me gusta la naturaleza – admitió él. Y con una sonrisa sensual,
añadió–: Me gustan las curvas –le recorrió las caderas y posó las manos en los muslos–. Y las flores pequeñas, rosas –añadió, separándoselos y dirigiendo la mirada a su sexo antes de agacharse y, tras dibujar unos círculos alrededor con la lengua, deslizarla en su interior.

Ella ya no pudo pensar. La excitaba tan automáticamente que tardó unos segundos en dejarla jadeante y sudorosa. Él se alzó con una sonrisa triunfal y Milk lo atrajo hacia sí por la cintura.

Todo Por Un Biquini (GoChi) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora