Prólogo

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"Ingenio, superstición, ateísmo, mascaradas, versos, traiciones, devociones, venenos, asesinatos, unos cuantos grandes hombres, un número infinito de canallas hábiles y sin embargo desdichados: he aquí lo que fue Italia"
-Voltaire

17 de Abril del 2005
~Piazza del Duomo, Milán 1:30 p.m.~
El frío rozó sus suaves mejillas, sus botas repiqueteaban en la acera.
Había una gran cantidad de palomas por toda la plazuela.
Sonó el teléfono, no tenía ganas de contestar sólo quería pensar en su nombre...
El tono seguía . Se sobresaltó, era su jefe.
-Buenas Tardes- saludó
-Buenas Tardes. Te veo en el Castillo Sforzesco a las 2:00- comentó la voz
Después de la orden colgó.
Sentía que cada minuto que pasaba se volvía loco. Aquellas palabras brotaban en su mente: Juliette; la tristeza rebelde y hermosa con nombre de mujer, con gusto a su piel y aroma a su recuerdo...
Una fina llovizna le humedeció su cabello oscuro.
Se encontraba frente al Duomo di Milano con un lápiz en su mano derecha, estaba por sentarse a dibujar la imponente edificación, ya tendría tiempo de hacerlo. Por ahora solo debía apresurar el paso. De su pequeña maleta saco un paraguas.
Dirigió su paso a la estación Duomo de la línea 1 del metro de Milán.

~Castillo Sforzesco, Milán 1:45 p.m.~
Estaba de pie frente a la ultima escultura de Miguel Ángel.
-Tú y tu mala costumbre de llegar temprano- su jefe llegó a lado suyo
-No lo puedo evitar. Además estaba muy cerca de aquí- respondió
-Oh la Piedad Rondanini- dijo su jefe gustoso
-Una verdadera obra de arte ¿cierto?-se cruzó de brazos
Su jefe saco de su maleta un sobre amarillo. Y lo extendió hacia el.
-Carter. Necesito que hagas este trabajo además de una investigación-comentó su jefe
-Pensé que ya no haría más- Carter bajo la mirada
-Lo siento...
Carter abrió el sobre. Se le hizo nudo la garganta. Era ella; Juliette.

~Teatro dal Verme, Milán 8:00 p.m~
Sus ojos acaramelados estaban inquietos. Salió a tomar algo de aire fresco. Estaba por marcharse, ya era el ultimo ensayo. Tenía el violin entre sus manos.
Entro en la enorme sala. Corrió hacia el escenario.Ya la esperaban, así que empezó, la melodía era especial y algo mágica no encontraba aún un nombre para tan hermosa canción. Lograba dar una tranquilidad a cualquiera que la escuchase.
Entonces en ese momento la distrajeron aquellos ojos verdes, entro, pero no tomó asiento; solo siguió observándola sólo a ella, no ponía atención en la orquesta si no en ella. Había algo en su mirada.
Entonces acabo, la melodía acabo.
- Juliette - dijo él mientras se acercaba al escenario
- Hola - respondió ella con una sonrisa- ¿Por qué acudiste?¿ No tenías algo que hacer?
- Sólo quería darme una vuelta - dijo- y vert...
- Bien, pero toma asiento- lo interrumpió - me gustaría que te deleites con cada nota- ella estaba tan emocionada- tocaremos de nuevo, para ti- volteó y observo a sus compañeros
Carter sonrió. Se acercó a ella y la abrazo. Sonó su teléfono.
Él saco de su bolsillo su celular y lo observó. Se dirigió hacia la puerta. Ella entendió, siempre trabajaba; incluso le había parecido extraño que el llegara allá. Nunca tenía tiempo.
- Espera. Antes de que te vayas me gustaría saber si vendrás la noche que daré el concierto- ella volteó
No hubo respuesta. Él ya se había marchado.
-¿Carter?-cuestionó
Todos sus compañeros la miraron con lastima, algunos empezaron a susurrar.
Ella tomó su violín y se dirigió hacia la salida del teatro.

~L'immagine Bistrot Ristorante, Milán 8:40 p.m.~
-Ten
Carter extendió una bolsa de plástico con dos cabellos chinos castaño oscuro
Un joven de lentes frente a él tomó la bolsa. La guardo en su maleta.
-Estas preocupado- afirmó el joven
-La amo- Carter tomó su copa de vino y bajo la mirada
-Si la quisieras. Se lo demostrarías- aseveró el joven mientras tomaba su copa de vino
-¿A qué te refieres?- cuestionó Carter
-Pienso que si la amarás, no habrías aceptado investigarla; no estarías aquí cenando conmigo, no estarías aquí pidiendo que colabore contigo...-el joven alzó una ceja
-Como osas juzgarme. Es mi trabajo tenía que aceptarlo-interrumpió y golpeó molesto la mesa
-Serénate Carter. Sólo te doy mi opinión. Si yo amara a una mujer no dudaría de ella- respondió el- Pero solo es mi opinión. Respóndeme una cosa.
-Dime
-¿Dudas de ella? O solo te arrincono sin saber
Carter trago saliva. Después de todo Harold tenía razón. Él si dudaba de quien le robaba el sueño.

La Sonata del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora