La primera vez que te vi, estabas en una cama de hospital.
Te salían cables del cuerpo y parecías muerta, sin vida.
Mas, al fijarme, vi que aguantabas los dolores en silencio:
tragando saliva,
apretando los puños con fuerza
frunciendo, casi de un modo imperceptible, el ceño.
Desde ese día te admiro.
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Te vi.
Short StoryTe miraba, y no te dabas cuenta. Poco a poco, observándote con cautela, descubrí que estabas rota. Y tú misma me afirmaste que ya no era posible repararte.