Las dos verdades

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Esta forma de considerar la esencia de las enseñanzas del Buda como
enseñanzas sobre sabiduría y método concuerda maravillosamente con las
palabras de Nagaryuna, cuando dijo que todas las enseñanzas del Buda de-
ben ser comprendidas dentro del marco de las dos verdades: la verdad con-
vencional y la verdad última. Las enseñanzas esenciales de las Cuatro No-
bles Verdades han de entenderse en términos de estas dos verdades. No
obstante, cuando hablamos de comprender la naturaleza de las dos verda-
des, debemos recordar que no son dos reinos o niveles de existencia inde-
pendientes, diferentes e inconexos.
Existen diversas escuelas filosóficas con distintos niveles de compren-
sión de las enseñanzas sobre las dos verdades. Mi comprensión sobre las
dos verdades está basada en la perspectiva de los pensadores indios de la
escuela madiamika, por quienes tengo una preferencia particular que está
asentada en la admiración.
Desde el punto de vista madiamika, la realidad a nivel de la existencia
convencional está constituida por la experiencia ordinaria en el reino de cau-
sa y efecto, que es el reino de la multiplicidad y la diversidad en donde ve-
mos funcionar las numerosas leyes de la realidad. Este nivel de la realidad
se denomina realidad convencional o verdad convencional, porque la ver-
dad de tales experiencias y percepciones es esencialmente específica de
ese nivel convencional de comprender el mundo.
No obstante, si examinamos la realidad con mayor profundidad, en-
contramos la naturaleza última de la realidad, a saber, que ningún fenóme-
no o evento, ni siquiera el propio yo, existe dentro de una realidad inde-
pendiente e intrínseca. Lo que encontramos, cuando observamos más pro-
fundamente la naturaleza de la realidad, es que la causación de la origina-
ción de todos y cada uno de los fenómenos es resultado de una agregación
de numerosas causas y condiciones. ¿Qué nos indica esta naturaleza inter-
dependiente y causal de la realidad? Que no hay nada, ningún evento, ni
siquiera el propio yo, que posea una realidad independiente, autónoma y
diferente. Las cosas y los acontecimientos son, en cierto sentido, depen-
dientes; surgen dependiendo de múltiples factores. Se dice que la verdad
última es esta ausencia de todo tipo de realidad independiente y autónoma.
La razón por la que se la llama verdad última es que no es obvia para no-
sotros, en nuestro nivel ordinario de percepción y comprensión del mun-
do. Necesitamos investigar más profundamente para encontrarla.
Estas dos verdades son, ciertamente, dos lados de una misma cosa, dos
perspectivas sobre un mismo mundo. El principio de las dos verdades es
muy importante, porque afecta directamente a nuestra comprensión de la
relación entre nuestra percepción y la realidad del mundo. En la literatura
budista india encontramos una tremenda cantidad de explicaciones, deba tes y análisis concernientes al modo en el que percibe el mundo la mente
o la consciencia. Se plantean preguntas como: “¿Cuál es la naturaleza de
la relación entre nuestra experiencia subjetiva y el mundo objetivo?” y,
“¿en qué medida nuestras experiencias están constituidas por el mundo
que percibimos?”. Creo que la razón por la que han habido tantas discu-
siones, debates y análisis sobre tales cuestiones es que la comprensión de
estos temas juega un papel crucial en el desarrollo y adiestramiento de la
propia mente.
Los Dos Aspectos del Estado de Buda
Como ya hemos visto, según la tradición budista existen dos verdades:
la verdad de la realidad convencional y la verdad de la realidad última. Co-
rrespondiendo a estos dos niveles de realidad tenemos dos dimensiones del
camino: método, o medios hábiles, y sabiduría. Puesto que hay dos di-
mensiones principales en el camino, hay también dos aspectos en el esta-
do resultante de la budeidad. Uno es el aspecto de la forma, o cuerpo de la
forma de la budeidad (rupakaya), y el otro es la realidad misma de la bu-
deidad, el cuerpo de la verdad (darmakaya).
Se dice que la manifestación de la forma, o rupakaya, es la forma
de un ser completamente iluminado que existe, sólo, en relación con los
seres sentientes. Asumiendo diversas formas y apariencias relacionadas
con ellos, un buda completamente iluminado puede implicarse en toda cla-
se de actividades para felicidad y bienestar de los seres. Se dice que el
cuerpo de la verdad de un buda, o darmakaya, es la manifestación de un
buda que existe en relación con otros budas. Esto se debe a que sólo un ser
completamente iluminado puede acceder directamente al darmakaya. Pa-
ra que el darmakaya se implique en actividades que son beneficiosas para
otros seres sentientes, debe asumir otras formas de manifestación (rupa-
kaya), ya que sólo de este modo puede manifestarse ante los seres. Así
pues, el estado resultante de la budeidad puede ser entendido como el lo-
gro de los propios intereses personales así como el de los intereses de los
demás.

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