parte 6 La lección de mi vida

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En un domingo por la mañana me levanté con bastante sueño, me puse un pantalón y una camisa, me vestí totalmente y me miré al espejo que se hayaba en mi cuarto, viendo mi rostro y sabiendo que algo andaba mal en mí, recordando a mi esposa a la cual amé con todo mi corazón, sentí la necesidad de abrazarla y sentir su calor, mirar sus ojos y demostrarle todo el inmenso amor que le tuve; pero eso ya no sería posible.
A pesar de 10 largos años de que había muerto, todo era gris, todo triste sin ella, aún no lograba superarlo.
En eso mi hija entró al cuarto muy contenta diciendome que fueramos al parque y esa pequeña me sacó una sonrisa, y me dijo:

Dalia:_ papi, ¿me puedes hablar de nuevo de mi mamá?, es que siempre que hablas de ella siento como si estuviera viva y que está conmigo.

:_ ella siempre lo está, por supuesto mi niña, te hablaré de ella una vez más.

Dalia:_ claro papi, en lo mientras caminemos al parque y me vas diciendo.

:_ bueno, ¿por dónde empiezo?, ah sí, ella era la mujer más hermosa que mis ojos pudieron ver, el tipo de chica con la que siempre había soñado, ella era más fuerte que ninguna otra mujer, tan linda como tú hija y tan enojona jajajaja, pero sinceramente amé todo y cada defecto, al menos para mí esos defectos no eran nada, porque mis cristales solo la obsevaban con perfección.

Dalia:_ ¡mi mami era hermosa!, me habría gustado conocerla.

:_ así es, pero ¿sabes algo?, ella era única, porque supo entender al desastre de persona que era, supo entenderme mejor que nadie y amo cada parte de mi ser; eso la volvió el amor de mi vida.

Dalia:_ papi no llores, ella está en el cielo viéndonos y no quedría que estuvieras así.

:_ disculpame, prometo estar bien, bueno ahora vayamos a los juegos, al columpio y hay que divertirnos porque mañana hay escuela y yo tengo trabajo.

Al día siguiente llevé a mi hija hasta su salón, era lindo verla sonreír, sinceramente fue lo único que me quedaba de Alice, el amor de mi vida.
Entonces me dirigí al trabajo, el doctor Melendez llegó y me dijo que tenía que hablar conmigo, me llevó a su consultorio, ahí con muchas personas muy bien arregladas y se veía muy sospechoso todo esto, sinceramente sentí el miedo de que me corrieran o me llamaran la atención por algo que debí de haber hecho, entonces le dije a Melendez:

:_ señor, si es por mi desempeño prometo dar un poco más de mí, no quiero perder mi trabajo, usted sabe que tengo a mi hija y ...
( en eso el me miró con cara seria ).

Melendez:_ hace años a usted lo corrieron de 4 hospitales diferentes y no me interesa el motivo de ello, con esto simplemente deberia decir que.

:_ si pero eso fue hace años, ahora he puesgo mi empeño y todo.

Melendez:_ cállese!, déjeme terminar; el motivo de esto es que los hospitales que lo corrieron no supieron valorar su esfuerzo y sus virtudes en el ámbito de medicina; todos estamos de acuerdo en algo aquí y es que usted ocupe el lugar de jefe del hospital.

:_ no se que decir, no esperaba esto.

Melendez:_ felicidades Damian.

Ese fue uno de los días más felices, ni siquiera lograba creerme esa buena noticia, esto era tan magnifico.
Cuando salí del trabajo rapidamente fui a recoger a mi hija, me sentía muy emocionado por decirle la noticia, cuando llegué por ella le conté todo, y muy contenta me abrazó.

Con este puesto me dije a mi mismo que habia conseguido lo máximo; pero a pesar de ello siempre quedría seguir escalando.

Mi hermosa hija de 10 años se veía muy contenta, quizá no podía darle el amor de una madre como ella debía merecerlo, pero le daba todo lo que tenía como padre e incluso tuve dos papeles que desempeñar.
A lo largo de tanto tiempo llegué a conocer a muchas mujeres bellas pero a todas las rechazé ya que no tenía tiempo para ninguna; solo podía enfocarme en mi hija.
Le prometí que la llevaría algún día a México a conocer a mis padres y sus abuelos padres de Alice.
Estuve ausente tanto tiempo, aislándome de la familia y de todo el mundo, los padres de mi gran amor tal vez me odiarían, o tal vez sentirían rencor por no haberles dicho mi nueva dirección y no querer ver a nadie.
Tal vez llegué a tener depresión pero mi pequeña me sacó adelante y gracias a ella sigo aquí.
Seguí con mi vida cotidiana, aunque en un día martes recibí una llamada de la escuela, mi hija se había peleado y tuve que ir; al parecer una niña se burló terriblemente por no tener madre y del enojo la golpeó, hable con el director y prometí que no sucedería de nuevo, ese día nos fuimos de la escuela y compramos un pastel, nos sentamos en una banca que se hallaba en la calle y le dije.

En Busca De La Mujer PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora