Tengo un cúmulo de orgasmos en la nuca y
piedras atoradas en la garganta.
No sé como callar a mi mente cuando grita,
a veces,
le toco la puerta
para pedirle que me deje dormir.
No soporto pisar las líneas del piso
ni puedo caminar sin tropezarme,
pienso tanto mientras lo hago que
mi cabeza se llena de helio
y mis pies van avanzando tres centímetros sobre la tierra.
Cada cierto tiempo
necesito salir de este mar,
tomar bocanadas de aire,
respirar(te),
para volver a sumergirme entre tanta mierda.
Busco caminos diferentes cada día para engañar a mi mente
y que piense
que voy a un lugar nuevo
y no a este intento de casa.
Mis dedos son unas putas locas, destrozadas,
quitándose la ropa
y mi espalda
tiene un mapa tatuado explicándote como encontrarme.
Soy.
Soy un montón de comas en busca de lugar,
un grito de auxilio desde una alcantarilla,
versos regados por cualquier lado que nunca
terminan de tener sentido, para los otros.
Soy una mirada fija en la pared
o en los rostros de quienes la atraviesen
-me causa gracia-
cuando creen que los escucho, concentrada,
cuando a mi mente nadie la encuentra.
Soy un poema pasando la pubertad
escondido, entre apuntes,
en medio de una reunión importante.
Soy un conjunto de intermedios,
de indecisiones.
Lleno de pintura lo tubos de ensayo porque
no puedo elegir una sola cosa.
Me gustan de igual forma los pechos firmes y los abultados
y no logro
encajar mi cuerpo en los cuadrados de un ateo
ni en las rodillas de un creyente.
No vengo del frío ni del calor,
no sé reír sin llorar,
ni llorar sin saltar
y vivo justo, en la línea que separa
a la ciudad con sus afueras.
Por eso voy por la vida buscando señales
para hacerlas responsables de mis decisiones,
nombrando al destino como excusa
y no tener que torturarme.
He dejado tantas
cosas
f
l
u
i
r
que el agua me ha llegado al cuello.
Soy las reglas que yo misma me he inventado.
Le he puesto dosis a mis mejores recuerdos
para no desgastarlos
y mantener vivas esas cosquillas en la espalda
cada vez que pongo una gota en mi lengua.
Soy todos los disfraces que me he cambiado,
convencida,
en el momento
de que ese es el correcto,
que lo vestiré en mi funeral,
pero mi vida se sigue alargando.
Soy una desconocida para quien no me ha visto
hace más de un mes,
cada mes.
Soy miedo a las alturas que vuela cada día,
un vaso a punto del desborde,
una caja de recuerdos escondida entre la ropa.
Soy todos los deseos tragados,
poemas escondidos,
desenfrenos liberados,
una risa desubicada.
Soy las montañas desde mi vieja ventana,
la risa de los niños,
el tatareo de las canciones
con que mi padre me dormía.
Soy -creo-
el reflejo en los ojos
de un amor descontrolado.
Soy,
pocas cosas.
Soy,
ojos tristes.
Soy,
labios rotos.
Soy.
Lo que no ven.
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Si nos quitamos el cuerpo
PoetryPoesías sobre las vivencias de una joven inmigrante entre amores, desenfrenos, curiosidades, sexo, sueños atroces, tristeza y la constante presencia de la muerte. Asómate por la ventana de su piel para que tus ojos naden entre versos y todo lo que...