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Hiro salía recién de la pizzería. Su turno terminó un poco más tarde de lo habitual, todo por cubrir a su compañero mientras éste fanfarroneaba con un grupo de chicos en una de las mesas.

—¿Viste al rubio?, mierda...era tan caliente— el pelinegro río ante las palabras de su compañero, era la sexta vez en la última hora que mencionaba que tan "calientes" eran los chicos de hace un rato.

—Dime que pediste su número— el contrario negó. —¿Dices que terminé hasta tarde para nada? Eres un lento, Kubo.

¿Lento yo? Mira quien habla, el sujeto que se hace el difícil— Hiro frunció el seño por tal comentario de parte de su amigo. Eso era... diferente.

—Calla, aun no me creó que me sigas convenciendo para tus favores— Kubo soltó una pequeña risa mientras rodeaba a Hiro entre sus brazos, éste último correspondió la muestra de cariño sin problema. El mayor siempre hacía ese tipo de cosas por el pequeño japonés, podría decirse que era uno de los pocos a quien se atrevía llamar amigo.

Para su buena suerte el tema anterior terminó en el olvido, cosa que alivió al Hamada.

—Algún día te devolveré el favor... o talvez no— dijo el menor separándose de su amigo, para posterior, comenzar su travesía de regreso a casa —Te veo mañana, Hiro— el pequeño japonés por fin se retiró del lugar, dejando atrás a un sonriente Hiro.

Apenas su amigo desaparecido de su campo de visión, su cara cambió a una de intriga y nerviosismo. Miró a cada lado de la calle en un intento de divisar a quien le estuvo acosando el último mes. Nada, no había una sola señal.

Se suponía que estaría por aquí, a menos que el cabrón le haya mentido. Es una posiblidad, sin embargo, la última vez que dijo venir, si lo hizo (y Hiro terminó por ser robado), talvez el chico llegó hace un rato y se cansó de esperar. ¿Debería disculparse por haber tardado tanto en salir?Porsupuesto que no.

Un suspiro salió de sus labios, ¿Qué le preocupaba? claro que no espera encontrarse con aquel extraño. No había razón. Venga, si por medio de llamada lograba sacarle de sus casillas, en persona sería peor, eso está claro. Pero, por alguna razón... sentía curiosidad.

Hay ocasiones en las que la mente, el corazón, o la vida misma, nos juegan malas pasadas. En ese momento, Hiro sintió como un escalofrío recorrió por completo su cuerpo, también como su respiración comenzaba a cortarse.

Por uno de los lados de la acera, se aproximaba la figura de un chico con lo que parecía ser una capucha cubriendo su cabellera. No entendía el por qué, pero Hiro sentía un revuelto de emociones en su interior. A caso, aquel sujeto...

No.

Al parecer no fue más que una falsa alarma. Aquel hombre pasó de largo, ignorando por completo su presencia. Grandioso, eso fue ridículo.

Frotó su rostro con ambas manos en señal de frustración. Sentía un poco de decepción y no entendía el motivo, o talvez... se negaba aceptarlo. Colgó su mochila en uno de sus hombros, dispuesto en regresar a su departamento. Estaba oscureciendo, y no volvería arriesgarse.

Apenas dió el primer pasó, su andar fué detenido por la presencia de alguien a su espalda, una gran y morena mano sostenía su cintura. Su respiración se cortó. No podía tratarse de otro asalto, eso ya sería demasiada mala suerte, pero, tratándose de Hiro "la persona con más mala suerte en la ciudad", todo es posible.

Cerró sus ojos, esperando lo peor.

Te dije que vendría, hermoso.

¡Oh Pizza! -HiroguelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora