Has aparecido otra vez,
pero no eras una sombra,
no una imagen nítida,
no un recuerdo borroso de mi mente.
Eras una estatua,
pálida y helada,
estabas recostado junto a mí,
a punto de aferrar tus manos a mi costado.
Empecé a notar un calor,
pensé que eras tú, que te sentía,
y me alegré por un momento.
Sonreí, como tantas veces había hecho antes de derrumbarme,
y volví a notar un vacío,
como cantidad de veces últimamente.
Busque tu mirada,
tus pupilas dilatadas,
pero, no oí una voz,
no sentí ese calor que me abrasaba,
ni siquiera estaba tu figura.
Todo se volvió oscuro,
lloré,
no grité,
no me quedaban vocales,
no había eco en mi anhelo.

ESTÁS LEYENDO
Desechos de lo que fui
Poesia¿Qué mejor que desahogarse escribiendo? Solo un espacio donde cogen muchas palabras, todas sacadas desde mi interior voz, esa que no me deja dormir. Hace casi cuatro años empecé a escribir lo que me pasaba por la cabeza cuando me aburría, otras real...