En nuestro mundo, el principal enemigo siempre suele ser la cordura. Más que un enemigo, se aferra lentamente a nuestra propia visión de las cosas, causando leves distorsiones de que la realidad puede ser realmente. En ese instante nuestra mente, y más, nuestra imaginación, juegan el rol decisivo sobre nuestras propias decisiones haciendo que las acciones que definimos se vuelvan vacías, transparentes y carentes de la cordura que nos impulsaba en un principio.
Mis manos blancas no paraban de temblar, y el dolor en mi pecho no hacía más que acrecentarse. Miré el cielo y recordé el momento exacto en que todo comenzó a perder su forma. Vacilé. Casi termino de bruces contra el suelo. Me esforcé por mantener el equilibrio, y fue en ese instante que mi mente se aclaró. Me di cuento de lo que había hecho, y de como aquello no podía ser reparado.
En las noticias, anunciaban como las elecciones cambiarían el rumbo del país, aún a sabiendas de que ningún ser humano obligado a hacer algo en contra de su voluntad puede representar en ningún caso el significado del cambio. Me esforcé por no prestar atención a las palabras de la reportera, por lo que solo me dediqué a comer el pan tostado remojado en café recién hecho. Mi acompañante, solo miraba fijamente el pan en su plato. No fui capaz de comprender que significaba, o al menos, que pensamiento sería aquel que la mantenía tan distraída y fuera de sí misma. Me mantuve al margen y guardé mis palabras.
-¿Algún día cambiará todo?
Sus palabras no hacían más que reflejar la angustia que todo ser humana guarda en sí mismo, la incertidumbre de saber cual será el futuro de todo lo que nos rodea, y cual será el destino de nuestra propia convicción.
-No seas tan dura contigo misma. No es tu culpa.
El pan tostado se había enfriado. El café ya casi no tenía olor. Me levanté de la mesa y apagué el televisor. Tomé mis cosas y me despedí de la chica frente a mi. Solté palabras frías sin transcendencia alguna. Pero no era esa la cuestión. Ella no era real, y yo en su momento, también dejaría de serlo. No debía permitir que penetrase más en mi corazón.
Al salir de casa, las nubes evidenciaban la típica formación antes de una torrencial lluvia. No pude evitar sentir dolor en mi corazón. Como una puntada, los recuerdos hacían pie en mi interior, y en mi mente no había más que la triste agonía de saber que la soledad era mi única compañía. Aquel mundo no era real. Ni las personas, ni los animales, ni el viento, ni el suelo, ni siquiera ella lo era.
Antes, había tenido que mantener muchos secretos. Ocultar mis pensamientos era una tarea bastante sencilla en comparación con aquella oscilante vida. Mis acciones no tenían propósito para nadie, y así mis objetivos, resultaban efímeros y fuera de lugar para todos.
-Que vida tan patética...
Mis pensamientos no dejaban de salir a través de mi boca. En susurros, y cada vez más tenues, se perdían entre la lluvia. Mi corazón no dejaba de doler. Mis ojos ardían, y mi espíritu quebrantado no paraba de temblar.
-Tengo miedo...
Caí de rodillas en el asfalto. Me era difícil respirar. Cerré los ojos y me levanté como pude. Llegué a la estación del metro más cercana y me refugié un par de horas hasta que amainó la lluvia. Me sentía vacío. El simple hecho de volver me resultaba grotesco. No era capaz de enfrentar aquella realidad que me esperaba en casa. Ella no era real. Ya no existía, pero aún así, estaba ahí mismo. Ella estaba comiendo justo a mi lado.
El torbellino en mi cabeza no hacía más que girar cada vez más rápido. Mi estomago lo sintió, y en cuestión de segundos, el desuno estuvo frente a mi. me limpié la boca y noté que a mi alrededor las personas no dejaban de mirarme. Todos espectadores y con rostros llenos de asco. Me sentí impotente. Agaché la cabeza y entonces recordé.
-No son reales...
Metí la mano al bolsillo y sentí aquello que había sido el origen de todo mi estigma. Algo tan diminuto y sencillo a la vista que había logrado olvidarlo por completo. No saqué el artilugio de inmediato, pero logré mantener la calma sabiendo que podía utilizarlo una vez más. Si fuera posible, aún con todo en contra, existía la posibilidad de que pudiese recuperar aquello que había perdido. Aquí mundo de importarles desaparecería.
-Debo intentarlo de nuevo.
No pude hacerlo. No pude tan siquiera imaginarme presionando nuevamente el botón. Falle una vez más. Aquella tristeza y soledad se habían apoderado de mi espíritu, y mi conciencia estaba totalmente hecha pedazos.
-Es mi culpa...
Me repetía lentamente entre sollozos. Me quedé quiero un buen rato asimilando mis acciones. Nada tenía sentido. Nada había sido así antes. No era posible que mi mente y corazón hubiesen cambiado tanto. No lo comprendía.
Regresé a casa más tarde. Ella estaba dormida. No quise hacer ningún ruido. Era como una completa extraña para mí. Ella no era la misma que una vez conocí. La primera ya no existía, y eso hacía que mi corazón se afectase cada vez que lo recordaba.
Me di cuenta que en la televisión aún ponían noticias como la que antes había visto. No entendía en absoluto como podían simplemente transmitir tantas noticias sin sentido. El mundo se iba por el retrete, y todos perdían la cabeza por un par de hombres que solo sabían hablar bien frente a una multitud.
-Parece tan fácil.
Y de verdad lo parecía. Me di cuenta que nunca había tenido la capacidad de hablar con claridad frente a una multitud. Recordaba haberlo hecho. En algún momento algo así ocurrió, pero no lograba establecer el periodo correcto en que algo así me hubiese ocurrido. Me rasque la cabeza intentando recordar. No funcionó. Hacía mil mundos que no lograba recordar nada en absoluto, mi mente solo se centraba en ella, y ella ya no existía. Al menos no de la.misma forma.
Todo parecía tan distante, pero al mismo tiempo tan cercano. Mis manos aún seguían pálidas y mi corazón, aunque no tanto, seguía sufriendo el dolor de algo que ni siquiera yo era capaz de comprender. Aquel destello sin forma alguna que repetidas veces golpeaba mi pecho, no dejaba de aquejarme. Recordaba sus ojos, su olor, su voz...
En el refrigerador había una botella de vodka. Estaba detrás de los vegetales, como si alguien la hubiese ocultado a propósito. Me sentí deseoso de perderme en el alcohol una vez más. No tenía ánimos de nada en absoluto. Ni siquiera era capaz de comprender la situación en la que estaba, y mi mente no hacía más que jugarme trucos. Sentía como aquella persona que se encontraba en la habitación contigua, no era capaz de comprender lo que una vez sintió aquella a quién había perdido. Nunca me sentí más solitario, y a pesar de tener tantos recuerdos en mi cabeza, nunca me sentí tan vacío. No quería saber nada, pero sabía demasiado, y aún así, no quería olvidar nada. Me negaba a dejar escapar el más mínimo detalle de aquella que deje atrás. Ella era lo único que buscaba y que sabía no conseguiría jamás. Así lo había visto, o me lo habían mostrado aquellos mil mundos que atravesé.
-Voy a hacerlo de nuevo...
Una vez más mi corazón comenzó a latir rápidamente. Había tomado una decisión absurda. Cambiaría aquel mundo por una posibilidad finita, en un río infinito de posibilidades.
Saqué el artefacto de mi bolsillo, y lo coloqué en la mesa frente a mi. Justo en el centro. Bebí un par de vasos con vodka y en ese momento. Presioné el botón.
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Sin Tiempo
Teen FictionCuando cometes error tras error, el mundo se vuelve difuso. Las cosas comienzan a dejar de ser lo que eran y las emociones ya no tienen tanto sentido como al principio. Siempre tratando de tomar las mejores decisiones, y de cumplir con los objetivos...