Fragmento de una Fantasía

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La cabeza me daba vueltas. No paraba de pensar, o al menos intentar entender que estaba ocurriendo. Todos a mi alrededor parecían confundidos. Al menos esa impresión me daban. Me apoyé sobre las rodilla e intenté mantenerme de pie la mayor parte del tiempo que pude. Mi visión era borrosa, y la garganta me ardía. No pude evitar caer al suelo aturdido.

Diez minutos más tarde, la presión que se agolpaba en mi cabeza comenzó a disminuir. Puede sentarme, y de alguna manera recuperé la visión. No podía seguir haciendo aquello. Me estaba destruyendo. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que no había nadie. Todo lo que me rodeaba era un grupo de maniquíes muy bien hechos. Aquello parecía un almacén. Tarde un tiempo en poder incorporarme y ponerme de pie nuevamente. Saqué el reloj que llevaba en el bolsillo y entonces lo noté. Era un mundo diferente.

Me dirigí vacilante al otro lado de la habitación. La puerta tosca que me esperaba estaba hecha de una madera muy rudimentaria. Parecía muy vieja. Tuve la sensación de estar completamente solo. Del otro lado no era capaz de percibir ruido alguno, y por un instante reparé sobre aquel sitio. No lo conocía. Nunca había estado ahí. 

En mi reloj, las manillas se movían de una manera un tanto extraña. La más grande se movía más lentamente que la pequeña, y el número debajo no hacía más que disminuir. Guardé nuevamente el reloj y entonces me centre en lo que tenía frente a mi. Salí hasta la calle principal, y no había nada más que polvo y cenizas por todos lados. En las tiendas todo estaba muy quieto. No había nadie. Sentí una punzada en el pecho.

Entré en una pequeña cafetería. Había café caliente recién hecho en el dispensador, pero no había rastro de alguien que lo hubiese hecho. Solo ceniza y polvo sobre la barra, y una nota que ponía. "disfruta de tu día..." Me sentí incomodo. Tomé la taza de café frente a mi y le di un sorbo. No sabía mal. Tenía un sabor amargo muy familiar. Me sentí inquieto. Estaba solo frente a una barra bebiendo café. Salí de la cafetería y caminé un buen rato esperando encontrar a alguien. Nadie apareció.

-Esto me es familiar...

Y así era. Aquel mundo recorría todos los rincones de mi mente como si fuese un pez en un arroyo. Lo sentía muy intimo, como si ya hubiese estado ahí antes. En las calles, los autos estaban tan quietos que tuve la sensación de que alguien los colocó allí sin más. Nada excepto el polvo se movía al compás del viento. Caminé con desdén por aquella ciudad. La soledad era lo único que fui capaz de vislumbrar, y la penumbra ya próxima a caer sobre mi cabeza, me obligó a reflexionar sobre lo que había hecho. Había cambiado de mundo. Había dejado atrás uno de los tantos sitios que había pisado, y en ese momento, me encontraba nuevamente en un mundo donde ella no existía. Uno donde solo yo existía, o al menos era capaz de percibir ese hecho.

Mi estomago comenzó a rugir. Sentí hambre después de mucho tiempo. Decidí entrar en una tienda, y comencé a comer papas fritas y cualquier otro snack que se cruzaba en mi camino. Bebí tanta gaseosa como fui capaz, y aún así nada logró llenar el vacío, nada fue capaz de consolarme en absoluto. Tomé un panecillo relleno, y entonces recordé la primera vez que la vi.

-Lamento haberte golpeado. -Le dije a la chica después de haberme tropezado-. Venía distraído...

Sus ojos color alga me impresionaron de especial manera. No era capaz de dejar de mirarla. Mi corazón vibro, y ella fue capaz de notarlo. En el suelo, un par de panecillos rellenos esperaban a ser levantados. Estiré la mano para tomarlos, y en un momento inesperado rocé la de aquella chica. Se sonrojo inmediatamente.

-Lo siento. -Dijo ella.

Levanté los panecillos pero no pude devolverlos. Se había ido, y con ella mi admiración...

Sentí algo cálido recorriendo mi mejilla. No reparé en limpiar las lágrimas de mi rostro. Abrí el panecillo y comencé a comerlo. Nada había tenido tan buen sabor en mucho tiempo. No quería levantarme, pero algo me impulsó a hacerlo. Comencé a escuchar voces. Como si una gran multitud estuviese a punto de entrar en la tienda. Todo se nubló repentinamente. Me levanté y salí de la tienda. Como una superposición, comencé a darme cuenta de que no estaba solo. Las personas comenzaron a formarse a mi alrededor. Caminando de aquí para allá, como si nada hubiese pasado. Los autos comenzaron a moverse, y dentro de ellos las personas reaparecían como si fuesen fantasmas. El miedo me invadió. Saqué el reloj de mi bolsillo y me di cuenta entonces. El reloj se había parado y el número debajo había aumentado.

-No puede ser.

Por primera vez aquello había ocurrido. El número que representaba la divergencia de aquel mundo era más alto que el anterior. Me emocioné, y después de mucho tiempo, tuve esperanzas. Las personas permanecieron allí, en un estado fantasmal sin llegar a ser sólidos completamente. Nadie nunca logró notar mi presencia. Caminé ensimismado mirando el indicador de mi reloj. No sabía a plenitud el significado de aquel repentino cambio, pero, algo había cambiado, y eso solo significaba una cosa. Significaba la posibilidad de poder volver al punto cero de partida, y quizás, un poco más atrás para evitar aquel nefasto error que había iniciado todo.

Vagamente recordaba su nombre, pero la sensación que me brindaba su compañía jamás había dejado de revivirla una y otra vez en mi mente. Deambulé por toda la ciudad intentando avivar los recuerdos que yacían aun dormidos en mi interior. Nada funcionó. Solo seguí caminando sin rumbo fijo esperando poder encontrar las respuestas que tanto ansiaba. Nada tenía sentido alguno, y aquello felicidad momentánea que mi corazón sintió, nuevamente comenzaba a desvanecerse. Mis miedos se hicieron presentes, y la nostalgia cobro partida nuevamente en mi espíritu.

-¿Qué buscas? -Una voz detrás de mi cuestionaba mis acciones.

-No entiendo como es posible... -Dije sin reparo.

-Si lo analizas profundamente la respuesta escapará de tus manos.

No entendí sus palabras. Su mano estaba extendida en mi dirección, y en cuanto levante la mirada, me fijé en que su rostro estaba dibujada una tenue sonrisa.

-Hola, mi nombre es Maryse. ¿Estás perdido?

Me sorprendió su manera de acercarse, y la espontaneidad con la que lograba expresar sus palabras.

-Hola... -Respondí perplejo tomando su mano-. ¿Cómo es que puedes verme?

Aquella persona era la única que era tan tangible como yo, el resto, no eran más que simples transparencias o superposiciones; siluetas de personas que no sabía si existieron o llegarían a existir en algún momento.

-Estas buscando algo que no sabes si encontrarás.

-¿Cómo sabes eso?

-Ambos buscamos lo mismo...

No supe que responder. Ella solo me miraba fijamente, sin perder la calma en ningún momento. Sus ojos café solo reflejaban una aterradora calma que no era capaz de comprender. Me sentí perturbado.

-Te ayudaré a encontrar eso que buscas.

-¿Cómo puedo confiar en ti?

-Ya lo harás. Este evento estaba predestinado, así como el indicador de divergencia se alteró en tu reloj.

Mi corazón se estremeció. Ella lo sabía. Quizás sabía lo que había hecho.

-¿Quién eres?...

Su rostro se tornó sombrío.

-Yo también he logrado viajar en el tiempo.

Sin TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora