Me sentía incomodo en aquella cama. La habitación era fría, y la pintura blanca sobre las paredes y el techo, empeoraban la sensación que mi cuerpo experimentaba. A penas si podía abrir bien los ojos. Mis brazos y piernas estaban muy entumesidos como para intentar levantarme. Me miré el cuerpo y mis ropas ya no las traía conmigo. Tenía en cambio una bata de hospital.
No lograba recordar a plentud como había llegado hasta aquella habitación. Mi visión era borrosa, por lo que no podía distinguir con claridad nada más allá de la cama. Un reloj no paraba de sonar. Las manecillas emitían un ruido tan característico que aquel sitio se me hizo muy familiar. Guardé la compostura y espere a recuperar un poco la normalidad en mi cuerpo.
-El programa no puede retrasarse...
Era la voz de un hombre joven tras la puerta de la habitación. Supé que en cualquier momento tendría compañía. Los pasos se escuchaban cada vez más cera, y por los sonídos, supe que era más de una persona la que entraría en la habitación.
-La chica, ¿la reconoces? -Preguntó uno de ellos.
-Es muy parecida a la que hará la misión prometeo.
Inmediatamente comencé a sudar. Maryse no estaba conmigo. Me pregunté a que se referían con aquello que llamaban "misión prometeo". Tuve un mal sabor de boca. Mi mente comenzó a divagar, y por un instante casi olvido que aquellos seres pronto estarían junto a mi. El pestillo de la puerto comenzó a girar lentamente. Trague saliva, y actué como si aun estuviese incosciente.
-Aun esta dormido.
-Revisalo.
Comencé a temblar. De alguna manera me sentía inseguro. Mi corazón no dejaba de latir a gran velocidad. Entonces sucedio. No pude evitar moverme y me levanté de imprevisto. Aquellos seres, eran como un ser humano común y corriente. Estaban ensimismados al ver como de un impulso me senté sobre la cama. No parecían querer hacerme daño, pero aquel ambiente me recordaba sobremanera al sitio donde tenían a Dotty. Me enfadé y comencé a proferir gritos.
-¿Qué es este lugar?
-Te encontramos inconsciente en el estacionamiento que esta frente al edificio -dijo uno de ellos sin inmutarse-. Simplemente te trajimos para atenderte, y saber quien eres.
Respiré profundo e intenté calmarme. Ciertamente aquellos humanos eran naturalmente más sinceros y calamdos que los que recordaba.
-¿Dónde está Maryse? -Pregunté más sereno.
Una mujer que iba con ellos no se contuvo y me dijo donde estaba, pero a pesar de su amabilidad, también me dijo que no podía salir de aquella habitación tan facilmente. Me sentí incomodo, y extrañamente aprisionado. No me detuve en expresarles mi desconcierto.
-¿Por qué planean mantenerme encerrado aquí?
-No eres cómo nosotros, y nos intriga saber qué especie o a qué raza perteneces.
Las paabras frías y calculadoras de uno de aquellos chicos me conmocionó. No sabía a que se refería con especia o raza. Claramente eramos de la misma especie, eramos humanos todos los que nos encontrabamos en aquella pálida habitación. Algo no encajaba en sus expresiones. Sus rostros no transmitían emoción alguna. Me pregunté si aquello era real.
-¿Ustedes a qué raza pertenecen? -Pregunté dudoso.
Ellos no respondieron directamente. Simplemente me miraban fijamente, a tal punto que senti que sus pensamientos cruzaban de alguna manera los mios. Fue entonces cuando una voz comenzó a hacer eco en mi cabeza.
-"Somos una civilización compleja. Ustedes los humanos son interesantes."
Se me erizó la piel.
-¡Ya fue suficiente! - Gritó un hombre al entrar bruzcamente en la habitación-. Les pedí que descubrieran quien es él, no que le muestren más de lo permitido.
El hombre con vestimenta militar, lucia mucho más humano que los otros tres, y claramente tenía más emociones que ellos juntos. Supe de inmediato que aquello era real. Recordaba un lugar similar. Y aquel hombre, con el uniforme lleno de medallas y reconocimientos, me esultaban tremendamente familiar. Era el área 51.
-Ya lo entiendo... -Dije entre murmullos-. Sé donde estamos. ¿Realmente creen que soy como ellos?
-Sabemos quien eres Dr. Jules.
Hacía mucho que alguién no me llamaba por mi nombre. Ni siquiera Maryse lo conocía. Aquel hombre sabía quien era yo, y por alguna razón, aquello me hacía sentir incomodo.
-No tienes permitido salir de aquí. Al menos no hasta que nos digas de que época vienes.
Sonreí ligeramente.
-No tienes idea.
-No saldrás de este sitio hasta que respondas a la pregunta.
El hombre se dio media vuleta y salio de la habitación. No sin antes ordenarle a aquellos tres seres extraños que me vigilasen celosamente. Estaba acorralado. Rapidamente intenté hallar la forma de escapar, pero aquellos chicos no me dajaban muchas alternativas. Supuse que inlcuso podía usar un enorme ventanal que se encontraba en una de las paredes. Entonces me di cuenta de cuan irónica es la vida. A lo lejos lograba divisar una plataforma de lanzamiento de naves espaciales. Misión Prometeo ponía en letras grandes el costado de la nave. Inmediatamente supe que aquella era la época que Maryse había dejado atrás. Una chica identica a ella, se encontraba en el interior de la nave.
-¿Hacia dónde va esa nave? -Pregunté impactado.
-Viajará al futuro y de regreso -respondió la chica nuevamente-. Este mundo, el mundo que los humanos han creado está llegando a su fin. Su única alternativa es intentar revertir lo que han causado.
Entendía las palabra de aquel ser, sin embargo, me era dificil creer que estuviese observando aquel momento exacto. El mundo que Maryse había dejado atrás y al cual anhelaba tanto volver.
-¿Dónde están mis cosas? -pregunté.
Uno de los chicos señaló un pequeño baúl en una de las esquinas. Tenía la esperanza de que no se hubiesen llevado el artefacto que se encontraba en el bolsillo del pantalón. Me acerque presuroso y levanté la tapa. Ahí estaba todo. Lo primero que hice fue mirar el indicador de divergencia. Había cambiado. El número era más pequeño que el anterior. Quizas nos movíamos en la dirección correcta. Tomé mis ropas y me vestí rapidamente. En el bolsillo seguía el artefacto. Me dirigí a la puerta e intenté salir. Pensé que aquellos seres intentarían detenerme, nunca lo hicieron. Me pregunté porque no lo hacían.
-"Tu mundo está llegando a su fin. No haremos esfuerzos en vano."
No me detuve a discutir. Salí de la habitación, y comencé a buscar a Maryse.
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Sin Tiempo
Teen FictionCuando cometes error tras error, el mundo se vuelve difuso. Las cosas comienzan a dejar de ser lo que eran y las emociones ya no tienen tanto sentido como al principio. Siempre tratando de tomar las mejores decisiones, y de cumplir con los objetivos...