Capítulo 3

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El pasillo estaba oscuro, pero Jaehwan sabía que había alguien de pie en él por la forma en la que la luz que provenía del baño delineaba la silueta.

Era Hakyeon, con una mano sosteniendo el pomo y con la cabeza apoyada en la puerta. Lucía derrotado, como si no sólo hubiese estado intentando convencer a Hongbin de dejarle entrar, sino también luchando consigo mismo y sus demonios.

Cuando Jaehwan pasó por su lado, Hakyeon no levantó la mirada ni le dirigió la palabra. Tan sólo fue testigo de cómo Hongbin abría la puerta con el rostro compungido y era abrazado inmediatamente por Hakyeon. Luego la puerta se había cerrado tras ellos, excluyéndolo a él y al resto del mundo.

Jaehwan experimentó un vacío en el pecho, y más que celos, lo que sintió fue genuina curiosidad. Tal vez se debió a las aseveraciones de Hyuk acerca del posible interés romántico entre Hongbin y Hakyeon. Pero como cualquier sorpresa, aquel hecho era difícil de asimilar.

Había otras cosas que a Jaehwan le parecían sorprendentes. Como la manera en la que Taekwoon había reaccionado ante la noticia. Siempre pensó que, si había alguien a quien Hakyeon le había hablado primero acerca de sus sentimientos, ese habría sido Taekwoon. Verlo actuar de esa forma con la persona con la que pasaba la mayor parte del día y con la que compartía casi todo, era increíble e injusto. Jaehwan había estado a punto de lanzarle algo a Taekwoon en la cabeza de no ser por Wonsik y su arrebato. Era sabido que ambos eran una pareja explosiva, pero jamás había sospechado hasta qué punto Wonsik podía ser paciente con su hyung.

Pero por ahora, lo que lo mantenía expectante era esa puerta cerrada.

Se detuvo en la entrada de su cuarto y miró en dirección al baño, persuadiendo a su consciencia de que no iba a hacer nada malo. Echó un vistazo rápido hacia la puerta de la habitación de Taekwoon y en dirección a la sala, y al no percibir moros en la costa se plantó sigilosamente en el umbral del baño.

Al principio no pudo escuchar nada, pero conforme sus oídos se fueron acostumbrando al silencio, pudo percatarse de los murmullos en el interior. Era una voz suave, probablemente la de Hakyeon tratando de consolar a un Hongbin muy afectado. Jaehwan pegó su oreja a la madera y oyó mejor.

–Háblame –decía Hakyeon casi con desesperación.

Hongbin no decía una sola palabra porque no quería que su voz se quebrara al hablar. Jaehwan lo supuso puesto que así se comportaría Hongbin en caso de sentirse débil.

–Está bien. Yo estoy bien –continuó Hakyeon –. Y si yo lo estoy, ¿por qué no deberías estarlo tú?

–Porque no soy tan valiente como tú. Porque me siento como un maldito traidor al decir que tendrás que enfrentar todo tú sólo.

–Y eso también está bien. No me pasará nada si me toca lidiar con algo de peso extra.

– ¡Pero es injusto, hyung! –exclamó Hongbin, quejándose como muy pocas veces lo hacía –. Si tan sólo no fuera tan cobarde, yo...

–Hongbin, escúchame. Todo va a estar bien. Yo voy a estar bien. Y voy a estar mucho mejor contigo a mi lado, pero tienes que ser fuerte para mí.

– ¿Sabes qué es aún más jodido? –Hongbin sollozó –. Que te viste obligado a confesar tus verdaderos sentimientos por encubrir ese estúpido rumor.

–Hongbin, no hagas eso. No sigas –le pidió Hakyeon con angustia.

Jaehwan no podía verlo, así que no podría jamás asegurar que Hakyeon le estaba rogando a Hongbin que no se lastimara más con lo que decía o si le estaba impidiendo hacerse un daño físico. Lo que sea que estuviese sucediendo, Jaehwan se desesperó un poco.

Podrías ser tú... o yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora