El día en el que Woojin debía llegar temprano, el mundo pareció confabularse en su contra.
El despertador no sonó, o al menos él no se dio cuenta cuándo había estirado la mano y lo había apagado. Al salir, en el cielo estaba la nube gris más grande que jamás hubiese visto en su vida y el agua se precipitó hacia la ciudad en el instante en el que había reparado en que se había olvidado el paraguas en casa. Para ese entonces ya iba demasiado lejos y al llegar a la empresa estaba empapado hasta los talones.
Había llegado cinco minutos tarde, todo porque un grupo de fanáticos se había aglomerado afuera del edificio y le habían impedido el paso.
Cuando recibió la noticia de que uno de los bailarines principales de Vixx se había lesionado la rodilla y que le habían elegido a él para sustituirlo, jamás se imaginó que pasaría por todo aquel suplicio.
Había entrado al edificio por la parte trasera, no sin antes verse obligado a convencer a un guardia de por qué se hallaba allí y la razón por la que no había ido por la entrada principal. Eso le tomó cerca de diez minutos, minutos en los que el hombre llamaba por su intercomunicador a recepción y confirmaba que su nombre aparecía en una larga lista. Woojin quería tomar el arma del cinto de aquel sujeto y dispararle en el cráneo, pero se abstuvo y entró presuroso a la empresa.
Jamás en su vida había caminado por esos pasillos. Parecían un laberinto y llegado un punto, había comenzado a exasperarse. Le tomó por lo menos un par de minutos más encontrar los elevadores y subir hasta la última planta.
La vista era mucho más familiar y supo de inmediato a qué lugar debía dirigirse. La lluvia no había cesado, e iba dejando un rastro en el suelo por el que lo habrían incriminado si le hubiese disparado al guarda. Podía escuchar únicamente la goma de la suela de sus zapatos rechinar contra las baldosas y el rumor del aire acondicionado de las salas a su alrededor.
Iba concentrado en ese sonido cuando algo llamó su atención.
Se detuvo en seco y se giró sin lograr ver nada a su espalda. Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza al notar de nuevo un murmullo a su lado. Pero no había nadie a simple vista y creyó entonces que alguien le estaba jugando una broma. Reanudó su marcha y a medida que se iba acercando a la última puerta, más audible eran las voces.
Sabía que se estaba desviando de su destino dos puertas más atrás, sin embargo, ya no podía detenerse. Dio el último par de pasos casi con desesperación sólo para ser testigo de una escena que le heló la sangre.
En medio de la sala, estaban dos personas de pie riendo por lo bajo y susurrándose cosas que Woojin no alcanzó a escuchar. La habitación estaba completamente oscura, pero Woojin pudo reconocer dos siluetas masculinas. Eran casi iguales, misma complexión, cortes de cabello similares y con lo poco que Woojin pudo apreciar, poseían un modo de caminar bastante parecido. A excepción tal vez de su altura, ambos chicos podrían haber sido uno sólo.
El más alto, sostenía por la cintura al otro sujeto y le acercaba a su cuerpo con fuerza, a pesar de que era escurridizo. Otra risa escapó de la boca de alguno de ellos y seguido, el sonido murió en un beso veloz y profundo.
Woojin abrió sus ojos tan grande como pudo y agradeció que nadie lo hubiese visto husmeando, porque de no haber sido así seguramente no habría podido siquiera abrir la boca para defenderse.
-Basta, basta -escuchó decir a aquel par.
Y luego otra risotada. La madera crujió cuando el más bajo logró zafarse del apretado abrazo y corrió para alejarse.
-Tenemos qué practicar. Prometiste que me enseñarías.
Los chicos se juntaron de nuevo y le dieron la espalda, impidiéndole ser testigo de algún otro contacto entre ellos.
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Podrías ser tú... o yo.
FanfictionUn bailarín los vio, le contó a una estilista y el rumor se esparció como un virus por la empresa. Jaehwan lo oyó, se lo dijo a dos de ellos y otro ya lo sabía. -Me gusta un chico.-Les dijo Hakyeon, y fue así como Taekwoon se enteró. - ¿Quién es...