Mi claustrofobia disminuye un poco. Vuelve a aumentar al ver la pequeñez del túnel cilíndrico que se cierne ante nosotros. Es un conducto sucio y abandonado, de unos 70 cm de diámetro.
- ¡Estamos salvados! - grita Roger, entusiasmado.
Aun así, yo no pienso lo mismo. De hecho, ese agujero roñoso me parece más bien una puerta al infierno que una salvación.
- ¿Y… y donde nos llevará ese camino? - pregunto, un poco asustado.
Estoy temblando. Sólo de pensar en pasar por ahí me pone los pelos de punta.
- Bueno, hay tres posibilidades… que salgamos por un lado, que salgamos por el otro o que nos encontremos un laberinto de túneles ahí abajo y nos perdamos.
Roger hace una pausa.
- Aun así, no tenemos ninguna otra opción.
Roger se prepara para entrar. Flexiona sus piernas, se estira en el suelo, y empieza a reptar, entrando en el penetrante hoyo.* * *
Roger avanza por el túnel con un brazo delante para no quedarse con los hombros atascados. Yo voy detrás suya, imitándole aterrorizado. El túnel apenas es lo suficientemente alto como para levantar la cabeza. Tenemos que ir reptando lentamente y cuesta arriba.
Estoy sufriendo como nunca, pero aguanto las malas pasadas de mi mente, antes de que me hagan gritar y cause un posible derrumbamiento. El terror de quedarme atrapado allí me atormenta aún más. Después de esto, no volveré a entrar en una cabina telefónica nunca más.
Hemos pasado la cuesta arriba. Ahora el terreno es recto. El peligro de resbalarse hacia atrás está ausente. Aun así, sigo teniendo un mal presentimiento.
Después de la recta, viene una bajada. La pendiente facilita el paso, pero no deja de resbalar. La pendiente se agudiza. De repente, el camino se abre y resbalamos los dos. No podemos parar. Caemos sin control. Vemos un foso de agua bajo nuestros pies. Roger se agarra en una rama que sobresale de la pared. Yo me agarro a su pierna. Nos quedamos colgando.
- Eso estuvo cerca… - dice Roger, fatigado.
Nos calmamos unos segundos. Se oye un fuerte estrépito.
- ¿Que ha sido eso? - pregunto, alarmado.
- Es la rama… ¡Se está rompiendo! - grita Roger, descontrolado.
Roger está hiperactivo. No puede dejar de moverse como quien tiene espasmos.
- ¡Cálmate, Roger! ¡Si continúas así, la rama se romperá, caeremos al agua y nos ahogaremos! - Grito, desesperado.
Roger se calma. Aun así, la rama sigue rompiéndose.
- ¡La rama se va a romper!
Finalmente, el pequeño tronco se rompe.* * *
Me levanto. Toso, molesto por el agua que ha entrado en mi boca. Estoy vivo, y Roger también. El agua nos ha arrastrado a lo que pareció un río, cuya corriente nos ha llevado por un conducto hasta un extraño edificio. Parece una fábrica abandonada.
Me fijo más en mi entorno. Alarmado, veo a Grövich manipulando líquidos de colores variados.
- ¡Mira quien ha venido a visitarme! - dice Grövich, con tono sugerente.
Parece que su corazón es incapaz de contener semejante sensación expresada de tal manera. Se hace una larga pausa.
- Te mataré… - digo, en voz baja - ¡Te mataré maldito Ruso de mierda!
Mi tono de contención susurrante se ha convertido en un grito posesivo.
- Me lo quitaste todo, ¡mi trabajo, mi hermana! ¡¡Mi vida entera!!
- ¡¡¡Yo soy el que habla aquí!!! - me interrumpe, gritando como nunca.
El ambiente se calma. La respiración de Grövich se oye de fondo.
- Verás, os puse un micro en la caja. Reconozco que a tantos metros bajo tierra, la señal era mala, pero era fácil entender la conversación. ¡Enhorabuena, Roger! ¡Después de 30 años, sigues sin comprender mi verdadero objetivo! - dice Grövich, rompiendo el hielo.
Roger permanece paralizado.
- Verás, en Rusia, hace ya más de 30 años, descubrimos un nuevo material: El Magnonium. Los componentes de ese material le otorgaban una gran capacidad masivamente explosiva al ser comprimido. Pero los americanos nos robasteis el descubrimiento… ¡Os llevasteis todo el mérito!
Grövich vuelve a hacer una larga pausa.
- Luego lo hicisteis secreto y lo administrasteis des del propio gobierno… ¡Esa fue la gota que colmó el vaso!
Grövich parece una bestia desatada. Su acento se nota más que nunca.
- Encontré una gran fuente de Magnonium detrás de las montañas de Glephnir. ¡Empecé el contrabando para encontrar una manera de activarlo y destruir este maldito país de una vez por todas! Cuando encontré la información que necesitaba después de 30 años buscando, ralenticé las ventas. ¡No me ablandé, de hecho, me reforcé, amigo mío!
Roger no sabe qué hacer. Permanece paralizado ante la escalofriante historia que acaba de oír.
Detrás de Grövich están mi hermana y Johan atados y amordazados.
- Serás… - digo, temblando - ¡¡¡Serás hijo de perra!!!
Salgo corriendo hacia Grövich, dispuesto a darle un puñetazo. Este saca la pistola y dispara. Del cañón sale un dardo paralizante. Me da de lleno en el pecho. Aun así, mi puño llega a su cara.
- Maldito… - dice Grövich, frotándose el moratón de su mejilla - esto te calmará un poco…
El dardo me ha inmovilizado, pero aún sigo consciente. Johan da un grito de horror, aun siendo taponado por la cinta americana de su boca.
Grövich mira hacia Roger. Roger duda. Le apunta con la pistola. Roger se decide y corre hacia Grövich. Este aprieta el gatillo y el dardo se clava en el pecho de Roger, sin surgir efecto.
Roger le encasqueta sus dedos entumecidos en la su otra mejilla.
- Vaya… parece que me las has dejado a juego… - dice Grövich, en tono sugerente.
- ¡Deja de burlarte de mí! - grita Roger, acomodándose el traje antibalas.
- Una boca en busca de un puño… - vuelve a reírse Grövich, ignorando completamente las palabras de Roger.
Roger estalla. Se abalanza contra Grövich, pero este se defiende y lo empuja hacia atrás. Roger le replica una patada en el hígado. Grövich se retuerce de dolor. Aprovechando la coyuntura, Roger le da dos puñetazos en el brazo y uno en la frente. Grövich se sujeta el brazo y da dos nudillos a Roger en la boca. Roger se la vuelve a encajar y le coge la pistola. Le dispara un dardo en la frente y este cae rendido al instante.
- Así aprenderás - dice Roger.
Este me levanta y me sienta en una silla de al lado.
- ¿Estás bien? - pregunta preocupado.
- Sí… - digo, con voz de cansancio - corre, date prisa y libera a Johan y a mi hermana.
Roger quita la cinta de la boca de mi hermana. Luego la de la boca de Johan.
- ¡No puedo desatarlos! - grita Roger, de repente.
- ¿Por? - pregunto, alarmado por dentro y no por fuera (el cansancio me lo impide).
- ¡El nudo está cerrado por un candado!
- ¿Y qué hacemos? - pregunto.
- ¡Seguro que tiene la llave en su despacho!
- ¿Y dónde está?
- ¡En el piso de arriba! ¡Voy a buscarla!
Roger sube unas escaleras de metal situadas en el fondo de la sala. Suenan muy inestables. Llega al piso de arriba y entra por una puerta. Se oye cómo revuelve objetos y abre cajones y armarios.
Mientras tanto, me fijo en Grövich, que está en el suelo. Tiene pequeños espasmos, parece que su cuerpo sufre minúsculos temblores: sigue vivo. Johan y mi hermana ya no llevan la cinta en la boca, aun que llevan rato callados. Parece que aún están asimilando todo lo sucedido.
- ¡Tengo la llave!
Roger me sorprende con el grito y me saca de mi zona de ausencia mental. Este desbloquea el candado de Johan. Se estira para desentumecerse los brazos. Roger intenta desbloquear el candado de mi hermana, pero esta no encaja.
- ¡Ups! Debe de haber dos llaves… déjame buscar la otra, no tardaré nada.
Mi hermana asiente con la cabeza. Roger vuelve a subir y al cabo de un rato vuelve a bajar con otra llave. Esta vez, la llave coincide con la cerradura del candado. Al ser liberada, mi hermana corre hacia mí tan rápido como puede. Me da un fuerte y largo abrazo. Reacciono con sorpresa, pero en seguida se lo devuelvo.
- Yo… también te he echado en falta… - digo, sonriendo con los ojos entre cerrados.
Johan y Roger disfrutan tiernamente de la bonita escena.
- Por fin… - dice mi hermana, por primera vez des de que llegó.
Un sonido estridente interrumpe la escena. Es el sonido más fuerte que he oído nunca. Es…. Es…. Es un disparo. El más potente que he notado jamás. Mi hermana me suelta. Pongo mi mano en el pecho. Estoy sangrando. Y mucho. Mi hermana está sujetando el arma. Una sonrisa malévola se luce en su cara.
- Her… hermana…. Por… ¿Por qué…? - digo, con la voz más débil que me ha salido nunca.
- Yo sí que conocí a nuestro padre… - me interrumpe - Era un cretino… no tardé en unirme a Grövich… ¡y te lo tragaste todo!
Pronto mis párpados empiezan a pesar. Miro a Johan y a Roger, estupefactos, contemplando el gran cambio de ambiente. Alargo mi mano, intentando pedir ayuda, pero no llego a decir ni una palabra más.
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Una Botella Debajo de la Mesa
Misterio / SuspensoRoy Ricky es empleado de una pequeña biblioteca de su ciudad. Su vida da un giro inesperado cuando descubre por accidente una tercera fila de libros sin lomo escondida entre las dos de los lados de las estanterías de la sección infantil. Sorprendi...