"Always taste like you."

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"Incluso si me escapo

Y le doy unas vacaciones a mi corazón. 

Las fresas y los cigarrillos...

Siempre saben como tú." - Strawberries and cigarettes.


Cuando Jungkook tenía veinte años decidió confiarle a alguien, por primera vez, su secreto más profundo; ese que le provocaba un nudo en la garganta y una picazón en los ojos producto de las lágrimas que se negaba a derramar. Ese secreto que nunca más fue capaz de decirle a otra persona, asustado de las raíces negras que había echado en su corazón.

Habían pasado muchos años desde entonces y mientras observa a Jimin caminar entre el mar de personas que se acumulaban en la sala de la familia Kim, le es inevitable pensar en esa tarde de hace tanto, en la que los brazos del – en ese entonces – más alto de los dos, le sostuvieron antes de que se desmoronase.

Jimin nunca había contado a nadie, ni siquiera a su hermano, lo que Jungkook le había confiado en ese entonces. Había cumplido al pie de la letra la promesa que le obligó a hacer, roto en lágrimas mientras el mayor era incapaz de reaccionar a lo que había escuchado, a lo que ahora llevaba sobre su conciencia.

¿Qué peso había instalado en los hombros del – ahora – más bajo de los dos?

No había día en que no se preguntase qué hubiese pasado si Jimin no estaba ahí para ser el testigo mudo de su dolor, qué hubiese pasado si alguien más lo descubría. Jungkook cargaba día a día, momento a momento, con aquel secreto que había terminado por abrir la brecha definitiva entre lo que era su vida y lo que siempre deseó.

Kim Taehyung siendo parte de la segunda categoría.

Y ahora, mientras observaba a Taehyung en la distancia, en medio de todos los rostros que se desdibujaban, no podía evitar pensar en los giros extraños que daba la vida. Una parte de sí quiso huir como había hecho en el aeropuerto, la otra quería simplemente atravesar la sala hasta él y mientras las voces enmudecían, ocultarse en el hueco de su cuello y llorar.

Llorar por todo lo que no fueron y que los hirió tanto a ambos.

Llorar por todo lo que fueron y lo rápido que se escapó de entre sus dedos.

.- ¿Estás bien, bebé? – la voz de BaeYul es un susurro sobre su oído izquierdo mientras su mano se instala en la parte baja de su espalda, sus dedos tamborileando levemente sobre su piel cubierta por la camiseta en un gesto que sólo quiere decir "estoy aquí".

Sabe que se ha perdido entre sus pensamientos, que ha dejado ver de más cuando BaeYul lo gira levemente hacia sus padres, a quienes un gesto preocupado les surca el rostro. Jungkook tensa una sonrisa, la que aprendió a forzar desde que tenía quince años y se recuesta levemente en el hombro de su novio en busca de un poco de calma.

Un poco de presente que borre las oleadas de pasado que ahora le ahogan.

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