Capítulo 1 - incendio forestal

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La oscuridad, todo en aquel extraño sitio era oscuridad, "¿estaré muerta?" pensé, "¿estaré durmiendo?" pensé apenas dos segundos después, entonces lo vi, vi como aquel inmenso espejo rojo se empequeñecía hasta dejar solo un punto de luz en la nada que al instante se desvaneció como la vida de una pequeña mariposa, oscuridad, nada mas que oscuridad, por todos lados oscuridad, no podía sentir mi propio cuerpo, solo oscuridad, pero esa oscuridad no daba miedo, solo era negrura inofensiva que no dolía, tras ello, un sonido me hizo avanzar hasta llegar a una plataforma de piedra en mitad de toda la oscuridad, el único cuerpo que daba luz, subí por los escalones hasta llegar al centro de aquel pedroso pedestal, sentí cansancio repentino que me tiró a el regazo de aquella roca para solo sentir como mis párpados caían haciéndome dormir en aquella inmensa oscuridad, en aquella oscuridad, en esa lejana oscuridad, oscuridad.

Abrí los ojos, era raro puesto que al realizar aquella simple acción sentí como si no lo hubiera hecho en mucho tiempo, no estaba cansada, pero si muy agobiada, me dolía mucho la cabeza, como si hubiera caído de cabeza desde un lugar muy alto, aunque eso era imposible puesto que al mirar arriba solo vi un basto cielo oscuro lleno de nubes, al darme cuenta de esto, terminé de abrir los ojos y mire a mi alrededor. Estaba tumbada en un pedestal de piedra lleno cenizas por todos lados. El pedestal tenía unos escalones que conducían al suelo, un suelo muerto y desnutrido dando la sensación de que nada había crecido allí desde hace mucho tiempo. Me atacó un sentimiento de miedo incontrolable: "¿Que hacía allí?", "¿por que estoy aquí?" Me pregunté, pero entonces vinieron una serie de nuevas preguntas que vinieron mas tarde a mi mente: "¿Quien soy?", "¿que hago aquí?". Podía sonar extraño, pero no recordaba nada, era como una triste amnesia que me impedía recordar nada mas allá de la palabras y buenas conductas que todo niño debe aprender, mis recuerdos más lejanos eran los de haber despertado en mitad de aquel triste paisaje, nada, no recordaba absolutamente nada, ni siquiera recordaba mi nombre, ni mi edad, ni mi etnia, ni mi orientación sexual, ni mi nacionalidad, incluso llegué a dudar de mi sexo el cual redescubrí poco después al notar como mis prominentes pechos chocaban contra aquella piedra provocando una extraña incomodidad. Era como si hubiera vuelto a nacer pero conservando las gigantes esferas de mi pecho y aquel frondoso y largo pelo color cobrizo. Analicé rápidamente mi cuerpo para darme cuenta de mi vestimenta, una pequeña falda color gris pocho recorría mi cadera, la minifalda poseía unos tirantes con un extraño patrón de color: una franja verde con otra blanca debajo de esta terminando en otra verde. Probablemente ese patrón tendría algún tipo de significado desconocido para ella, solo uno de los tirantes cumplía su función de llegar al hombro puesto que el otro estaba roto. Llevaba una camisa de botones a cuadros del mismo feo color que la falda. Mi pelo era rojo cobrizo, bastante bello. No podría haber visto mi cara puesto que no había ningún espejo cerca. Con aquella forma me habría otorgado 15 o 16 años. Asustada, me levanté suavemente para observar el paisaje en el que me encontraba, el resultado de mi acción provocó en mi una fuerte sensación de asco y tristeza en mi interior que me hicieron tener ganas de tumbar me y dormir de nuevo para volver al sitio del que sea que hubiera venido. El paisaje era muy triste, estaba en un bosque, pero no un bosque frondoso y lleno de vida como suele haber en los cuentos de hadas, aquel bosque estaba muerto, solo existían los troncos chamuscados que una vez fueron bonitos árboles, no existía hoja o flor viva en todo el terreno, el suelo era negro con manchas blancas, como si un infierno hubiera pasado por ese lugar dejando un paisaje de muerte y destrucción, levanté la vista para contemplar el cielo, era de noche, lo único brillante de aquel tenebroso cielo era la gigante y luminosa luna que tenía al frente, la luna era lo único realmente consolador en todo aquel depresivo paisaje, no había estrellas en aquel sobrenatural cielo.
Me planteé bajar de aquella plataforma pero pasaron unos 30 segundos hasta que al final me armé de valor y Descendí los cuatro escalones que separaban esas dos realidades. Toqué el suelo creyendo que estaría caliente por el estado de los árboles pero, contra toda lógica, el suelo estaba terriblemente frío, tanto que se notaba a través de las zapatillas, ese estado de frío eterno me dio a entender que ese sitio llevaba mucho tiempo así. Contra toda lógica de nuevo, en el suelo había un camino marrón que llevaba hacia delante. Lo seguí pensando en que aquella podría ser la salida de aquel tenebroso lugar, iba con el corazón en la garganta y muy lentamente con miedo a dar un paso en falso. Después de recorrer varios metros. Noté que algo me miraba desde cualquier lado. Sentía que algo me quería fuera de allí ya, por un momento. Creí ver como uno ojos me miraba desde uno de esos arbustos marchitos, giré la cabeza al instante, no había nadie, "como suponía" pensé.
Entonces me detuve otra vez noté como si algo me hubiera tocado la pierna, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, al mirar hacia atrás tampoco vi nada, me empecé a asustar, aquello no era normal, nada de eso era normal, no sabía que era exactamente lo normal, pero solo sabía que eso no era normal, me sentía asustada y desolada, solo quería que toda esa pesadilla terminara de una vez. Mis pies empezaron a correr sin dirección clara, no importaba donde, solo importaba salir de allí, no había salida, el camino solo continuaba y continuaba sin fin, una vez me cansé de correr me detuve para recuperar aire, pero, en ese instante, volví a sentir algo en la pierna, pero esta vez, no me giré, el miedo me tenía paralizada, mi vista se nublaba mientras notaba como esa cosa escalaba mis piernas hasta llegar a mis caderas, donde agarró uno de sus brazos, esa cosa quería llegar a mi cabeza, pero el miedo me impedía moverme, alcanzó mis hombros donde se paró para dirigirse a mi oído donde despidió una rígida y enferma voz que lo perforó:
-corre.
Toda esa sensación de opresión desapareció en un instante, esa cosa desapareció sin dejar rastro, me quedé perpleja por un momento, "¿que habría querido decir con esa palabra?".
Solo un instante después me di cuenta del porque, Un fuerte zumbido llegó a mi canal auditivo, el zumbido se volvía cada vez más fuerte hasta convertirse en un molesto chirrido que inundó todo el bosque. Sin mirar atrás, me escondí detrás de una roca de mi tamaño a un lado del camino. Recé por que nada me matara, el zumbido se volvía más fuerte hasta que de repente se detuvo, el perturbador silencio volvió a todo el bosque. Tras unos instantes de escepticismo, me asomé un poco para ver lo que ocurría. Encima del pedestal en el que antes había estado se encontraba una figura negra ovalada hecha de una especie de humo fétido, aquella criatura era de un tamaño inmenso (4 metros de ancho y 6 de largo calculé), en la parte superior tenía dos esferas luminosas del tamaño de bolos que supuse que serían sus ojos, la cosa comenzó a moverse de un lado a otro de una manera enfermiza que me dieron ganas de vomitar, salió a buena velocidad del pedestal para recorrer el camino que yo había recorrido anteriormente. Su cuerpo era medio líquido medio gaseoso puesto que desde la parte superior de su "ovalado" cuerpo desprendía gas que se levantaba hacia el cielo desvaneciéndose en el camino mientras que desde la parte inferior caía un extraño líquido espeso parecido a una especie de alquitrán muy negro, llenó todo el camino de ese líquido negruzco. Una vez llegó a la altura de la piedra miro hacia el lado repentinamente, quedo unos minutos así, unos horribles y eternos minutos en los que casi perdí el conocimiento, después de estos minutos paso de largo hasta llegar a un punto donde me era imposible verlo, recobré el sentido y caminé a un lado del camino puesto que no tenía ganas de manchar me con ese asqueroso mejunje. Tras mucho tiempo caminando, llegué a una bifurcación del camino,la opción izquierda estaba limpia mientras que la otra seguía llena de esa esencia repugnante. Di por hecho de que esa cosa se había ido por la derecha. Por lógica, escogí la izquierda. Por la que caminé un gran trecho de camino. El miedo había desaparecido un poco y mi ritmo cardíaco volvía a ser medio normal, también comencé a cansarme y a tener hambre, mucha hambre. Ese camino no terminaba nunca. Levanté una vez más mis ojos para observar el gran recorrido que quedaba, pero en vez de ver más y más camino sin fin vi una pequeña casita al final de aquel enorme camino, no me lo podía creer, tal vez alguien de buen corazón vivía allí, un buen samaritano dispuesto a ayudar a un pequeña niñ..... Perdón, adolescente indefensa que estuviera perdida, mis piernas empezaron a correr. Tal vez vivía un anciano lleno de conocimiento y ansioso de amar a alguien o tal vez fuera una cabra antropomórfica sedienta de amor pero con un oscuro pasado, tal vez sería alguien al que amaría de verdad.
-Si... SII!!- Grité de emoción.
Al fin alguien me guiaría y amaría. Tal vez, al fin, alguien me llevaría a casa.

Me equivoqué.

El bosque de los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora