El infame sonido que producía el cuerpo al cortar el aire mientras se dirigía irremediablemente hacia ellos entumecía los oídos de Rai. El ruido aumentaba conforme la estructura se iba acercando a su destino y sin previo aviso...
Un estruendo de proporciones bíblicas retumbó por toda la caverna siendo el principal indicio de que la vía había llegado a su destino. Pero algo era raro, Rai abrió uno de sus ojos y justo alcanzó a ver un par de pies descalzos que se elevaban en el aire dentro de un aura roja que los hacía parecer estar hechos de un material capaz de ser sumergido en magma y conservar sus propiedades. Rai continuó subiendo sus ojos y terminó de ver la figura de una mujer que portaba un vestido de estar en casa que, gracias a las llamas que la rodeaban, se retorcía y hacía extraños juegos y malabares en el aire asemejándose a una danza sin final. En su cuello resplandecía un colgante abierto del que asomaba un cristal rojo oscuro, casi negro, en cuyo interior resplandecía con fuerza un color rojo mas claro, probablemente se trataba de un piropo, fuera del mineral resplandecía un fuego granate que parecía dar poder a esa señora. A las espaldas de ella, unas alas de ángel ascendían y descendían en un baile armonioso sin fin que parecía elevarla en el aire. Sus ojos no tenían pupilas y en vez de poseer conjunctiva blanca, la suya era negra, además poseía unos colmillos exagerados que le otorgaban una apariencia de vampiro. Rai vislumbró un campo de fuerza a sus espaldas lo que le hizo pensar a Rai que aquel ser le había salvado la vida. En un movimiento de mano por parte del ser alado, el campo de fuerza se convirtió en un proyectil que, tras otro movimiento, se disparó a velocidades vertiginosas que hicieron que ni siquiera ese monstruo polimórfico lo pudiera esquivar. La bala impactó en una masa de líquido negruzco muy cercana al ojo de la bestia y, tras esto, explotó en un maremoto de masa negra y mejunjes de variados tonos oscuros en apenas una fracción de segundo. El maltrecho cuerpo de la bestia se dejó caer sin remedio al magma ahogando un último grito de desesperación antes de hundirse por completo en el calcinante líquido.Rai abrió sus ojos poco a poco encontrándose a ella y a Jack dentro de lo que parecía ser una de las habitaciones del castillo. Aun estando al lado de un océano de lava, la temperatura que había adentro del palacio era bastante agradable y mas pronto que tarde Rai se dio cuenta del motivo al observar en el centro del cuarto un pedrusco hecho con un cristal de hielo que brillaba en un tono azul claro en la oscuridad del lugar, la piedra hacia extraños juegos de luces que hicieron pensar a Rai que la roca congelaba cualquier cosa que se le acercara demasiado a ella, incluso el aire. Rai sacó un pie de la cama donde estaba tumbada y justo al tocar el suelo de la habitación sintió una ventisca helada que congeló sus entrañas, en ese momento Rai se arrepintió de haber arrojado a la lava aquella sudadera, la habitación no tenía ventanas y no entraba luz del exterior pero gracias al brillo congelado de la roca Rai pudo ver que al fondo del cuarto había una puerta que seguramente la llevaría a resto del castillo. La cama era bastante grande pero sin sábanas por lo que fuese lo que fuese lo que durmiera allí le debía de gustar el frío, las paredes estaban llenas de estanterías repletas de libros de diferentes tamaños y colores. Incluso a través de los zapatos, Rai pudo notar como el suelo estaba congelado por lo que se marchó sin detenerse hacia la puerta. Rai la abrió apresuradamente y se encontró con el vestíbulo gigante de un palacete real al cual no entraba absolutamente nada de luz exterior, en cambio, el interior estaba iluminado por una lámpara hecha del mismo material que la piedra luminosa al interior del cuarto que colgaba del techo, el lugar resplandecía en un tono azulado fantasmagórico que daba la clara sensación de estar en una caverna helada. Rai se encontraba parada encima del rellano de una enorme escalera que, en el centro subía hasta un segundo piso con más puertas con símbolos indescriptibles en ellas y a los lados bajaba para encontrase con dos pasadizos, uno a la derecha y otro a la izquierda, penetrando en las paredes laterales, en medio de la pared frontal del vestíbulo al que conducían las dos escaleras descendientes de los lados se encontraba la puerta gigante y metálica que servía de pasaje hacia adentro desde el exterior por la que seguramente habrían sido metidos al castillo. Una húmeda niebla recorría los pasillos, helando la sangre de Rai a la vez que se movía lentamente por los pasajes del palacio recordando a la sangre que recorre las arterias y las venas del cuerpo en un rumbo eterno que no se detendrá por nada. Todo esto otorgaba al lugar un aspecto sombrío y espectral capaz de congelar los huesos cualquiera que se atreviera a pisarlo. Rai metió la mano en el bolsillo de su pantalón con la esperanza de sacar de él su cuchillo favorito pero al palpar si parar se dio cuenta de que lo había perdido, notó entonces un agudo dolor en el lateral de la mano derecha por lo que angustiada retiró su mano del pantalón y le hecho un vistazo, tenía un fuerte vendaje de algodón atado que iba desde la muñeca hasta los nudillos tapando con cautela la herida que se hizo tiempo atrás, a la izquierda del vendaje había una mancha de color rojo carmesí ya apagada que resultaba ser la huella de una herida profunda que parecía haber sido cuidada para evitar su infección.
-¡Eso lo hice yo!.
Rai pegó un respingo debido a lo repentino de la dulce voz que le hablo sin cuidar de introducciones. A su frente se encontraba una mujer que portaba un camisón de noche que arrastraba por el suelo del palacete sin preocupación de que se ensuciara, su pelo era rojo y sus ojos, ahora normales, propinaban un brillo anaranjado entre todo el azul del melancólico ambiente del lugar en el que se reunían ambas, aun así seguía mostrando unos portentosos colmillos que, aun siendo mucho más pequeños que antes, la hacían ver como un murciélago, su colgante, ahora cerrado, se ocultaba bajo la ropa marcando un solitario bulto en su pecho. Rai rápidamente dirigió su mano a la mejilla notando allí otro trozo de tela del cual ya no resbalaba sangre.
-Si, eso también es mío, ¡supongo!- dijo en un tono nervioso que denotaba una risa al fondo de su garganta -disculpe que no me presentará antes, mi nombre es Gula, señorita... ¿me permitiría conocer su nombre?.
Rai tragó saliva a la vez que pronunció entrecortada las sílabas que componían su recién puesto nombre.
-Rai...
Gula se había acercado lentamente hasta ponerse justo en frente de Rai cuando volvió a tomar palabra.
-¡Perfecto!, me hallo encantada de conocerla.
Rai estaba un tanto asustado por la desconfianza que le había provocado la bruja a la que enfrento con anterioridad pero el apretón de manos le devolvió un poco de su confianza. Al estar la mujer mas cerca, Rai pudo notar como, en su cara, había maquillaje corrido formando dos líneas negras que recorrían sus mejillas como dos caminos que iban de sus ojos a su mentón.
-¿No le importará a la señorita bajar a la cocina para esperar mi llegada mientras yo aguardo el despertar del otro huesped?.
Rai movió su cabeza negativamente.
-¡Excelente!,la cocina se encuentra en la primera puerta entrando por pasadizo de la derecha del piso de abajo.
Rai bajó las escaleras y siguió las indicaciones de la mujer hasta entrar por una puerta de cristal que daba a parar a una mesa gigantesca en la que reposaban millones de pasteles y postres formando columnas de platillos que parecían subir hasta un infinito pues Rai no veía techo alguno, en el centro de mesa había un candelabro que portaba unas varitas gruesas hechas de la misma piedra productora de frío que parecía haber por todo el castillo, de la punta de las varitas se desprendían pequeñas pero impresionante mente bellas llamas azules que bailaban y se movían sin control provocando juegos de sombra y luz por las paredes del salón, Rai supuso que esa debía ser la cocina por lo que retiró una de las sillas de la mesa y se sentó en ella. En su mente empezaron a formarse ideas, Rai pensó en todo lo que había pasado hasta ese punto, el resultado que obtuvo, para su desagrado, era que no tenía absoluta idea de donde estaba, ni de quien era o siquiera de a donde tenía que ir, se sentía perdida y confusa, como si hubiera caído por accidente a través de una madriguera de conejo hasta un punto en el que el razonamiento dejaba de tener sentido y donde el mero hecho de pensar con lógica provocaba jaquecas y úlceras mentales, un sin sentido que no hace más que tumbarse mas y mas conforme avanzas por los parajes de este laberinto, como si estuviera atrapada en un sueño del que no hallaba retorno. El único que había probado ser de confianza era Jack quien de hecho la había salvado en varias ocasiones y aun así no sabia casi nada de él, sabía que trabajo para esa bruja antes de su llegada y de todas formas eso no explica realmente por que tiene los poderes que tiene, antes de la persecución, casi suelta algo, no recordó el que pero iba a decir algo importante sobre su pasado. Rai necesitaba respuestas urgentemente así que se acomodó en la silla, dirigió su mirada al techo y desactivo su mente no evitando aun así que el riachuelo de preguntas dejara de circular por su cabeza. Recordó haber visto un pueblo, un pueblo en lo alto de aquella montaña, ese pueblo bajo la luna que amenazaba con ser el final a ese viaje que Rai y Jack habían comenzado y estaban seguros de acabar.
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El bosque de los Caídos
Mystery / ThrillerZacarías es un joven de 21 años recién graduado de la universidad que trabaja como detective en la comisaría de su pueblo, él vivo junto a su amigo Manuel con el que comparte piso desde hace unos días hasta que pueda encontrar trabajo. Zacarías se v...