Capítulo XI

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Nube tejida sobre una mentira

¿Cuánto tiempo más podré engañarme? Tengo la necesidad de sentir tus brazos alrededor de mi mundo mientras aquellos besos se convierten en tatuajes sobre la piel, el anhelo de escuchar los susurros que provienen de ti y el deseo de querer convertirme en parte de tu ser. ¿A quién busco engañar si no es a mí? Mi mente lo sabe, mi corazón lo grita.

Observo el techo bajo la luz apagada, hay miles de puntos brillantes que simulan ser estrellas, las pintaste únicamente para que cada noche me adormezca mientras susurras mi canción favorita... Y entonces me pregunto, ¿qué miras cada noche? ¿le cantas a alguien más? ¿extrañas que me quede dormida junto a ti? Mis ojos se humedecen, las estrellas desaparecen y cierro los ojos.

Una mano toca la mía. Sé quién, sé qué hace aquí. Lo siento, lo siento por no ser fuerte. Suelo quebrarme por las noches y olvido cualquier trato, más si se trata de ti, Henry.

—¿Quieres un compañero? —Pregunta por lo bajo. Es malditamente tierno y protector.

—No va a volver. ¿No es así?

Las lágrimas mojan mis mejillas, tengo un gran nudo en la garganta que duele, aprieto las manos enrollando la sábana y él toma asiento a mi lado. Nuevamente estoy hecha un ovillo.

—No lo sé, pequeña. Me gustaría darte una respuesta pero no lo sé —me acaricia el cabello pero no se siente bien, no elimina la presión en pecho al pensar en Henry.

—¿Cuándo se detendrá esto?

Bien, sé que hago demasiadas preguntas, tengo todo un repertorio de ellas desde que la única persona que lograba darme respuestas a todo atravesó de nuestro hogar.

—¿Has pensado en tomar unas vacaciones? —Me mira esperando que no lo tome mal, sin embargo lo hago. Pobre chico, no tiene la culpa de esta situación, ya tiene suficientes problemas para llevar uno más sobre los hombros.

—Nunca repitas eso —me aparto, acudo a los berrinches, el corazón duele, soy una tonta al actuar así.

—No me iré hasta que te sientas mejor. Lo siento.

Siempre pienso en la vida paralela. Si Henry no tuviera gran parte de mi corazón, podría apostar que Ben sería la persona indicada para compartir mi vida, pero para el poco entendimiento de las personas que me rodean, no puedo elegir lo que siento por alguien, ni en esta ni en otra vida.

Odín duerme del otro lado para mantener su cuerpo cálido, Ben sigue abrazándome pero yo ya no siento nada. El afecto ajeno no me es suficiente.

Por si regresas a míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora