Cuando por fin conseguí abrir los ojos, la luz inundaba la habitación. El reloj de la mesita marcaba las dos y veintitrés. Un dolor de cabeza insoportable me hacia imposible levantarme.
No había rastro de Daniel por ninguna parte. Seguramente no se habría acostado aun y estaría acabando la fiesta en algún alter o bebiendo con amigos en algún bar. Para el la fiesta era continua desde hacia 7 meses. Para mi, sin embargo, la vida empezaba a no tener sentido.
No había razón para levantarme. No había un trabajo al que ir, ni un orden que seguir. Hacer lo que queríamos en el momento y nada más.
Hacia siete meses que mi vida había cambiado. Me toco un premio en la lotería. Un premio millonario con el que había podido solucionar la vida de todos mis familiares y amigos. Por aquel entonces yo y Daniel llevábamos un año viviendo juntos. Él llevaba un par de meses en paro desde que la empresa de construcción para la que trabajaba había quebrado, y yo trabajaba en un centro comercial como cajera y estudiaba Administración de empresas por las tardes. Tenía 22 años y con algo más de 87 millones de euros en el bolsillo mi vida cambio de la noche a la mañana.
Al principio estaba bien, después de años trabajando y estudiando sin tiempo para vivir, lo único que quería era divertirme. Fiestas continúas cada noche, dormir hasta el medio día, alcohol y humo a todas horas. Pero con el paso de los meses esto ya no tenia sentido para mi. Pero Daniel no tenía frenos. Un par de veces había discutido con el sobre calmarnos y establecernos. Comprar una casa, en vez de ir de hotel en hotel y tener una vida más tranquila. Pero para él eso era el paraíso.
Me levante de la cama, sintiendo un dolor atroz en todos mis músculos. Tuve que salir corriendo al baño para vomitar. Cuando pude incorporarme de nuevo me mire en el espejo del baño. Estaba demacrada. Había perdido 4 o 5 quilos, tenía unas ojeras enormes bajo mis ojos, y mi pelo ya no tenia el brillo de siempre. Siempre me había considerado una chica atractiva. Grandes ojos azules, Mi pelo castaño, largo y ligeramente ondulado, metro sesenta y siete, y cuerpo atlético. Pero ya no quedaba nada de eso en mí. Las largas noches de fiesta, el alcohol y el tabaco, la falta de una buena alimentación haban hecho de mi el fantasma que ahora reflejaba el espejo.
Esto tenía que acabar.
Me metí en la ducha y deje que el agua caliente me relajara. Al salir me encontraba mucho mejor. Llame al servicio de habitaciones y pedí que me subiesen algo de comer. Me vestí con unos pantalones y una camiseta sencillos, unas botas cómodas y decidí hacer algo que llevaba unos días rondando por mi cabeza.
Escribí una nota a Daniel, para despedirme. Ni siquiera creía que fuera a importarle mi desaparición. Hacia tiempo que ninguno de los dos sentía lo mismo, y con la cuenta millonaria que le había dejado, estaba convencida de que se sentiría más aliviado que apesadumbrado de que me fuera.
Tenia que empezar una nueva vida y volver a ser yo.
No me despedí de nadie. Solo cogí una pequeña mochila con mis documentos y algo de ropa y salí de ese hotel sin mirar atrás. Un taxi me llevó hasta el aeropuerto de Madrid-Barajas donde busque en el panel los vuelos que salían en las siguientes horas. No quería abandonar el país. Solo alejarme de esa vida de lujo y vicio que me estaba destrozando. Quería volver a ser la chica que era. Esa que podía pasarse horas sin despegar la vista de un buen libro. La que se divertía bailando en casa con sus amigos de siempre. La chica feliz que no necesitaba lujos ni estar rodeada de gente.
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SERÁ UN SECRETO
RomansSara, una joven de 22 años, huye de una vida de lujos y desenfreno que para ella no tiene sentido. Viaja a una nueva ciudad donde pretende llevar una vida tranquila. Allí empieza a trabajar como niñera de una pequeña llamada Elisabeth y conoce a su...