Capitulo 2

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Cuatro días habían pasado...

Cuatro días en los que no comía bien, no dormía bien, no hacía nada mas que llorar y sentirme como la peor madre del mundo por no darle a mis hijos la seguridad que ameritaban. Todo iba tan bien, Lauren y yo eramos completamente felices, ese día ibamos a comer en familia y creo que esa comida aún sigue por allí.

Lauren debía haber llegado a casa con los niños, ellos iban a correr hacía mi con su encantadora risa e iban a pelearse por quien tomaba el mando del tv luego de haberme dado un par de besos. Se iban a quitar los zapatos en medio de la cocina y el bolso lo dejarían por la sala. Lauren iba a plantarme un beso y luego me sonreiría como solo ella sabe hacerlo, yo iba a servir los platos y nos íbamos a sentar todos a comer, como siempre.

Pero nunca pasó y me atormentaba.

En estos cuatro días me sentía muerta en vida, caminaba por inercia y bebía agua para no deshidratarme. Mis padres estaban aquí la mayoría del tiempo, al igual que mis amigas pero su prescencia solo lo empeoraba todo, yo no quería hablar con nadie, no quería ver el dolor en sus caras porque era yo quién más sufría. Necesitaba con urgencia tener a mis hijos aquí.

Los policías no habían podido rastrear la llamada, no porque no tuviesen los medios para hacerlo, si no, que el numero parecía no existir, no podía ser rastreado. Parecía todo estar planeado a la perfección.

- Camila, vamos, es hora de dormir.- escuché a Lauren.

Asentí y caminé por aquel pasillo que conducía a las habitaciones, la puerta del de los niños estaba entreabierta, cerré mis ojos con fuerza y seguí caminando, los abrí al pasar y entré a mi habitación. Me tumbé en la cama y me resigné a estar otro día más sin ellos. Sentí a Lauren intentando acurrucarse a mi lado pero no me volteé a enfrentarla, simplemente me dejé abrazar por la espalda y ella suspiró. Poco y nada de contacto fisico habíamos tenido en estos cuatro días.

Cerré mis ojos mientras la primera lágrima corría. Y así, llorando, me quedé dormida.

Abrí mis ojos y aún era de noche, dormía demasiado mal estos dias, me levanté de la cama porque mi garganta estaba seca, bajé las escaleras en completa oscuridad, solo encendí la luz cuando llegué a la cocina y así pude acercarme a tomar un vaso de agua.

Suspiré al notar el silencio y la soledad que me abrazaba, me sentía perdida y no sabía que hacer. Me senté en el taburete de la barra y comencé a llorar otra vez.

Esto no podía estarme pasando a mi. Maldije una y otra vez hasta que escuché un ruido extraño en el segundo piso, miré por las escaleras pero las luces seguían apagadas, esperé que seguramente fuese Lauren quien bajara las escaleras. Pero escuché unos pasos apresurados, como si corriesen. Me puse de pie y comencé a subir a medida que iba encendiendo las luces, mi corazón se aceleró, seguía escuchando aquello y no sabía de donde provenía... Me acerqué más al ruido y luego sentí un golpe en la cabeza. De pronto estaba atada en el cuarto de los niños, tenía la boca tapada con una cinta, mi corazón corría a mil por hora y comencé a moverme tratando de soltarme de aquella atadura. Entró alguien completamente vestido de negro, con la cara totalmente cubierta y entré en pánico.

Luego entraron dos más y con ellos, dos niños que no debían ser más que mis hijos. Comencé a llorar con fuerza, y traté de zafarme pero fue en vano, los pusieron frente a mi y sus rostros estaban cubiertos por lo que no podían verme, pero eran ellos...

Uno de aquellos hombres se paró detrás de Emma, cargó un arma detrás de su cabeza y disparó. Un golpe seco, fuerte, severo y fugaz.

Y entonces desperté.

Lauren me miraba aterrada y al despertar, me abrazó con fuerza. Yo comencé a llorar...

- Ya mi amor, ¿tenías una pesadilla?

Asentí y me aferré aún más a sus brazos, teniendo por fin un contacto físico que durara mas de un minuto. Lo apreciaba y la necesitaba, aunque a veces me alejara, yo a ella la necesitaba demasiado.

Lauren me recostó en su pecho y me aferré a ella mientras me quedé dormida nuevamente.

En la manaña Lauren debía ir a una reunión con los especialistas encargado del caso de los niños, los habíamos contratado hace dos días y debían informarnos la información que iban teniendo. Me dio un beso corto en los labios y luego se fue, yo me quedé en aquella cama vacía en la que deberían estar mis hijos pidiendome el desayuno. Me acurruque al edredón y comencé a llorar nuevamente. Ya estaba cansada de llorar, ya estaba cansada de estar sufriendo, ya estaba cansada de no estar viviendo pero esto solo acabaría el día que volviera a estar con mis hijos.

Mi telefono no paraba de sonar y yo no paraba de ignorarlo, sabía que me necesitaban en la empresa pero no podía pensar en otra cosa, mucho menos ponerme a trabajar. Decidí levantarme y salir a correr, supuestamente ayuda a pensar. Me vestí correctamente para ello, busqué mis audifonos y el brazalete deportivo y me fui.

Salí de mi casa y comencé a correr en dirección a la playa, creo que era el mejor lugar para despejarse y así lo hice.

No sabía exactamente cuanto tiempo tenía corriendo por la orilla del mar, pero me detuve porque ya no podía exigirle más a mis piernas, todo me dolía y el aire me faltaba. Apoyé mis manos en las rodillas para tomar aire pero me sentí mareada y caí sentada en la arena, comencé a llorar sin darme cuenta. Otra vez. Tenía la cabeza gacha y sentí como una mano se posaba en mi hombro, mi primir instinto fue apartarme asustada pero al lavantar la cabeza miré a un chico que parecía inofensivo, me miraba preocupado con aquellos ojos que parecían verdes o azules, no lo sé muy bien. Me quité mis audifonos y sonrió.

- ¿Estás bien?

Asentí y me puse de pie, con ayuda de una de sus manos.

- No quise asustarte, lo siento.

- Está bien, no te preocupes.

Me sacudí un poco la arena y el seguía allí atento.

- ¿De verdad estás bien? Luces como si te fueses a desmayar en cualquier momento.

Sonreí un poco, debía verme fatal y el lucía como un modelo de portada.

- La verdad creo que debí desayunar antes de salir a correr. Pero estaré bien.

El asintió y se quedó pensando por unos segundos...

- ¿Donde se puede desayunar por aquí cerca?

Lo miré y fruncí el ceño, ¿como no iba a saberlo? Luego lo analicé mejor y me di cuenta que su acento era británico, no debía ser de aquí.

- Por acá hay un starbucks cerca, creo. - dije mirando a mi alrededor.

- ¿Te molestaría mostrarme donde? Podemos ir, yo invito.

Miré a mi alrededor y no había demasiada gente, el iba vestido para correr al igual que yo, así que debía ser una casualidad que el estuviese allí.

- No te conozco, no puedo ir con alguien a comer sin conocerle.

El sonrió y yo le miré, porque había que admitir que era lindo. Me extendió su mano y yo la tomé, porque realmente no parecía tener algún rastro de maldad en su rostro.

- Matthew Hussey, mucho gusto.

- Camila Cabello, un gusto conocerte.







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