Capítulo 8

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Narrador Omnisciente

Todo estaba listo, habían alrededor de veinte policías rodeando la casa sin ser vistos, habían logrado camuflajearse por el lugar a la perfección, Lauren y Camila estaban escondidas en una casa justo al frente del lugar indicado. Eran las seis con catorce minutos de la mañana, ninguna de las dos chicas había pegado un ojo la noche anterior, la ansiedad se palpaba en el lugar, los policías necesitaban cerrar este caso y sentían que estaban a punto de lograrlo, Camila rezaba y pedía que todo esta pesadilla acabara y que pudiese tener a sus hijos por fin, Lauren no decía nada, estaba intentando convencerse que todo esto era real y que sus hijos estarían con ellas unas horas después. Nadie sabía con exactitud la hora en la que podrían aparecer, pero por el testimonio dado, siempre era muy temprano. Las armas policiales apuntaban a la casa, los francotiradores muy atentos a cualquier movimiento, pero el barrio estaba en una exquisita calma, como si nada estuviese pasando o a punto de pasar. Por otra parte, Camila y Lauren no se dirigían palabra, ninguna iniciaba una conversación por iniciativa propia y sólo se mantenían cerca porque se necesitaban, ellas lo sabían.

Un auto dobló con dirección a la casa.

- ¡Todos alerta! - dijo el Comisario por el intercomunicador.

Cargaron las armas, Lauren llevó la mano a su boca, Camila sintió su corazón salirse de su pecho, les costaba respirar.

El auto se detuvo negro y lujoso se detuvo frente al lugar, bajó alguien y tocó el timbre. Salió una señora y mantenían una conversación.

- Objetivo en la mira.

- Solicito permiso para disparar, Señor. - habló un francotirador.

- Aguarden. - contestó.

Una puerta del auto se abrió nuevamente luego que el sujeto parado en la puerta de aquella casa hiciera una seña. Bajó un hombre alto y de traje, muy elegante. Seguido de él... Los dos niños.

Camila y Lauren ahogaron un grito, ambas lloraban y todo parecía ir en cámara lenta.

- Señor, solicito permiso para disparar, son ellos. - hablaba el policía.

- Aún no, ponemos en peligro la vida de los niños.-dijo - Lauren, necesitamos tu ayuda.

Lauren no escuchaba, quería salir corriendo y abrazarlos. Se veía el arma en la mano de aquel sujeto que llevaba a los niños a la entrada.

- ¡Lauren! - insistió y ella lo miró - El auto se pondrá en marcha, los vamos a perseguir pero debemos dejar que se alejen o los mataran.

Lauren asentía mientras le faltaba el aire.

- Vamos a entrar y los niños tienen que verte porque a este punto ellos no sabrán quienes son los buenos y quienes son los malos, sigue mis órdenes, quedate cerca de mi.

Camila temblaba de miedo y lloraba. En cuestión de segundos se preparaban para salir, ellos volvieron al auto y los niños entraron a la casa.

- Cierren el perímetro. - ordenó - Y no lo pierdan de vista, no se puede escapar.

Camila cerró los ojos a la vez que Lauren, respiraron hondo y los abrieron cuando escucharon. - ¡Ahora, vamos, vamos!

Todos los policías salieron en dirección a la casa, tumbaron aquella puerta, la delantera y la trasera. Apuntaban su arma firme hacia adelante, Camila miraba todo desde la segunda planta de otro lugar. El Comisario y Lauren iban cerca, pero no podían arriesgar a Lauren a entrar, se quedaron afuera mientras los demás hacían su trabajo, pasaron los dos minutos más largos de toda su vida pero luego, vieron a aquella mujer salir con las manos en la cabeza, y los niños con dos policías detrás de ella. Parecían increíblemente asustados... Hasta que vieron a su mamá parada en mitad de la carretera.

Lauren soltó todo el aire que traía comprimido cuando vio a aquellos dos correr hacia ella. Se arrodilló y cuando por fin se juntaron, a los tres les volvió el alma al cuerpo. Los policías los rodeaban, intentando protegerlos ante cualquier situación.

Camila comenzó a correr al verlos, y salió de aquella casa. Pero, sin que nadie lo esperara, tres disparos sonaron en seco, paralizando a todo el mundo.

Lauren volteó, vio el rostro de Camila transformarse en dolor.

Y su cuerpo se desplomó.



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Un cortico de lo que se viene. Ya estamos en la recta final.

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