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Severus despertó cuando una mano fría, aunque no tan fría como las de Harry, tocó su frente. No sabía cuánto tiempo había dormido y desorientado abrió los ojos, frente a él la imagen de una mujer hermosa se abrió paso entre la bruma. Tenía el cabello increíblemente rojo y los ojos de un verde esmeralda precioso, sus mejillas y nariz tenían el rastro rojizo de quien había estado en la tormenta por un largo rato. 

—Está vivo —Dijo con la voz melodiosa de una golondrina, escuchó entonces pasos en la cueva. Parpadeó y miró alrededor, había más personas. Un anciano con una túnica azul desvaído que le miraba de una forma extraña y brillante que le sobrecogió, y tres hombres más, uno de los cuales tenía rasgos parecidos a quien en un principio esperaba ver. 

Pero no era él, aquel otro hombre tenía el cabello del color de la tinta y los ojos marrones, también poseía las mismas marcas en la cara que la mujer, señal de que iban juntos.

—Hola —Dijo ella para llamar su atención—. Mi nombre es Lily, estamos buscando a nuestro hijo ¿lo has visto? Su nombre es Harry. 

—Harry —Murmuró y en una sacudida se incorporó, asustando a la pelirroja y alertando a los demás, uno de los cuales sacó su espada y apuntó hacia él—. Él... —Y lo buscó, como si no supiera ya que se había marchado—. Él... estaba aquí...

—¡¿Lo has visto?! —Lily prácticamente se abalanzó sobre él—. ¿Cuándo? ¿Cuándo estuvo aquí?

Severus vio en la urgencia de su mirada la preocupación y el anhelo, entonces cayó en la cuenta de que aquella era la madre de Harry... pero no vio en ella nada parecido a él, al menos no físicamente. En cambio, el hombre... aquel claramente era su padre. 

—No estoy muy seguro, cuando me quedé dormido estaba aquí... debió irse entrada la noche.
La mujer bajó los hombros alicaída y miró a su esposo. 

—James... —Y volvió a su lado, a ser estrechada por él.

—Para este momento ha de estar cerca de la cima —Apuntó Sirius, James asintió. 

—Sigamos adelante...

—¿Son ustedes los reyes? —Preguntó entonces Severus. Lily asintió—. Quisiera ir con ustedes.

—¿Por qué? —Inquirió James con cierto recelo. 

—No conozco los motivos por los que Har... es decir, el príncipe ha decido huir. Pero si de algo estoy seguro es que no quiere ser encontrado. 

—Creo que debe acompañarnos —Resonó la voz de Dumbledore. James asintió un tanto dudoso.

—¿De dónde has conocido a mi hijo? —Quiso saber mientras montaba en corcel y le ofrecía a él ir con Dumbledore, quien ya no le miraba pero extrañamente miraba al cielo. 

—Lo conocí hace un par de días a las faldas de la montaña, le vi construir una mansión con sus manos —Prefirió omitir la parte de que lo había estado buscando y subió al caballo. 

El rey no dio señales de sorprenderse y ciño la mirada mientras se adentraban en la tormenta nuevamente. A partir de ahí nadie dijo nada más. 


*

Cuando Harry llegó a la cima, se dio cuenta de que era más pequeño de lo que pensaba. Delante de él solo había un vacío y nieve, hacia abajo solo había un desfiladero, lleno de salientes rocosas puntiagudas y peligrosas. No había más camino y la debilidad le consumía por completo. Cayó de rodillas y el viento le rodeó, como abrazándole para consolarlo, ya no sentía nada, solo ausencia. En el instante, una llamita de arrepentimiento se instaló en su mente, añoro su hogar y a sus padres y a Severus. 

Corazón HeladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora