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La leyenda cuenta que la nieve empezó a derretirse, goteando de las ramas de los árboles y haciendo charcos de barro en la tierra. Animales empezaron a despertar del que pensaban había sido su sueño eterno y la vida renació de las entrañas del suelo. El sol brilló entre las nubes, dando calor a las almas escarchadas del reino helado. 

Los reyes bajaron de la montaña, trayendo consigo a un ser magnífico, sus ojos verdes resplandecientes con la llama de la vida y la prosperidad. Fue considerado por muchos uno de los más gloriosos días en la historia y celebraron por semanas. La alegría de la llegada de la primavera se elevó hasta cielo con fuegos de artificio. Vinieron los tiempos mejores, llenos de riqueza y abundancia. El reino volvió a ser lo que había sido y mejor, porque la magia se sentía en cada rincón. 

Un día, el príncipe partió lejos de las montañas del sur, recorrió el mundo y vivió aventuras que se relatarían por siempre a los niños antes de dormir. Dicen que desposó a un hombre de profunda mirada que provenía de tierras distantes y sus días rebozaron de amor y felicidad.

Y aconteció que, después de muchos años de reinar, el Rey James Potter Primero envejeció hasta que su cabello se volvió blanco y su hijo, el príncipe Harry Potter, el grande, volvió para tomar su lugar y reinar con la misma benevolencia y justicia. Tuvo hijos y luego nietos y fue feliz por un largo tiempo, hasta que su cabello volvió a ser blanco como la nieve; entonces, una noche la muerte asistió al reino de la primavera y su consorte falleció mientras dormía en sus brazos. 

Algunas veces se le logró ver, mirando añorante hacia el sur, sus ojos aún brillantes con una cálida llama. Años más tarde el decidiría que era hora de partir a su lado y subiría a la montaña, de donde no volvería jamás. 

Generaciones después, cuando su historia era solo un eco en la lejanía, un príncipe aventurero, descendiente de la casta de los Potter, descubrió la mansión de cristal, rodeada de las más hermosas flores. En el interior se escondían las esculturas de dos hombres, el amor grabado en la superficie cristalina mientras se miraban entre sí. 

Allí, un anciano de intensos ojos azules le contaría la historia de un príncipe de hielo, que había sido concebido en el más puro amor de una doncella y un rey, y obsequiado como un regalo de la Madre Tierra para el mundo. De cómo el invierno, envidioso del poder del príncipe —que sería tan brillante como el sol—, le había congelado el corazón al nacer y un hombre valiente había viajado desde el otro lado del mundo para romper su hechizo, con un amor igual de puro con el que había sido creado.

Maravillado, el joven príncipe escuchó la historia y la relató a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Y la historia revivió una y otra vez cuando asistían a la mística mansión de cristal, el lugar especial de Harry y Severus, que se preservaría para siempre, iluminado con la luz trémula de las estrellas infinitas.


❅ FIN 

Corazón HeladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora