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07.11.2017

Ya no había lágrimas en sus ojos, pero si un gran dolor en su alma.

Aun cuando todo el mundo se había encargado de repetirle que aquel accidente había sido solo eso, un triste y desafortunado accidente, él sabía que se equivocaban, que aquel triste hecho había sido todo su culpa.

Si tan solo hubiera tenido el valor...

Entro al pequeño cuarto sin ánimos de seguir adelante, pero tampoco tenía la suficiente fuerza de voluntad como para terminar con su gris existir, se sentó junto a la ventanilla y contemplo las cientos y cientos de diminutas piezas frente a él.

Aquello era lo único en lo que lograba concentrarse, reparar relojes. Requería de un pulso inquebrantable y una paciencia extrema, cosas que solo conseguía cuando se centraba en ello. Por eso había aceptado aquel empleo, la soledad de aquel lugar junto con el pequeño momento en el que podía olvidarse de todo era lo más cercano a la paz interior que conocía.

Y aun así...

En días como hoy los recuerdos caían sobre el como una tormenta interminable.

La ultima tarde que estuvieron juntos, la última despedida en aquel atardecer, su sonrisa radiante y el brillo en su mirada, aquel coche alejándose por la carretera, su corazón acelerado por aquel mensaje que había enviado... Aquella llamada que lo cambio todo, sus ojos llenándose de lágrimas, su pecho deteniéndose, el vacío en su garganta, el temblor, el dolor, las llamas de la culpa quemando cada célula de su cuerpo.

-Perdóname... perdóname por favor-

Y justo antes de que las lágrimas comenzaran a correr por sus mejillas como tantas otras veces habían hecho alguien toco a la ventanilla.

Un bello reloj se deslizo por el pequeño espacio abierto de esta y aquella persona comenzó a alejarse sin decir nada más.

-Espere... Espere ¡Señor!- Pero sus llamados fueron en vano, aquel cliente se fue sin mirar atrás.

Kihyun tomo el fino objeto entre sus manos y lo inspecciono con cuidado. Su ojo se había convertido en experto a la hora de buscar fallos y defectos por lo que se sorprendió de no encontrar nada de eso en aquel reloj, el aparato estaba intacto, casi parecía nuevo solo que... las manecillas no avanzaban.

Tendría que abrirlo para inspeccionarlo más de cerca.

Le dio vuelta con cuidado y descubrió una inscripción detrás. "Uno: viaja | Dos: vuelve"

-Viaja... vuelve... uno... dos...- ¿Tendría algo que ver con los dos botones que había en un lado del reloj?

¿A qué se refería?

El castaño observo, de nuevo, con renovado interés el objeto e instintivamente uno de sus dedos se dirigió al primer botón.

Uno: Viaja

Y eso fue lo que paso.

Y eso fue lo que paso

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⏰ Última actualización: May 26, 2018 ⏰

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