Capitulo 14- Ilusiones rotas.

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Daniel

 

Llegué a casa cuando Nat estaba terminando de preparar la cena de esta noche. No tenía nada pendiente así que me dispuse a ayudarla. Al terminar, subí a mi habitación para prepararme y quitarme el sudor de los entrenamientos del cuerpo. A pesar de ser nochebuena el coach nos obligó a ir ya que en unos días teníamos uno de los partidos más importantes de la pretemporada y necesitamos ganarlo. 

Cuando termine de ducharme, comencé a buscar el atuendo que utilizaría hoy, no le había dicho a Nat nada acerca de que al terminar la cena y terminar con todas estas cosas, me iría a la cena en casa de Holly. Holly, como me gustaba esta chica. Aunque era mayor que yo, Holly era una tierna niña pequeña que estaba a mi lado, hacia sus rabietas cuando no quería comprarle algo o cosas por ese estilo. Me gustaba que estando con ella me sentía mejor conmigo mismo a excepción de esa vez en la que malentendió todo con Nat. Desde entonces preferí traerla a casa cuando Natalie no estaba en ella. Pero ahora, lo que me preocupaba era la impresión que crearía con sus padres. Era la primera vez en la que los vería formalmente y de eso dependía mi relación con su hija.

Me decidí por un traje un tanto formal para lucir elegante, peiné mi cabello hacia atrás y me perfumé un poco. Sabía que en estas fechas no acostumbrábamos vestirnos muy formales en casa pero esta era una ocasión especial. Bajé dispuesto a decirle a mi padre que la cena estaba lista y que bajara a cenar con nosotros. Al menos verlo en una ocasión nos haría sentir mejor. Llamé a la puerta del despacho, pero nadie respondió. Toqué una vez más, y entré. Como siempre, la luz permanecía apagada, solo entraba la luz de la luna por la ventana. El escritorio, en donde siempre estaba papá, estaba oscuro así que seguí caminando hasta ese lugar.

—   ¿Papá? —Dije llamándolo para saber en dónde se encontraba. Pero nadie respondió.

Seguí llamándolo hasta que prendí la luz de la habitación. Estaba vacía. Sobre el escritorio estaba un pequeño sobre aun lado de la botella de vino que siempre tomaba mi padre, la tomé y leí el destinatario de la carta:

“A mis hijos”

 

Después, proseguí leyendo:

Hijos míos:

Sé que de mi parte esto es muy cobarde. No saben lo que me ha costado decidirme a hacer esta locura, pero ya no puedo más. A lo largo de todos estos años los he dejado a su suerte y creo que no merezco estar más tiempo con ustedes. El recuerdo de su madre aun me tenía muy mal, por eso comencé a desatenderlos.

He decido marcharme por un tiempo. Un tiempo sin fecha de caducidad. No sé si vuelva o cuándo. Sólo les digo que esto no lo hago por abandonarlos, aunque lo parezca, si no que necesito alejarme de todos esos recuerdos que existen en esta casa y este pueblo sobre mi vida, y si eso implica tener que dejarlos solos, lo haré. Siento mucho irme en esta fecha pero no podía atrasar más mi partida. No puedo verlos a los ojos sin sentirme mal por lo sucedido. Por eso les dejo esta carta explicando las razones.

Lo siento si les causo un gran dolor pero no podía seguir con esto, siento que no deberían llamarme “padre” o “papá” por qué no lo he sido para ustedes.

Tuve una batalla con mi Yo interno si debía quedarme, pero al final de todo terminó ganándome.

Lo siento mucho y espero me comprendan.

Los quiere.

Papá (Sr. Jensen)

 

Releí las mismas líneas tres veces más. Mi padre nos había abandonado (Aunque él diga que no) entiendo que nunca estuvo con nosotros después de lo que pasó pero aun así, era, es y será mi padre. Mi estado mental se desmoronó un poco que me costó respirar en el momento ¿Cómo le diría a Nat esto? Me costaba entender un poco a mi padre.

De otro colorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora