Prólogo

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8 años antes…

—   Mamá, ¿podemos ir a jugar al parque? —preguntó un pequeño niño con hoyuelos, apuntando hacia un parque a dos cuadras de donde se encontraban.

—   Claro mi amor, vayan  ustedes dos juntos. Yo iré detrás de ustedes —dijo una señora de cabello castaño ondulado y un poco largo. Soltó la mano de una pequeña niña de 8 años y la agarró de la mano del niño. Apurándolos un poco, los incitó para que se adelantaran mientras ella caminaba, observándolos.

Cuando llegaron hasta allí, los niños se apresuraron a llegar a la resbaladilla mientras su madre tomaba asiento en una de las bancas cerca de ellos. Los observaba divertirse y reír, mientras se empujaban. Eran tan parecidos. El niño tenía 10 años, estaba un poco alto para su edad, pero se veía muy lindo, tenía el cabello castaño claro casi rubio y unos ojos color miel. Su atuendo era un shorts rojo con una playera blanca con rojo, que ésta en su centro traía la imagen de un superhéroe y unas zapatillas blancas de deporte. A su lado, la niña traía un vestido púrpura con pequeñas flores blancas adornándolo por la parte de arriba y un pequeño listón blanco alrededor de su cintura, tenía el cabello largo y un poco lacio, castaño claro pero no tanto como el de su hermano, sus ojos eran de café un poco oscuro pero con un brillo encantador en ellos. Sus zapatillas eran blancas con correas que se abrazaban a sus tobillos.

Un poco después, la señora decidió ir por ellos ya que el sol comenzaría a descender y pronto anochecería. En el camino los niños se balanceaban de sus manos, riendo y jugando haciéndola tropezar varias veces.

Al llegar a su hogar, una casa de dos plantas de color blanco y un jardín delantero demasiado verde para la época, en la puerta de esta se encontraba un señor de mediana edad sentado en las escaleras, contemplando como su hermosa esposa y sus dos hijos llegaban hasta él. Él los tomo en los brazos y los hizo girar varias veces haciéndolos gritar de emoción, al bajarlos recibió a su amada con un dulce beso en los labios y entraron.

—   ¿Cómo estuvo tu día, cielo? —preguntó el señor mientras tomaba asiento en el sofá.

—   Muy bien mi amor, y ¿el tuyo? ¿Qué tal el trabajo? —respondió su esposa tomando asiento a su lado.

—   Muy bien, un poco aburrido pero bueno, eso es normal —ambos rieron y se miraron de esa forma tan especial en la se habían mirado por 12 años juntos

 Los niños comenzaron jugar de nuevo sacándolos de su pequeño espacio juntos, él se puso de pie y se dirigió a la cocina.

—   ¿Qué cenaremos hoy? ¿Les apetece ordenar pizza? —preguntó dirigiéndose a sus tres personas favoritas en el mundo.

—   Claro amor —contestó su esposa, mientras ellos daban pequeños saltos en la habitación mientras gritaban eufóricos “¡pizza!”— pero yo iré por ella- se levantó del sofá y tomo las llaves, se dirigió a la puerta y antes de salir, llamó a sus dos hijos –los amo mis niños, nunca lo olviden ¿está bien? —una lágrima comenzó a rodar por su mejilla y la limpio antes de que callera— Daniel, quiero que siempre cuides a tu hermana, pase lo que pase, siempre protégela, ante todo ¿sí? —el niño asintió y la abrazó, después abrazo a su hermana y ésta volteó hacia su madre —Sé buena hija, con tu hermano y con todos, y nunca, nunca dejes que aplasten tus sueños. Siempre trata de cumplirlos a pesar de todo, te amo- la niña comenzó a sollozar un poco alto mientras asentía hacia su madre. Ella levantó su rostro y le besó la frente, los tres se abrazaron y un poco después la señora se levantó mientras veía el rostro de su marido un poco en shock y con la mirada perdida, llego con él y lo besó como si nunca en su vida lo hubiera hecho, le susurro un te amo y se dirigió a la puerta —vuelvo pronto niños, no se desesperen y coman otra cosa  —sonrió mientras salía por la puerta y se subía a su coche.

 Los niños dejaron de llorar al verla feliz y se fueron a sus habitaciones, por su parte, el señor se tumbó en el sofá, no entendía la actitud tan repentina de su esposa, algo en su pecho le decía que algo iba mal, trato de alejar el pensamiento de su mente por unos minutos hasta que desapareció un poco. 15 minutos después, el timbre de la casa sonó e instintivamente se dirigió a la puerta a abrir.

—   ¿Hola? —dijo al ver a un comandante de la policía con un pedazo de papel en las manos.

—   Buenas noches señor, ¿Esta es la casa de la señora Jodie Jensen? —contestó con voz gruesa y seria

—   Sí señor, soy su esposo —un golpeteo rápido en su pecho lo hizo ponerse nervioso.

—   Soy el agente Scott, —dijo mientras entraba a la casa- ¿reconoce usted esto?— le dijo mientras le mostraba una pañoleta de color azul. Su esposa la traía esa mañana.

—   Claro, mi esposa la traía hoy —pausó— ¿Pasa algo oficial?

—   Hubo un accidente en la carretera hacia el centro de la ciudad, al parecer el auto se salió de control saliéndose del carril haciendo que chocara el lado del piloto en una barda de concreto sólido. Lo lamento mucho señor Jensen.

Lagrimas se agolparon en los ojos del señor, abrió la boca para decir algo pero las palabras no salieron, el agente decidió salir de la casa y cerró la puerta, El señor Jensen se dejó caer en el sofá, tratando de asimilar lo que pasaba ¿Su esposa había muerto? Aun no lo creía, no sabía cómo les diría a sus hijos lo que acababa de pasar, ¿Cómo les diría que el ser que les dio la vida, se había marchado para siempre? ¿Cómo enfrentaría el dolor de la pérdida de su amada junto con sus hijos? ¿Cómo sostendría el solo una familia, con un millón de recuerdos que se apoderarían de él? Ahora entendía la reacción de su esposa al marcharse por la puerta de entrada, ella presintió que algo malo le sucedería y decidió despedirse de los tres antes de marcharse. ¿Qué hubiera pasado si fuera él quien iría por la pizza? O ¿Si la pedían a domicilio? ¿Su esposa aún estaría a su lado riendo?

No supo cómo saco el coraje de hacerles entender a sus hijos donde estaba mamá, les dijo de mil y un maneras distintas para que no decayeran por lo ocurrido, no habían dejado de llorar por un largo mes. La autopsia comprobó que el auto se había salido del carril y que su esposa murió en el impacto contra la pared, al parecer los cables de los frenos del auto no sirvieron y ella al no chocar contra el auto contrario se salió del carril y choco en otra parte.

Millones de imágenes pasaban por su mente cada noche, dejo de ir al trabajo, de atender a sus hijos y se encerraba en su despacho con una botella de alcohol todas las noches, queriendo olvidar todo lo sucedido y tratando de mejorar cada día, pero solo lograba decaerse más. Termino solo saliendo del despacho para comer y dormir en su cama, aunque aun así cada rincón de la casa le recordaba a ella.   

De otro colorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora