↪ Capítulo 1 ↩

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El sol dejaba su escondite detrás de las montañas y salia a acompañar a las muy blancas nubes, con esto, anunciando un nuevo día.

El reloj marcaba las 5 en punto y la alarma sonaba con cierto sonido desesperante, era momento de levantarse, de dejar la cama.
Sin ganas existentes, me levante del sitio donde solía hundirme en sueños rejuvenecedores y largos. Con toda la pena del universo, dejaba a mi amada cama debido a que ese día tenia que ir a clases, pues lamentablemente las vacaciones habían llegado a su fin.

Cómo a la mayoría de los alumnos, me daba pereza levantarme tan temprano para ir a leer y escribir en libros, aunque debo aclarar que en ocasiones llega a ser de mi agrado.

Hay más cosas que decir respecto al por que no me gusta asistir a la escuela, pero son más bien puntos a parte. Las razones son un tanto simples. Comenzare por el hecho de que no me gusta para nada el relajo que se puede llegar a formar, pues el silencio es de mis cosas favoritas y cualquier persona o objeto que se deshaga de él es mi enemigo. En segundo lugar se encuentran las personas que suelen ir a ese encantador lugar, más que nada su actitud, desde la de los alumnos, hasta la de los profesores del plantel.

Si me centro en los alumnos, me molesta que sean escandalosos o que se lleguen a molestar si no quiero prestar mis útiles, es decir, son mis cosas y no tengo por que prestarselas a nadie a quien no se las quiera prestar, así que no se lo tienen que tomar mal. No es mi obligación hacerlo de todas formas. Sin embargo, no es por ser egoísta, simplemente me sale del alma decir que no. ¿Saben de las personas que llegan a tener problemas por no poder negarle nada a nadie? No se acerca a mi caso ni de broma, yo en vez de eso, no suelo decir que sí. Cómo ya explique es muy sencillo decir que no, o por lo menos en mi cabeza.

En cuanto a los profesores, me han llegado a tocar varios casos en los que suelen afirmar que lo que dicen está en lo correcto aún si no es así. Lo que está muy mal, no puedes proclamar tu opinión cómo si fuese una ley, ya que para gustos colores, cada quien tiene derecho a pensar lo que quiera. Por lo que no hay que obligar a nadie a creer en nuestras palabras, quizás podemos tratar de persuadirlo para que lo piense, mas no obligarlo. Cada quien creerá lo que le parezca correcto. Y con esto no quiero llegar a que ellos están muy equivocados y que yo siempre tengo la razón, más bien a que deben comprender que los seres humanos por defecto nos equivocamos siempre, es parte de crecer y aprender, por lo que simplemente hay que aceptar nuestros errores en vez de molestarnos con los demás por corregirnos.

Otro punto es su sentir de superioridad, es decir, soy mayor que tú y me respetas por que me respetas. Para empezar, el respeto se gana, no se regala así que uno no puede exigirlo, y menos cuando la persona que lo exige se comporta de mala manera, por que bien se dice que el que quiere respeto, respeta a los demás, por que cómo tratas, te tratan.

En ocasiones he llegado a tener problemas por lo mismo, profesores que malinterpretan ciertas situaciones y que forman un espectáculo algo grande.

Aunque debo aceptar que pienso cosas algo incoherentes. Igual no suelo responder mal a mis mayores, por que sé de respeto, aunque me costo aprender.

Yo siempre mantuve estas opiniones respecto al tema, las cuales escuchaba de ciertos sitios y me convencían o que solamente cree de alguna forma. Pero todas ellas las mantuve gracias a que no solía hablar con nadie, me dieron tiempo suficiente para pensar sobre lo que sucede en el mundo. También dicho de otra manera, reflexione mucho.

Pero si esto no estuviera presente, todo en la vida sería muy simple, ¿No?

No es ficción, las cosas no pueden ocurrir cómo en los libros de géneros escolares y fantasía a los que solía recurrir todo el tiempo, ¿Cierto?

⭐ La Imprudencia De Mis Sueños ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora