Una compilación de historias de la OTP suprema, el DaiSuga.
Supongo que habrá de todo, historias con muchas temáticas diferentes, DaiSuga obviamente, mucho, mucho yaoi, belleza y amor.
Link de la artista del fanart de la portada: https://www.pixiv...
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Esa tarde, el cielo estaba gris. Gris como el cabello desordenado de Suga en las mañanas. Gris como la vida de Daichi antes de conocerlo.
Por eso, no resultó extraño que a medianoche comenzara a llover torrencialmente.
Suga se quedó dormido después de un rato de charla amena. Le pidió a Daichi que no dejara de acariciarle la cabeza, por lo que la relajación se fue acrecentando en su cuerpo gracias al tacto gentil del moreno. Daichi se distraía dejando cosquillas en su cuero cabelludo; deslizando los dedos gruesos por los mechones claros en la cabeza ajena. Le gustaba el aroma dulce que poseía; una mezcla de coco y azúcar quemada. El cabello de Suga también era extremadamente suave, y parecía como si a él le relajase más acariciarlo; que a Suga recibir las caricias.
Daichi no sabía por qué, pero Suga le transmitía mucha paz. Recostado en su regazo, tenía una vista perfecta del rostro redondo del peliplateado. Quizás todo se debía a que lucía fresco; como si no estuviera enfermo. Sus facciones delicadas daban la impresión de que era una persona inocente y dulce; e incluso en sueños, sus labios se curvaban en una sonrisa tranquila. Todo en él parecía estar hecho con una mezcla de algodón y azúcar; se le hacía más suave y dulce a medida que lo observaba.
Reparó en el punto oscuro situado en su pómulo izquierdo. Recordó de inmediato a Shimizu; con el lunar cerca de la boca. ¿Acaso había algo en esas marcas que provocaba una atracción incontenible ante las personas que los poseyeran?
Se sorprendió del camino que estaban tomando sus pensamientos. ¿Suga le atraía?
Desvió la mirada al suero que estaba colgado a un costado de la camilla. Se estaba acabando ya. Miró a Suga de vuelta. Era bonito. Era demasiado bonito como para estar tan tranquilamente durmiendo en su regazo, así tan cálido y cómodo.
Se sentía extraño ahora, había algo que iba mal. No se relacionaba con la creciente curiosidad que el peliplateado le causaba. Suga estaba mal.
Ya no respiraba tranquilamente como hace unos minutos. Sus inspiraciones eran profundas y silbantes. Sentía la zona de los muslos donde estaba apoyada la cabeza del enfermo un poco más cálida de lo habitual. Acarició una de sus mejillas con suavidad. Su temperatura había subido.
No quería despertarlo, pero tenía que asegurarse de que estuviera bien. Besó su frente con infinito cuidado; la piel sensible de sus labios sería capaz de corroborar si su percepción de cambio en la temperatura era real. Lo era, tan real como el hecho de que se estaba preocupando demasiado por una simple fiebre.
—Tengo fiebre —escuchó la voz somnolienta del peliplateado cerca de su oído. Aún mantenía los labios pegados a su piel—. Debo cambiarme Dai.
—¿Trajiste muda?
—No, ese es el problema. Pensé que estaría bien hasta mañana, pero el pijama está empapado.
Suga se irguió con cuidado y Daichi se levantó en busca de su ropa. Salió hacia los casilleros que estaban designados para los funcionarios del hospital, y sacó del bolso que solía llevar; la muda del día siguiente. Supuso que con la camiseta estaría bien, así que fue lo que llevó de vuelta a la sala.