Snow

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Tienen que escuchar la canción DE VERDAD, porque le da todo el mood al fic, se los prometo ;^; <3 (aunque esté en coreano :3c)

Tienen que escuchar la canción DE VERDAD, porque le da todo el mood al fic, se los prometo ;^; <3 (aunque esté en coreano :3c)

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La casa de Suga era gigante, hermosa y luminosa. Tenía un patio enorme, rodeado de jazmines olorosos, rosales delicados, y árboles frutales; que regalaban la más fresca de las sombras en verano. Los salones de la casa eran fríos en general, y yo siempre sentía que tenían una atmósfera especial; como si todo brillara y fuera fresco y agradable. Su madre siempre nos recibía luego de las prácticas de vacaciones con trozos de sandía, y bebidas de ramune muy frías, con vasos rellenos hasta el tope de hielo frappe, adornado con fresas y duraznos en almíbar.

Suga, daba la misma impresión que su casa. Era refrescante, luminoso, y tenía esa apariencia de frío constante; quizás por lo invernal que lucían sus características físicas para cualquiera que lo observara por más de un segundo. Sus mejillas y nariz se sonrojaban con facilidad; y la piel blanquísima y perfecta siempre dejaba traslucir las venas verde azuladas en sus muñecas. El cabello plateado lo hacía aún más irreal, como si fuese un personaje salido de un cuento navideño para niños. Era tan extraño que luciera así, a pesar de haber nacido en primavera. Pero creo que la esencia de las flores y el romanticismo innato de la estación que lo vio llegar al mundo estaba anclado en su ADN de una forma extraña; quizás clavado en su memoria como un recordatorio constante de que debía ser dulce y amable con todos. Y la forma natural en que coqueteaba evocaba a las rosas cuando recién abren su vestido coloreado, abriéndose paso, rasgando el botón verde que las envuelve, con infinita suavidad y lentitud. Cautivante.

Yo era una constante en su casa, casi durante todo el verano. Y así lo recuerdo siempre. Con los mechones plateados bañados por la luz naranja del atardecer característico de julio; cobijados por una noche que siempre llegaba tarde, y me hacía pensar que los días a su lado jamás tendrían fin. La sonrisa blanca y de ojos chinitos permanente en su rostro, y el lunar. El único punto de oscuridad en su existencia clara, aparte de sus pupilas dilatadas cuando algo le emocionaba. Suga.

Mi casa era todo lo contrario a la de él. Apta y perfecta para el invierno. Era grande, porque mis padres eran conscientes de cuántos hijos deseaban tener. La calefacción era magnífica, y el salón principal de la casa tenía una pequeña chimenea que encendíamos en las frías tardes de invierno. El patio no destacaba mucho, porque mi mamá lo usaba más de huerto que como jardín en sí; entonces estaba lleno de hierbas aromáticas, plantas de jengibre y árboles de yuja. Suga amaba el florecimiento de estos en la primavera; el olor cítrico y dulzón parecido al del azahar de los naranjos le daba la señal exacta para comenzar a pedir por el té de yuja que preparaba mi madre anualmente.

Si yo era un invitado constante en casa de Suga durante el verano; él era un ente permanente en mi casa durante el invierno. Las reuniones de estudio, y las noches de películas durante diciembre eran siempre en mi casa. Porque Suga decía que no había lugar más cálido que mi hogar. Aunque estoy convencido de que más que el calor, Suga disfrutaba estar en casa por el chocolate caliente que nos daba mi padre, y las múltiples formas que maquinaba junto con Ayami para burlarse de mí y hacerme enojar.

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⏰ Última actualización: Dec 24, 2018 ⏰

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