5 » 다섯

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Con un fuerte dolor de cabeza, Chan alzó la mirada para ver a Jun, bailando entre las mesas con varias bebidas entre manos.

Frotó sus ojos con las pocas fuerzas que tenía para que no se volvieran a cerrar, pesaban como toneladas y no parecía tener la fuerza suficiente para aguantarlos en ese momento.

Sacándolo de su trivial preocupación, una ligera presión en su pie le hizo recordar aquel lino sobre su tobillo, y lentamente se acordó de todo lo que había pasado antes de que cayera dormido, antes de que todos sus sentidos se nublaran y fuera abrazado por una inmensa capa de oscuridad. De toda aquella pelea, de la que por más que mirara alrededor ya no quedaba ni rastro.

Recordaba cómo estaba sentado en esa misma silla de metal frío,
Jun estaba agachado frente a él  mientras sus finos dedos enredaban la tela, jugueteando, tan ágiles como el viento. Tan ágiles como esas sonrisas salvajes que de vez en cuando dejaba salir. Fruncía levemente su ceño, concentrado.

Uno por uno curó los pequeños rasguños que se había hecho aquella tarde, no eran para tanto, pero por más que lo intentó no consiguió persuadir al otro de no curarlas.

Ese "estoy bien" parecía haber quedado en el olvido para su mayor. Pero esa no era la realidad del rubio, pues su corazón aún seguía latiendo rápidamente ante aquellas palabras.

Aunque para ser sinceros, el pequeño no tenía ni tiempo de molestarse, aún se encontraba algo, bastante, inquieto. No conseguía despejar su mente, demasiados pensamientos lo estaban agobiando.

Pasaba sus dedos entre las castañas hebras de cabello, desórdenandolo, nervioso, a la vez que mordía repetidamente su labio inferios.

Miraba hacia abajo. Desviaba la mirada hacia la cocina del lugar, se alarmaba por cualquier mínimo ruido. Todos sus sentidos estaban alerta, y sus sentimientos a flor de piel. Piel de gallina. Miedo. Esperaba en cualquier momento que unas grandes manos lo empezaran a sofocar, a toquetearlo.

Estaba bien físicamente, sí, Jun lo había prácticamente salvado, pero estaba entrando en un pequeño estado de pánico al recordar todo.

¿Por qué no se podía sacar todo aquello de la cabeza?

Quería olvidarlo, no quería tener más esos estúpidos sueños. Solo deseaba olvidarlo por siempre, borrar todo su pasado para que nadie pudiese juzgarlo. Para que nadie pudiese juzgarlo tal y como lo hicieron con su madre, no podía acabar igual, no, no.

Aunque su corazón le había llevado la contraria demasiadas veces, un no en mayúsculas seguía proyectándose en su mente.

Soltó un leve quejido que alarmó a Jun, no quería pensar más.

No se interesó por sus palabras realmente, ni siquiera supo que dijo, pues lo único que adueñaba su cabeza era el sentimiento de culpa, de frustración. Algo que no sabía como controlar, pues eran demasiadas emociones para su pequeño cuerpo.

Había sido un sueño, no tienes por qué preocuparte, se repetía en su cabeza.

Para cuando terminó de curarlo, estaba rendido sobre la mesa, no había manera. Y quién sabe cuando, cayó dormido, el cansancio había podido con él.

Sacudió su cabeza.
Bajó de la luna para hundir de nuevo los pies en la tierra y mirar alrededor. Llevaba más de cinco minutos mirando a algún sitio especialmente interesante de la mesa y algunos de los otros clientes lo estaban empezando a mirar raro.

Se sentía como si lo hubieran sumergido en el mar, estaba ahí, con los ojos abiertos, pero ajeno a todo. Somnoliento. Pensativo. Confundido.

Rodeado por conversaciones y murmullos que tomaban un segundo plano en su cabeza, miró con más detalle.

Hafefobia ➳ JunChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora