(Regina)
Era otro más de aquellos aburridos y pesados domingos en casa de Blanca, en el bueno, viejo y tradicional almuerzo de familia. Blanca había adquirido ese hábito de intentar reunir a todo el mundo el máximo número de domingos posibles desde que volvimos a llevarnos bien y ser una familia feliz. Confieso que me gustaba, y me gustaban bastante esas reuniones familiares, por primera vez en muchos años volvía a sentirme bienvenida y amada por las personas, pero cuando Killiam empezó a infiltrarse y a frecuentar cada vez más esos momentos de unión y amistad, me fui desanimando e irritándome hasta el punto en que solo hacía presencia para no herir a mi ex hijastra, y siempre que me era posible me las apañaba para quedarme apartada de todos. Algunos domingos conseguía inventarme alguna disculpa cualquiera y no iba, lo que era un gran alivio, pero no podía hacer eso siempre sin levantar sospechas, infelizmente. Así que, solo me quedaba ir, aunque contra mi voluntad.
Me gustaba mucho la compañía de todos: Henry (que ahora vivía con Emma), Zelena, Belle, David, Blanca, Granny, que muchas veces también estaba presente...¡Emma! Infelizmente ya no podía estar cerca de la rubia y conversar como si nada como antes hacía en estos tradicionales almuerzos, pues el pesado del pirata siempre estaba alrededor, rondándola, sin darle espacio. Yo sentía que Killian, de cierta forma, la sofocaba, la prendía. Emma había perdido mucho de su verdadera esencia después de relacionarse con él de forma más fija, ella ya no era la misma mujer fuerte, guerrera y salvadora de antes. Algo había cambiado dentro de ella y todos lo percibían, incluso su madre, como me había enterado días atrás. Ese cambio se veía incluso en su postura, antes tan austera y segura de sí misma, ahora tan encogida y cabizbaja. Era como si Hook la estuviera colocando en su propia prisión particular, sin que ella se diera cuenta. Todos echábamos de menos a aquella Emma Swan de antes, fuerte y valiente, siempre presente y no distante, la que no necesitaba a ningún hombre para ser feliz y caminar por sus propios senderos...sobre todo yo.
Estaba sentada lo más lejos posible, en un pequeño banco cerca de una mesa, saboreando calmadamente mi plato de macarrones con albóndigas, preparado caprichosamente por Mary, cuando alcé mi mirada y me di cuenta de que Emma me encaraba desde lo lejos, mientras jugaba con Robin y Neal en el césped. No bajé la cabeza como solía hacer en los últimos tiempos, en vez de eso, sustenté la mirada de los grandes orbes esmeraldas. No supe decir cuánto tiempo nos quedamos así hasta que, para variar, Garfio llegó quebrando aquel momento nuestro, abrazando a Emma por los hombros y mirando hacia mí con cara de pocos amigos, incluso de lejos notaba su insatisfacción. Parecía que lo hacía adrede. Siempre que me acercaba a la rubia de alguna forma, sea de cerca o de lejos, o un sencillo intercambio de miradas, él se las apañaba para llegar y molestar. Empujó a Emma hacia dentro de la casa mirándome de lado por última vez, y los dos desaparecieron allá dentro, suspiré y volví a centrar mi atención en mi plato.
-¡Eh, mamá!
Fui despertada de mis devaneos por la voz que más amaba escuchar. Sonreí cariñosamente y lo miré.
-Hola hijo...¿qué me cuentas de nuevo? ¡Tienes que ir por casa...te echo de menos!
-Pero fui ayer, mamá...- respondió Henry, riendo travieso –Es más, voy todos los días para merendar juntos.
-No importa...puedes pasar cada minuto del día que yo siempre moriré echándote de menos...- reí y apreté fuertemente las dos mejillas de mi hijo, que también rió. Pasamos allí un tiempo agradable conversando, haciendo que olvidara incluso los momentos de antes.
-¿De qué se ríen tanto las dos criaturas? Quiero participar...- fuimos sorprendidos por la repentina llegada de Emma, sonriendo de oreja a oreja y arrastrando un banco para juntarse a nosotros. Como siempre, estaba hermosa y radiante, sentí aquel familiar descontrol de la respiración y que el corazón se me iba a salir del pecho. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal al encarar, una vez más, los brillantes verdes esmeraldas, acompañada esa sensación con el normal revoloteo en mi estómago. La camiseta blanca que a Emma le gustaba llevar delineaba los músculos de sus brazos y abdomen, muy bien definidos, y el escote estaba bastante prominente. Sin darme cuenta, clavé la mirada en toda aquella región con la boca abierta. Henry no se dio cuenta, pero Emma sí. La rubia se puso roja al momento. Y yo también me sonrojé al ascender la mirada y darme cuenta de lo que había acabado de hacer. Ella no apartó sus ojos de los míos.
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Diario de un gran amor
FanficTraducción del fic del mismo titulo de FanaticaPorler. Idioma original: portugués Sinopsis: Al encontrarse totalmente lacerada por el amor platónico que siente por Emma y viendo su sufrimiento aumentado ante la devastadora y reciente noticia de su...