En cuanto ambos volvieron a centrarse en qué estaba pasando alrededor, se dieron cuenta de que estaban en un lugar diferente; un lugar totalmente caluroso. Hikaru apenas se sorprendió, pues era él quien provocó aquella extraña y mágica situación, pero Anneline estaba perdida. Perdida y dolida. ¿Acaso la teletransportación era un nuevo poder daemon? Pero, ¿entonces qué explicaría aquel cálido tacto que sentía en su abdomen?
Algo se estaba aferrando a ella.
Al haber huido de aquel sitio, tuvieron que acostumbrarse al silencio. Antes, en aquella plaza, todo eran abucheos y gritos de dolor. Algo que no querían seguir escuchando.Finalmente Hikaru soltó a la chica bajo el silencio de la calma que venía después de la tormenta. La observó, manteniendo aquella corta distancia. No quería ser descubierto, por lo que debía mantener la cautela. Quedó quieto para evitar que eso pasara.
"¿Qué hago, Hami?" pensó, preguntándole así a su hermana. Una de las negativas de aquella maldición era que sus pensamientos no solo eran suyos, y era una cosa que odiar.
(Ay, a mí no me preguntes. Tú te metiste en esto.)
Observó a la rubia, hasta que finalmente se decidió a hablar.
—¿En qué demonios estabas pensando, joven?— preguntó aún invisible. Tenía miedo de la reacción de aquella muchacha en cuanto lo viese, ya que podría ponerle cara al "culpable" de impedir que pudiese salvar a su amiga.
Aunque no hubiese podido. Lenna debía de considerarse como muerta en el momento en el que ellos la capturaron, era algo que Hikaru sabía.
Anneline Strange escuchó una voz masculina y cercana. Pensó en lo loca que estaba, ¿era su cabeza quién le hablaba? ¿Su subconsciente? Imposible. Su cerebro solo estaba concentrado en lo que había visto. Gritos, llantos y más gritos. ¡Maldición! ¿Por qué? Ella estaba dispuesta a morir en batalla. Su vida había sido llenada de soledad. Aún no descubrió la verdadera felicidad, por lo que no experimentó el apreciarla.
Hubiese dado todo por conseguir llegar hasta ella.—¿No he salvado a Lenna?— susurró para sí misma, mordiendo sus labios con tanta fuerza que estos comenzaron a tener un sabor a hierro—. ¡Escoria! ¡Escamoso, no eres más que escoria!— y Anneline no se dio por vencida; volvió a cerrar sus ojos para concentrar su energía; quería volver al lugar de antes, aún pensando que había desarrollado un nuevo poder. No le importaba quién la estaba esperando; quería recuperarla. ¿Y si aún no estaba muerta? Aunque hubiese una mínima posibilidad, debía ir.
—Lamento informarte que esa chica no tenía salvación...—habló Hikaru Toriyama, provocando que la rubia volviese a mirar hacia él, aunque no lograba verle—. Y no sé si me lo decías a mí... Pero ni escamoso ni escoria soy...
(¿Por qué no nos vamos y ya está?)
Escuchó a su hermana, por lo que le contestó.
"Porque ya nos estarán buscando, inteligente. No tenemos muchos sitios adónde ir... Tal vez la aldea que queda por aquí o un acampada en el volcán..." Y era cierto. Ellos también estaban en problemas. "Quizás el refugio de esta región. Pero vamos, que de momento hay que sacar de la crisis a esta chica. Es de las pocas daemon que quedan. No pienso unirme a la masacre del desgraciado de Sujin, debemos salvarla. Además sabes bien que dejarla aquí a su suerte es dejarla morir."
—¿Eres mi subconsciente?— preguntó la Strange, haciendo que Hikaru volviese a concentrar su atención a ella—. No, claro que no. Ni mi subconsciente habría abandonado a Lenna, sabiendo el suicidio que eso sería.
Hikaru escuchó con atención sus palabras, teniendo la necesidad de revelarse.
No iba a ayudarla aún siendo invisible, ¿verdad? Además, no supo si podría guardarle ese secreto, a pesar de los tantos que guardaba.
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MAKE ME SHINE ©
Fantasy«Una daemon y un chico cuya historia prefería ocultar. De la unión de estas almas, la una distinta de la otra, una criatura vio el nacer. Y esa criatura habla ahora, queriendo hacer pública la historia de sus progenitores y su origen. No para fand...