Bienvenida

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La silueta de mi mejor amiga se dibuja en el paisaje, está sentada en el capó de su auto esperando a su media naranja, su cabello ahora es rojo y se ondea con el viento,

Levanta sus azules ojos hacia mí y da un salto, corriendo a toda velocidad hacia mis brazos, los sentimientos se arremolinan en mi interior, formando un nudo en mi garganta y llenando mis ojos de lágrimas. Corro hacia ella uniéndonos en un abrazo, su cuerpo me rodea y me aprieta con todas sus fuerzas.

Llora en mi cuello y yo solo puedo mantenerla cerca.

-Estúpida puta de mierda –se separa y me lanza una bofetada, impactando mi rostro haciéndolo girar- ¿Sabes cuantas putas veces he soñado con este momento? –se limpia las lágrimas con el dorso de su muñeca y sorbe por la nariz.

-Perdóname –limpio mis lágrimas.

-Extrañe a mi mejor amiga –me abraza, esta vez menos violentamente, se separa unos centímetros solo para detallarme- pero mírate, te vez como la mierda en esa ropa.

Miro hacia abajo comprobando mi atuendo, llevo una sudadera gris y camisa ancha a juego, con el nombre de la penitenciaria grabadas en negro.

-Lo siento cariño, no tuve tiempo de ir de compras –bromeo sarcásticamente- pero mírate, estas hecha un bombón pelirrojo.

-Alguien ha estado invirtiendo en mi –se gira y puedo contemplar su vestido de diseñador y botas altas, acompañada con algunos accesorios.

-Santo cielo Kamil –rio- ¿a quién te estas tirando?

-A alguien especial –sonríe de vuelta y veo su diseño dental- tengo trasero y dientes nuevos.

-Haber si estos días me enseñas a jugar la lotería como tú.

-Nunca sigues mis consejos –pone cara de perro regañado, fingiendo un puchero- ven, iremos a comer algo de verdad.

La sigo hacia su bonito auto rentado, lo pone en marcha, se gira hacia mí y me mira pensativamente.

-No te asustes vale –toma la palanca- soy nueva conduciendo y el auto se apaga un millón de veces.

Avanzamos por la ciudad entre trompicones, giros prohibidos y frenos de emergencia.

-Carajo Kamil ¿Nunca fuiste a la clase de conducción? –me burlo de sus dotes automovilísticos.

-Cállate perra –enciende un cigarrillo y me tiende otro, lo tomo- ¿qué quieres comer?

-vamos al AutoMac –miro mi atuendo- aún me veo como una delincuente.

Atiende a mi petición y comemos hamburguesa, papas, refresco y un helado, saboreando cada trozo, añorando por más.

-Te quedaras conmigo –dice con la boca llena- tengo un nuevo piso- bebe de su refresco- es casi tan fantástico como yo.

AGAIN -hasta los huesos. #wattys2018Where stories live. Discover now