-Niñeros, día 5-

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[El día aún no iniciaba; era aún oscuro cuando la pequeña user despertó, al hacerlo se dio cuenta que al pie de su cama estaban Ciel y Sebastián dormidos.

Le sorprendió verles allí, pronto supuso que estos velaron sus sueños durante el tiempo que durmió.

Eso la hizo sentirse muy querida, y sonrió dispuesta a hacer algo por ellos.

Era la única despierta, así que no había quien la ayudase, por lo que se encargó de asearse y fue a la cocina dispuesta a cocinar.

Sus conocimientos eran casi nulos, pero lo intentaría de igual forma. Buscó lo necesario para cocinar unos simples huevos revueltos con jamón y hacer té de limón.]

Ciel: ...Ngh...-. El ojiazul perezosamente despertaba mientras trataba de estirar el cuerpo.- ¿En qué momento me quedé dormido?... ¿Eh? ¿Hina? ¿Hina, dónde estas?

Sebastián: ...Ciel, no hagas tanto escándalo, la... despertarás... ¿Dónde está?-. El tono de alarma se notaba en su voz una vez se dio cuenta de que la user no estaba en la cama.- Espera... ¿huele a comida?

Ciel: Pero si Alaude seguro aún no... ¡Hina!-. Con tropezones, ambos demonios se levantaron del suelo donde se quedaron dormidos y salieron corriendo a la cocina.

[Al entrar vieron como la pequeña servía en dos tazas el té que había hecho por su cuenta. Este tenía un agradable aroma.]

¡Ah! Ya han despertado, que bueno. Acabo de termin-. Antes de seguir hablando, Ciel se acercó rápidamente a ella y le quitó la tetera caliente. Pronto comenzó a revisarle las manos en busca de alguna quemadura.- No se preocupen, no me queme, recordé bien como hace la comida mi mamá y me cuide de no quemarme...

Ciel: Menos mal no tienes ninguna quemadura ¡¿En qué estabas pensando?! ¡Sí tenías hambre podías esperar a que fuera hora del desayuno!-. Los gritos pronto hicieron que la user diera pasos hacía atrás asustada. Ciel pronto se arrepintió de haber gritado.- L-lo siento, no debí gritar... pero pudiste quemarte ¿Por qué lo hiciste?

N-no era... p-para mí... Se los hice a ustedes por cuidarme mientras dormía-. Las lágrimas ya desbordaban de las mejillas de la pequeña que se esforzaba por no hacer más ruidoso su llanto, pero una vez lloraba asustada sus lamentos eran tales que hasta respirar se le hacía difícil.- Q-que-quería agradecerles e-el cuidarme mientras dormía...

Sebastián: ¿Este desayuno es para nosotros entonces?-. La pequeña asintió a pesar del llanto, aunque este fue bajando mientras el ojiazul la abrazaba.- Es un lindo detalle, pero innecesario, pudiste haberte quemado y sería nuestra culpa por no cuidarte bien, así que no lo vuelvas a hacer. Aunque te doy las gracias, ambos lo comeremos con gusto.

Ciel: ¿En verdad no te quemaste?-. Una vez calmado el llanto, el ex-conde se alejó. La pequeña negó.

Estoy bien, no es la primera vez que hago té, tampoco huevo, aunque las otras veces me queda un poco crudo, ¡pero esta vez salió bien!-. La pequeña estaba orgullosa de aquello.

Ciel: Bien, entonces hay que probarlo, ese té me esta llamando la atención desde que percibí su aroma-. El ojiazul tomó la taza y dio un pequeño sorbo, pronto le gustó.

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