Oliver
Estoy sentado en mi cama mientras espero que la hora de la cena. Hace unos minutos que el susodicho llamo a Zeus, Rubí y Amber para alguna revisión rutinaria. Todos estamos muy alerta. Ahora revisamos todo y nuestras miradas se llenan de incertidumbre cada vez que dice nuestros respectivos números. Sentimos esa incertidumbre por lo que pueda ser de cada uno de nosotros tras esas puertas. Todo por lo que pasó con Venus, en ese instante, lo recuerdo todo exactamente como si lo estuviera viviendo ahora mismo.
Yo estaba justo al otro lado del pasillo, esperando a que apareciera para una extracción de sangre o algo parecido, pero cuando escuché los gritos de Venus, tuve que romper mis propias normas. Normas que cree antes de entrar aquí.
"Nunca ser el héroe"
"Ayudar, pero siempre indirectamente o sin tener contacto directo"
"Nunca aceptar la gratificación por tu acción"
En resumidas cuentas: actuar como si tú no estuvieras haciendo nada.
Esas normas en mi vida me ayudaron a no encariñarme de las personas tan rápidamente. Esas mismas normas ayudaron a convertirme en una persona más distante y fría. Pero las rompí porque sabía que era algo serio. Las rompí por salvar a alguien. Recuerdo forcejar la puerta hasta que la rompí y pude cogerla en mis brazos y sacarla de allí. Ella estaba tan débil cuando entre que simplemente mi corazón se partió. Sus ojos solo me decían una cosa:
"Ayuda"
Nunca había sentido tanto arrepentimiento por algo. Antes de entrar en la dichosa habitación apenas la miré, no me moleste en saber si estaba bien. Por la estúpida incomodidad que había entre nosotros dos por el beso. Odie haberle besado en aquel momento, ella es como una amapola, frágil y pura. Y cuando entre sentí todo mi mundo caer en mis hombros mientras veía su cuerpo medió moribunda en la camilla, con ese líquido azul que se introducía por sus venas. Y ahora es lo más difícil, no puedo aguantar su mirada. Me siento tan culpable. Además que solo mirarla es algo que me transporta a ese momento y un nudo se aprieta en mi garganta.
Esta justo delante de mí ahora mismo, durmiendo tranquila, se ve tan perfecta mientras duerme que me asusta. Mi corazón se encoge, siento unas ganas incontrolables de protegerla. Es tan preciosa y tan frágil a la vez. Fue lo peor cuando sentí que se escapaba de mis brazos, todo se volvió negro para mí, ella estaba muerta y eso ardía por dentro. Eso significaba que si ella no había sobrevivido ninguno teníamos posibilidad de hacerlo. Siento una conexión cercana con ella, como si ya la conociera de otra vida, por eso juré protegerla y a todos los presentes. No podía dejar que alguien que me había jurado a mí mismo proteger muriera delante de mis ojos sin poder hacer nada.
La verdad es que ahora estoy un poco paranoico, y cada vez que duerme me acerco cuidadosamente a ella y tomo su pulso por si corazón fallará otra vez. Tal vez sea demasiado protector, apenas me he separado de ella en todo este tiempo. Todo esto sin despertarla claro, no quiero que piense que soy un rarito.
Mientras sigo navegando en el mar de pensamientos, noto como ella comienza a desperezarse en la cama. Eso me hace moverme hacia un lado de la habitación para que no piense que la estaba observando mientras dormía. Intento hacer como que estaba arreglando las camas. Estoy de espaldas a ella, pero no me resisto más y volteo haciéndome el despistado.
—Ey, ¿ya despertaste?—digo mientras me acerco donde se encuentra ella. Ella se endereza, y se sienta en la cama con las piernas cruzadas.
—Sí, ya estoy bien. Me siento mejor.
—Me alegro. —le sonrió con la boca cerrada e imita pero con timidez.
—Oye, ¿dónde están Amber, Rubí y Zeus?
La miro y ella asiente sabiendo que me refiero a que están con el "doctor".
Cojo un poco de leche del cajón y la oigo en una taza, me acerco y se la ofrezco— ¿Quieres?
—Sí, gracias—coge la taza y da un pequeño sorbo. Yo la miro y sonrió por lo tierna que se ve cuando esta tímida.
Ella me ve reír y me mira con curiosidad— ¿Qué?
—Nada, nada—continuo riéndome.
—No. Ahora me lo dices. —me contesta sería.
—Pues que tienes un bigote de leche—ella se sonroja sin querer y se chupa los labios borrando el divertido bigote de leche.
—Creo que me gustabas más cuando lo tenías—suelto una gran carcajada. Ella me mira divertida pero a la vez fingiendo estar cabreada.
— ¿Si? Pues a mí me gustabas más cuando estaba dormida y no te escuchaba.
Me quedo serio.
—Es broma eh. —me dice avergonzada y yo suelto una carcajada más grande. Me intenta pegar en el hombro pero yo la detengo a tiempo quedando muy cerca.
Me quedo hipnotizado con sus preciosos, tienen una gama de tantos colores que siento gran admiración por ellos. Nuestras caras están muy cerca, y ninguno separa la mirada. Entonces mi mirada baja de sus ojos hasta sus carnosos labios. Me quedo preguntándome si debo besar o no.
Instintivamente sus ojos se cierran y los míos también y cada vez estamos más cerca. Ya puedo notar mi nariz y la suya rozándose suavemente. Siento su aliento tan cerca que un escalofrío recorre mi espina dorsal.
Y entonces pasa...
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Me and my demons.
Mystery / ThrillerSiento como pequeñas gotas caen sobre mi cara haciendo que me intente levantarme aturdida y mareada. Me acomodo suavemente en mi cama e intento encender la luz de la mesilla de noche que se encuentra a unos centímetros de mí. Sigo buscando el inter...