Las maletas

214 14 0
                                    

Ya estaba él pensando en ver a sus amigos y jugar al juego ese que siempre jugaban, donde tenías que elegir a tu pareja y hacer una especie de retos.

Llamó al portero de su casa, donde le respondió su madre
-¿Si?-preguntó ella.
-Hola mamá, soy Joss.
De pronto, se escuchó el ruido del desbloqueo de la puerta principal, donde seguida de ella estaba el ascensor. Joss, se metió en él, y simplemente apretó el viejo y sucio botón de su piso: 4A. El ascensor, subía bastante rápido para lo viejo que era, la verdad.

Las puertas se abrieron y giró hacia la derecha, donde estaba su puerta, marcada con una placa que ponía también, 4A.

Su madre le abrió, y para la sorpresa, Joss vio que estaban todas las maletas hechas, solo que algunas estaban abiertas y otras cerradas. Parecía que se iban a mudar de todas las maletas que llevaban, pero no. Los padres de Joss, se llevaban casi todo el armario, ya que iban a ir al pueblo por 20 días.

-Joss, ayúdame hijo, que no puedo cerrar las maletas.
-Sí mamá.
Él fue para allí y lo único que hizo fue sentarse encima de las maletas, haciendo presión hacia abajo. Y de mientras, su madre iba cerrando las cremalleras.

Un ruido se escuchó en la puerta principal. Era su padre, que había venido del trabajo, listo para marcharse unos cuantos días al pueblo de vacaciones.
-¡Hola chicos!-dijo con mucha felicidad.
Se saludaron entre ellos. Seguidamente, el padre de Joss, les explicó que tenía el coche justo abajo, en un sitio donde estaba prohibido aparcar, y que si no se daban prisa, pues... Tal vez les tocaba pagar un dinero extra si llegaba la policía.

Cogieron rápidamente todas las maletas y bajaron en el ascensor.
-Una cosa, ¿cuanto el el peso máximo que se puede llevar en el ascensor?-preguntó Joss.

Los tres, miraron una placa reluciente que estaba situada en la esquina derecha del ascensor, donde indicaba todo eso. Iban justos de peso.
Salieron del ascensor y vieron que al otro lado de la puerta del portal, estaba el coche. Era de color gris, y bastante alargado, donde cabían 7 personas y las ventanas eran oscuras. Metieron todas las maletas en el maletero, y algunas, como no cabían, las pusieron encima de los asientos que quedaban libres.

Cada uno se sentó en su sitio, y emocionadamente, empezaron el trayecto que les llevaba a su pueblo, donde iban a pasar unas vacaciones relajadas... O tal vez no tanto...

Entre PortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora