La sombra de un padre (PAW Patrol fanfic)

Reunion familiar

Capítulo 8: Reunión familiar

Terminada la plática con Crusher, Marshall ya había pensado que hacer, solo necesitaba alginas cosas para comenzar, así que el cachorro dálmata salió corriendo a toda velocidad de la oficina, buscando a Ryder. El jefe de bomberos se asomó cuando vio correr a Marshall.

-Todo bien Marshall? –preguntó el jefe Swersky con preocupación.

-Sí señor, solo saldré un momento, después regreso!!! –gritó el cachorro. Avanzó abriéndose paso entre los bomberos del enorme recinto, y en eso se tropezó con un casco que estabe en el suelo, cayendo sobre él, y aprovechando el impulso, se deslizó hasta llegar a los tubos que usan los bomberos de la estación para bajar a los camiones. Ryder y el resto de los cachorros estaban abajo, admirando las enormes unidades, cuando vieron a Marshall bajando por el tubo dando vueltas, y después salió disparado en dirección de Ryder, quien logró atraparlo en el aire.

-Marshall dándole su toque personal a este lugar –susurró Chase, haciendo reír levemente a los demás cachorros.

-Te encuentras bien? –pregunto Ryder al dálmata, quien le dedico a su dueño una sonrisa y le lamio la mejilla en agradecimiento.

-Estoy bien, gracias, pero si necesito un favor, podrías ayudarme? –dijo Marshall. Se acercó al oído de Ryder y comenzó a susurrarle algunas palabras. Una vez que terminó, el chico bajó al cachorro bombero al suelo, quien esperaba con impaciencia la respuesta de su dueño.

-Por supuesto que te ayudaremos, cachorros, acompáñenme –dijo Ryder. Los cachorros obedecieron su orden, salieron de recinto, abordaron sus vehículos y se fueron.

Un par de horas después, los cachorros llegaron al cementerio Greenwood. Marshall entró solo, mientras los demás decidieron esperarlo afuera. El dálmata vestía un saco negro, corbata negra y una camisa blanca de su tamaño, y en su hocico llevaba dos ramos de flores. Caminó despacio, contemplando el resto de las lápidas y tumbas de todas las mascotas que habían sepultado en ese lugar, hasta que llegó a la tumba de sus padres. Había dos lapidas cuadradas con terminado de mármol color miel, con una placa metálica en cada una. La tumba de la izquierda era más antigua y decía "Misty: dálmata bombera, amada esposa, fiel compañera", y la segunda era nueva y decía "Blaze, dálmata bombero, fiel esposo, héroe de la ciudad". Puso los ramos en el suelo y miró las tumbas por un momento, en lo que buscaba el valor y las palabras adecuadas en su corazón. Después de unos minutos, se decidió a hablar.

-Mama, al fin estoy aquí, jamás pensé en verte otra vez, ha pasado mucho tiempo desde aquel día en que Blaze me trajo, lo único que recuerdo de ti es tu olor en ese oso de peluche que conservo. Solo sé que me quisiste mucho, y que mi nacimiento significó tu muerte, y agradezco ese enorme sacrificio que hiciste por mí, me hubiera gustado poder conocerte un poco más.

Miró por un momento la tumba de su madre y respetuosamente colocó el primer ramo de flores al pie de la lápida. De pronto, la lluvia comenzó a caer, mojando todo a su alrededor, pero eso no importo al cachorro, quien después dirigió su mirada a la tumba de Blaze. Coloco el segundo ramo al pie de la recién puesta lápida. Esta vez las palabras eran más difíciles de pronunciar, sentía que no podía hacerlo, pero se armó de valor, tomó un respiro y comenzó a hablar.

-Sé que es tarde para decírtelo, pero........leí tu carta, leí tus motivos, la mayoría los entiendo....pero yo....estaba furioso........tienes que entender, lo que hiciste me molestó mucho, no es un odio que pueda desaparecer de pronto, y era un rencor que te tuve por mucho tiempo, y que debía sacar de mi interior......pero..... me di cuenta que, a final, si me quisiste, sé que fue difícil para ti perder a mamá, y entiendo que ella fue el amor de tu vida, y que ese dolor no te permitió quererme de manera debida, y ahora que querías disculparte......yo.......no te lo permití, fui un mal cachorro....., yo.........-Marshall comenzó a llorar, las lágrimas de su rostro se mezclaban con las gotas de lluvia que lo cubrían, lloró un poco más para desahogarse, se armó nuevamente de valor, respiró profundo y retomó el espontaneo discurso.