Una nueva escuela

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El ruido del despertador le hizo abrir los ojos.
Abrió su ojos azules y lentamente se levantó.
Un bostezo salió de su boca; era demasiado difícil levantarse pronto después de verano y empezar con el invierno y la escuela.
Pero no una cualquiera escuela, sino más bien los superiores.
Era muy ansiosa por encontrar su nuevos compañeros y tal vez aún el amor.
Ella era así, una soñadora, amante de la pintura, tocaba el violín y amaba nadar: una chica madura por su 15 años.
Había vivido con su familia en la ciudad de Tokyo, pero su vida allí no duró mucho, de echo a la edad de 11 años debió transferirse a San Francisco donde su padre trabajaba.
Los años de la escuela no fueron fácil para ella: nuevos amigos, ambiente y profesores. Y la consecuencia era de ser casi siempre sola.
Y ahora era un poquito asustada al pensar de lo que iba hacer.
Su tren de pensamientos fue detenido por el toque de la puerta de su mamá.
"Michiru, ya estás lista? No olvides tu nueva uniforme, hoy empieza un nuevo año escolar."
Dijo su mamá abriendo la puerta.
"Por supuesto ma, estoy casi lista."
"Muy bien hija, tu padre y yo estamos abajo esperándote."
Y salió cerrando la puerta.
Suspirando Michiru se vistió y con calma bajó con su mochila.
"Te veas hermosa, hija mía." Dijo el padre de Michiru.
Y ella se dio vuelta encontrado sus mismo ojos azules de su padre que la miraban.
"Gracias papá, pero no es que lo soy tanto." Dijo con voz incierta, tímida.
"Oh Michiru, tu ya sabes que tu padre es así, adulador como siempre." Dijo su madre sonriendo. "Pero debe decir que tienes razón, Michiru, estás deviniendo en una mujer, una hermosa mujer."
"Oh stop, no me haces sonrojar." Dijo Michiru sintiendo el rubor en su mejillas.
"¿Bueno, que piensas de ir a la escuela?"
"Por supuesto papi, no quiero ir tarde alla." Dijo saliendo de la puerta.

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"Ok Michiru, yo recomiendo, recuerda tu eres una Kaiou, debe ser fuerte."
"Hasta luego, papá." Dijo besando su mejilla.
Salió veloz de la móvil hasta la escuela.
En frente a la entrada de la escuela estaban una gran cantidad de chicos y chicas, probablemente esperando que las puertas se abrían. Desde sabía que había de esperar la apertura de la escuela por lo meno 10 minutos, se tomó algunos de ellos para analizar el luego.
Era una escuela bastante grande y espaciosa, luminosa y agradable. 'Una buena instrucción y eso fue bastante por mis padres, que no dudó de llevarme allí.'
'Pues tal vez la gustaré, pero no pude no cuestionarme porqué ellos me llevaron desde aquella escuela a Tokyo, era bastante similar a esta.'
Fueron su pensamientos mientras se acercaba.
Miró hacia dos chicas que estaban llegando corriendo, pero ya era tarde, el impacto fue inevitable.
Se encontró en el suelo, su mochila amortiguó su caída, mientras miraba a dos piernas en los suyos.
"¡Oh dios, lo siento. Lo siento muchísimo!" Dijo la rubia, que parecía de su misma edad.
"¡Todo es tu culpa, Usagi!" Dijo una morena, que parecía un año más grande de ella, "lo siento por mi amiga." Añadió ella.
Michiru las miró por un rato, pues respondió.
"No te preocupes, eso no es nada. Debía ser más atenta." Dijo ella a baja voz.
"¿Oh, bueno, tu es una nueva alumna, cual es tu nombre?" Dijo sonriendo la rubia.
"Mi nombre es Michiru, y si, yo soy una nueva alumna." Respondió.
"Bueno, yo soy Usagi y esa es Rei. Un gusto conocerte."
Ella era realmente una chica dulce.
"El gusto es mío." Dijo "¿y qué edad tienen?"
"Yo tengo 16 años y Usagi 15 años, ¿y tú?" Dijo Rei.
"Yo también 15 años."
"¡Bueno, entonces podremos ser en la misma clase, fantástico!"
"Si, Wow, soy afortunada que soy más grande que tu, no te puedo soportar por dos horas, figuras 6 cada día." Dijo riendo Rei.
"¡Rei! Para ti debía ser un honor ser mi amiga, ¡que ingrata!" Dijo pretendiéndose ofensa.
"Seguro será un placer haberte en la misma clase Usagi." Dijo Michiru interrumpiéndolas, "pero ahora debo ir, ¡hasta luego chicas!" Y empezó a caminar por el edificio, desde era el momento de la primera lección.

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Cuando se levantó probó un fuerte dolor de cabeza.
'Maldito alcohol.' Pensó dirigiéndose al baño.
'Pero qué...' pensó realizando que era desnuda; entonces miró hacia su cama, y vio que la mitad de su cama era ocupada por una mujer.
'Bastante suficiente.' Dijo a sí misma recordando lo que hizo la otra tarde.
Entonces miró al reloj y corrió hasta su armario, buscando su uniforme, masculina por supuesto, llevándola inmediatamente.
No podía ser tarde aún al primero día de escuela.
Tomó su mochila y se fue de la casa, no antes de dejar un mensaje a la pelirroja que dormía, donde escribió de dejar la casa antes de su regreso.
Entonces salió y tomó su motocicleta, acelerando hasta la escuela, decidiendo de empezar las lecciones más tarde.

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"Bueno chicos, yo soy vos nueva profesora de inglés y literatura, Miss Welsh." Dijo ella antes de tomar el registro para empezar la lección de los nombres.
"Buenos día profesora." Dijo la clase
"Bueno, desde ahora, empezaré hablar en inglés, por practica."
Un toque a la puerta hizo detener su discurso.
"Adelante." Dijo
La puerta se abrió, presentando una chica, al parecer nueva.
"Oh, casi olvidaba, esta es una nueva alumna de la nuestra escuela, estará en esta clase desde ahora. Coraje, preséntate." Dijo la profesora sonriendo.
"Hola, mi nombre es Michiru Kaiou. Tengo 15 años y soy de San Francisco. Mucho gusto de conocerte."
"Bueno Michiru, puedes sentarte cerca de Minako."
"Bueno, gracias." Dijo con voz suave.
"Hola Michiru, mucho gusto conocerte, soy Minako Aino." Dijo sonriéndole.
"El gusto es mío." Correspondió la sonrisa.
"Bueno chicos ahora podemos empezar", Dijo Miss Welsh escribiendo algo en la pizarra, y Michiru probando de ser atenta.

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Las horas de inglés pasaron bastante rápidos, aún porque era realmente cansada.
Salió de repente desde la clase necesitando un poco de aire, aquella lección la había sofocada.
Saliendo casi corriendo desde la puerta secundaria, no vio adonde iba, y ni por supuesto quien cruzó en su corsa.
Todo sucedió en un instante: cerró los ojos esperando el choque; en vez lo que sintió fueran un par de fuertes y calientes brazos se posaron una hace su busto, la otra a su vida, envolviéndola de un fuerte calor; mientras la persona  levantó su pierna, haciéndola sentarse sobre ella, evitando dejarla caer.
Todo sucedió en un instante: se encontró frente a los ojos verdes más bellos y profundos jamás vistos, que nunca olvidaría.

Notas: mientras estás esperando que publique otro capítulo de "Llégame tu corazón" espero que le guste esta pequeña ff, tentaré de publicar pronto. Hasta luego y gracias por leer!

El confín del deseo y el amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora