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Yuzuru Hanyū. // Narración en tercera persona. //

Sus rostros estaban tan sólo a unos centímetros de distancia, puede ver las bonitas pequitas doradas debajo de sus hermosos luceros ámbar, logrando ponerlo nervioso gracias a la cercanía. Yuzuru cierra lo que se siente como un abismo entre ellos, y así es como acabó, con sus labios fundiéndose con los de su amigo.

Eran malditamente dulces, era como probar un caramelo, como morder una fresa bañada en chocolate, como meter en tu boca una cucharada de leche condensada. Era como probar el cielo.

Misha Ge era el cielo completo para Yuzuru.

Yuzuru nunca ha consumido drogas, sobre todo porque no puede permitirse ninguna. Pero imagina que esto es algo similar. Inconscientemente, tomó sus hombros y pego aún más sus labios.

Misha dice algo después de eso, probablemente una disculpa, pero el japonés no puede escuchar por encima de los latidos de su corazón. Yuzu fue el que comenzó con todo esto, y a Misha le toca disculparse.
Es sólo un beso, pero de alguna forma se siente como si el techo se hubiera derrumbado sobre el.

Sentía su respiración en su rostro, pero no decía palabra alguna. Yuzuru le había pedido que guardará silencio.

Él no estaba muy seguro de querer continuar.

«Hanyū. Estás ebrio».

Sólo negó soltando pequeñas risitas por lo bajo. 

«S-senpai, M-mas.. Ñ-Ñgh.. A-Ah».

Comenzó a simular gemidos cerca de su oído, estaba ebrio, seguro y a la mañana siguiente todo esto sería olvidado.

Y si no es así, ¿Qué importa? Ninguno de los dos está enamorado realmente.

Sentó al mayor con algo de brusquedad en la esquina de la cama, para acto seguido sentarse sobre su regazo con sus piernas abiertas. Con delicadeza, toma las manos de Misha, llevandolas hacia su cintura, haciendo que esté lo tocará por encima de su ropa. Hizo que las manos del ruso se pasearan desde sus muslos, hasta su trasero.

Sus manos eran más grandes de lo que imaginaba, pero su tacto es tan frío que se siente bien.

Siente una ligera descarga eléctrica recorrer su espalda, y un cosquilleo suave en su vientre bajo. 

Gemidos y jadeos comenzaron a inundar la habitación de hotel del cuarto 109.

La fantasía que se generaba en su cabeza se desmoronaba a cada segundo que pasaba.

Con una mano desabrocha el pantalón del mayor, bajando su cremallera, y pasando las frías yemas de sus dedos suavemente por el bulto que se formaba palpitante atrapado entre la tela de su bóxer Hugo Boss.

Se deja caer acercando más sus cuerpos, haciendo que sus pechos chocarán, y su trasero quedará sobre el miembro ajeno. El cual ya está comenzando a despertar, gracias a los estímulos y provocaciones del japonés.

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⏰ Última actualización: Jun 04, 2018 ⏰

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